“Nathaniel Fox y la Tumba de Humayun” de Rodolfo Santullo, Manuel Loza y El Santa

Hace casi un año atrás, Pictus sorprendía con el anuncio de la publicación de “Nathaniel Fox y la Tumba de Humayun” para la Crack Bang Boom 2022 no solo porque significaba un pasaje de editores desde el ezine de Loco Rabia a su nueva casa física sino por las condiciones de su lanzamiento: una tirada de 100 ejemplares a un precio de $5.000,00 que en su momento le caían los calzones a quien lo viera (que ilusos que éramos en aquella época).

La obra reúne a dos grandes pilares de la historieta contemporánea, al incansable Rodolfo Santullo en los guiones que supone un sello de calidad innegable junto a Manuel Loza y su trazo dinámico y ágil que no suele lanzar muchas novedades pero que siempre son llamativas cuando lo hace, mezcla de historietista europeo con lo mejor del manga, todo bajo el tono de El Santa.

La historia nos trae a una especie de Indiana Jones que si le hizo caso a su nutricionista y paso por el gimnasio para andar suelto por la India buscando tesoros, el problema es que en lugar de encontrarlos se topa con nazis, británicos colonizadores en retirada, geólogos, mercenarios, hindues y bichos raros de diversa calaña.

Por supuesto, todo esto arma una configuración argumental al servicio de la acción y el entretenimiento que Santullo maneja de taquito con personajes bien marcados, diálogos y escenas que hacen difícil que uno se aburra. La tensión se siente y se agradece en una lectura rápida, quita alientos desde el inicio. El problema es que el guion se aboca mucho a esto y se olvida de darle un buen justificativo al argumento. Iniciamos la historia con el asesinato (o intento) de un líder rebelde y a las pocas páginas esto queda prácticamente en el olvido. Las tramas van y vienen como los peligros a los que se enfrentan los personajes y no queda mucho más de ellos más que un tibio hilo conductor de encontrar la susodicha tumba porque sí. Así llegamos a la resolución del conflicto que no termina de convencer.

Si la idea era dejar de lado todo para que brille el dibujo del Capitán Manu entonces todo perdonado porque el dibujante no lo duda dos veces y deja todo en la cancha para dotar a la obra de una dinámica hermosa, secuencias muy bien logradas en las que no se escatiman recursos y el equilibrio entre el nivel de detalle del comic de acción y el corte cómico propio del manga. Una fusión hermosa entre los vistoso y glamoroso del comic yanqui con los toques de comedia del manga japonés. Los escenarios, los personajes, todo se siente vivo en el trazo del dibujo, tanto como las expresiones de los personajes y las reacciones a cada golpe o movimiento.

El trabajo de El Santa no se queda atrás, acentúa muy bien el dibujo, dándole foco donde se tienen que posar los ojos del lector y distrayendo cuando hay algún que otro fondo no tan cuidado como nos tiene acostumbrado el dibujante (que son los casos de menos). El color ayuda mucho a enaltecer todo lo bien que está en el dibujo y darle dinámica para que la lectura fluya.

Los autores nos entregan un producto muy bien cuidado, de lectura rápida y un magnetismo difícil de soltar aunque nos quede la sensación de que todo ese trabajo daba para algo más. Cerraremos el libro y difícil que lo recordemos más que con cierta simpatía por su grata lectura, trama sencilla con más atajos que respuestas. Aun así nos deja interesados en su ya anunciada secuela: Nathaniel Fox y la Tierra Hueca.