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Recordamos Tekton, de Gastón Flores y Lisandro Estherren

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Recordamos Tekton, de Gastón Flores y Lisandro Estherren

Repasamos el policial negro editado por Términus Libros

*Nota publicada originalmente para el periódico Mirador Provincial.

 

Términus Libros toma su nombre de aquella fabulosa antología de historietas gestada en la ciudad de Rosario – y repleta de jóvenes talentos – publicada a lo largo de 12 números entre los años 2012 y 2016. Con intenciones tanto de ampliar su catalogo como de escapar de las prisiones propias de un formato caracterizado por las historias individuales o episódicas, sus editores se presentaron a una de las tantas convocatorias del programa Espacio Santafesino. El proyecto finalmente fue seleccionado y fruto de esa financiación del gobierno de Santa Fe, la editorial consiguió publicar una triada compuesta por “RIP Van Hellsing”, “Tekton” y “El Borde”.

Si bien es cierto que “RIP Van Hellsing” (Barreiro-Ferrúa-Santana) marcó la agenda de esa primera época – sus buenos números posibilitaron la publicación de un segundo tomo que compilo de manera total la historia -, la tirada de “Tekton” tiene sin dudas un sabor especial para la editorial.

“Tekton” con guiones del rosarino Gastón Flores y dibujos del paranaense Lisandro Estherren se constituyo en la primera novela gráfica original publicada por Términus Libros. Su logro no termina allí puesto que un puñado de años después desembarco en Italia editada por la gente de Greenmoon comics (un camino inverso al realizado por “RIP Van Hellsing” que vio la luz primero en el país europeo).

La historieta destaca por su atractivo visual, así como por el dinamismo propio de una trama que responde en gran medida al genero noir pero que brinda lugar a la ciencia ficción y la fantasía. Una historia en la que pasado y futuro se funden.

Tekton:

La edición cuenta con tapa a color y 72 páginas en blanco y negro enmarcadas en el clásico formato de 24 x 17 cm. Inicia con un muy buen prologo del guionista uruguayo Rodolfo Santullo que correctamente posiciona la trama dentro del “noir”, describiendo algunas de las cintas fundacionales de un género cuyo esplendor se dio entre las décadas de 1930 a 1950. Sus ejemplos son imprescindibles, brindan tiempo y permiten que el lector cuente con las herramientas necesarias para comprender el estilo visual elegido (con presencia de sombras y claroscuros) y los giros plasmados en las futuras páginas.  Estos aportes son necesarios sobre todo si tenemos en cuenta la presencia también de otros géneros como el policial, el fantástico o la ciencia ficción.

En “Tekton” se nos cuenta la historia de Anton quién movilizado por los escasos recuerdos que conserva decide regresar a la ciudad donde nació para confrontar finalmente con su pasado. “Circa” es una ciudad a la deriva, perdida en una lenta agonía. Sin futuro, sucia y plagada de matones. A la dupla Flores y Estherren le bastan apenas unas viñetas para manifestar el estado de abandono. Si hay un cambio este vendrá desde lejos, por eso el inicio del relato con la estación de trenes se constituye en un recurso muy bien logrado.

La búsqueda de respuestas llevará a Anton a contratar los servicios de Parker, un ex policía devenido en detective privado que acepta el trabajo porque “tiene la agenda tan vacía como sus bolsillos” (claras referencias al género). Su encuentro se da en un bar, el protagonista baja por la escalera a su encuentro, una perfecta metáfora del descenso hacia lo peor.

Los datos obtenidos por Parker no son buenos alimentando ante todo un misterio que alcanzará su cúspide con la llegada de Ilena, una chica hábil en combate y experta en el uso de las armas que los salvará del ataque de una banda de punks.

El ahora trío protagónico, escapará una y otra vez del asedio de estas fuerzas, al tiempo que entenderá que no son más que piezas desechables de una lucha política entre dos sociedades secretas. Ambas tienen un fin común y parecen dispuestas a todo para conseguirlo: construir una añorada sociedad utópica.

Hasta allí el ritmo es continuo y atrapante respondiendo a una historia que lejos esta de sorprender pero que sin embargo resulta muy efectiva en manos de un autor con buen pulso y experiencia. El gran quiebre y apuesta se da cuando el relato implanta el concepto de los portales y con ellos la obra coquetea nuevamente con otro género: el de la ciencia ficción.

Un portal en este tipo de narrativa es un dispositivo que sirve como una vía de pasaje entre dos o varios sitios que pueden o no coincidir en el tiempo. “Circa” se revelará entonces como una ciudad nexo entre otras a las que únicamente será posible acceder mediante la utilización de estos pasajes.  Flores eleva la apuesta y si bien es cierto que saca a la historia de su zona de confort, es posible que confunda o por lo menos desoriente al público, sobre todo a aquel no habituado a este tipo de lecturas. La intromisión de este nuevo concepto trascurrida más de la mitad de la obra – que desde el vamos no es sencilla-, se siente como algo brusco. Es meritorio aclarar que el dibujo en este tramo tampoco contribuye a dilucidar el funcionamiento de los portales.

Más allá de este detalle, la labor de Lisandro Estherren es sensacional. Sus claroscuros son funcionales al género, hay un correcto juego con las sombras e incluso el artista consigue instalar los sentimientos de humedad y suciedad del ambiente. Existe una buena construcción de los personajes, con rasgos desalineados pero muy marcados. El artista muestra un gran amor por los detalles sobre todo en los concernientes al diseño de las distintas ciudades.

Es una obra en la que se nota el dialogo y consenso entre guionista y dibujante. En “Tekton” hay una estética trabajada, orquestada y finalmente muy bien lograda. Un mix de elementos futuristas mezclados con los del pasado que forman parte de un escenario caracterizado por el bajo nivel de vida. Vemos punks, motocicletas, pero al mismo tiempo hologramas y vías de circulación que surcan los cielos al mejor estilo “Blade Runner” (1982, Ridley Scott).

La dupla compuesta por Gastón Flores y Lisandro Estherren nos ofrece una historia que fluye a buen ritmo gracias a su narrativa y dibujos muy cuidados. Una trama ambiciosa que atrapa al lector desde el inicio y cuyos misterios se irán revelando con el correr de las páginas. Si bien abundan los elementos pertenecientes al “noir”, lo que verdaderamente distingue a la obra es su acercamiento a la ciencia ficción. Pese a que con este género crece en complejidad, también estampa al trabajo una fuerte identidad.

 

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Su título reza que es periodista, casi un 007, pero es lo de menos. Lo verdaderamente importante es que todavía sueña con lo que va a ser cuando sea grande.

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