Cómics
México en la piel
Reseña del libro Mariachis y Demonios, de Ramiro San Honorio, Diego Arandojo y Horacio Lalia, publicado por Editorial Lafarium
La historia detrás del libro que nos ocupa inicia allá por 2017, con un guión audiovisual para una serie televisiva firmado por Ramiro San Honorio (Saavedra, 1980) y Julia Scarone (Villa María, 1981), adquirido nada menos que por Sony Pictures para su biblioteca de contenidos. Ese año, los autores negociaron los derechos para la adaptación a historieta, por lo que tiempo después contactaron a Diego Arandojo (Buenos Aires 1978), quien tomó a su cargo la tarea de reinterpretar el material para trasladarlo al medio impreso. Si de terror se trata, no es de extrañar que hayan decidido sumar al proyecto al interminable maestro Horacio Lalia (Ramos Mejía, 1941), para comisionarle la faz gráfica.
Conformado el equipo creativo, hacia 2019 llegó la primera edición de la obra con los cuatro capítulos iniciales, traída por De la Fosa Colectivo Editorial, que contó con una gran tapa de Pablo Canadé y fue presentada en la Argentina Comic Con de ese año. Habría que esperar hasta principios de 2022 para el volumen integral con los cinco episodios restantes, gentileza de Editorial Lafarium. El mismo cuenta con nueva portada, por los Silva Brothers, consta de 165 páginas B/N (que incluyen varias notas complementarias) y está impreso en un formato de lujo, poco habitual para nuestro mercado, 27×18 cms.
Arrástrame al infierno
La novela gráfica consta de una estructura narrativa dividida en nueve capítulos de entre cinco y veintidos páginas de extensión, que se ambienta en la época contemporánea. Estamos en México, donde Los Arcángeles, un popular trío de mariachis compuesto por el líder y guitarrista Jesús, alias Chui, al que acompañan los reconocidos hermanos Díaz, el violinisto Raúl, alias ‘el Puño’ y el trompetista Miguel, alias ‘el pequeño Mago’, recorren diferentes escenarios llevando su música aquí y allá. Claro que esta no es la única ocupación del grupo, ya que donde sea que se presenten, son convocados por los lugareños para realizar trabajos vinculados con la fe religiosa, tales como conjuros protectores o exorcismos. Sucede que la eterna disputa por las almas humanas entre el cielo y el infierno, no tiene descanso ni cuartel.
Obviamente, los músicos no están solos en su cruzada, ya que cuentan con la asesoría del misterioso anciano Roma, cuya sapiencia respecto de los planos astrales, terminará resultando fundamental para sobrellevar el deceso de un integrante, en el marco de una compleja misión. Y también, para determinar su reemplazo dentro del grupo, en la figura de Celeste, joven dueña de un bar que arrastra un oscuro pasado familiar, quien resultará elegida por el propio Arcángel San Gabriel para sumarse a la misión. Asimismo, será de la partida un viejo conocido de los lectores argentinos, Nekrodamus. Es que el príncipe-demonio renegado creado por Héctor Germán Oesterheld y el propio Lalia en la década del setenta, dará el presente (y una mano a los protagonistas) en un momento trascendental de la historia.
En el bando opuesto se ubica Mendoza, un oscuro empresario prestamista vinculado al ocultismo, cuya influencia se extiende mucho más allá de lo aparente. Mediante extorsiones familiares vinculadas a turbios pactos del pasado, el nefasto hombre de negocios se empeña en hacer la vida imposible a los sicarios de Dios, una y otra vez, tratando de desestabilizarlos desde su eslabón más débil. Pero no es, ni por asomo, la única amenaza. En su línea de trabajo los peligros son muchos y están a la orden del día. Las posesiones humanas por parte de entidades demoníacas son una constante, pero también el surgimiento de zombies, vampiros y hombres-lobos, las perversas maquinaciones del Ejército Oscuro o el mismísimo San La Muerte, que los conducirá al sexto círculo del averno descrito por Dante, nada menos.
Cielito lindo
A nivel argumental, estamos frente a un serial sumamente entretenido. Desde ese punto de vista, nada que objetar. Después, hay una buena construcción de personajes, aunque ciertos giros narrativos están mejor ejecutados que otros, lógicamente. Queda en el debe el leit motiv de la agrupación, puesto que desde el capítulo inicial se la presenta en acción, mostrando sus tensiones internas, incluso, para luego dar lugar a los diferentes casos que deberá resolver, sin nunca referir puntualmente a la génesis del particular trío. Otro tópico que podría haber estado mejor plasmado tiene que ver con el villano recurrente de la saga; las apariciones de Mendoza van de mayor a menor, perdiendo peso específico con el transcurso de las diversas subtramas. Una pena, porque el potencial para encumbrarlo como principal antagonista estaba latente.
El apartado artístico evidencia, una vez más (por si hiciese falta), el profesionalismo y solvencia adquiridos en la vasta trayectoria del veterano dibujante, que desde hace décadas es sinónimo de terror a nivel nacional e internacional. Dosificando esfuerzos, quizás (los años no vienen solos), para impactar con precisión toda vez que la trama lo requiere, pero sin que ello signifique mezquinar en modo alguno su gran talento a la hora de dar vida a personajes y escenarios. Sus trazos mantienen la frescura intacta. Y ello siempre es una alegría para los lectores.
La factura técnica es prácticamente impecable, en materia de diseño y calidad de papel, fundamentalmente, solo se pueden objetar algunas decisiones formales y ciertos pifies menores con respecto al letreado. Detalles que bien pueden tomarse en consideración para una futura reedición que, esperemos, no se demore. Sería una pena que su escasa primer tirada impida que la obra llegue a difundirse masivamente entre el público nacional. El trabajo lo merece, claro está.