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Los 4 Fantásticos de John Byrne.

Cómics

Los 4 Fantásticos de John Byrne.

Repasamos la incuestionable herencia que John Byrne ha dejado en los 4 Fantásticos.

A principios de la década de 1980, los 4 Fantásticos no pasaban por su mejor momento.  El éxito de personajes, como Spiderman, y los X-Men, había desplazado al cuarteto fundacional de Marvel  como la serie favorita de los fans.

El desfile irregular de guionistas, el estancamiento de los personajes y la repetición de algunas tramas y conflictos, eran las causas del alejamiento de los lectores, viejos o nuevos.  A raíz de esto, el editor en jefe Jim Shooter, decidió apostar por John Byrne, el artista- y co-guionista- de los mutantes, qué acababa de abandonar  este último título por diferencias creativas con su compañero Chris Claremont.

La llegada de Byrne al título no sorprendía a nadie. Era uno de los mejores artistas de la editorial y había demostrado un gran fanatismo y cariño por los personajes, pero su calidad de guionista no estaba comprobada. Además, poner un autor integral a principios de los ochenta era una rareza, con la que el británico, no sólo iba a romper, sino que sería la base de sus futuros trabajos. Algo que el escritor hace, que es amado u odiado según quién lo mire, es obviar parte de lo realizado por los autores anteriores a él. Característica que utiliza para hacer a piacere su etapa, y que, además, es de más fácil acceso al nuevo lector.

Retorno a los orígenes

Los 4 Fantásticos no serán la excepción de lo explayado en el último párrafo. El título del primero de los 61 números de Byrne es la prueba (el cual es el mismo que encabeza este subtítulo).  Durante unos cuántos números, el autor buscará renovar y modernizar conceptos de la etapa original de Stan Lee y Jack Kirby.

Algo que califica estos primeros números  es la ciencia-ficción. Los 4 Fantásticos se la pasarán yendo a la Zona Negativa, y a distintos lugares del cosmos, dónde enemigos como Ego el Planeta Viviente, o Galactus, serán protagonistas máximos.  Pero, además, no olvida ahondar en la mitología principal del grupo, tanto en las relaciones personales del cuarteto,  como en cuestiones más simbólicas, como el cuartel o cambio de trajes.

En 1983, Byrne pasaba  a encargarse de Alpha Flight (más por ego que por ganas), y de los guiones de la nueva serie de The Thing (La Mole/Cosa).  Esto le supuso una obligada mejora a su estilo de dibujo, pero, la  demanda de trabajo,  le llevo a prescindir de los fondos que acompañaban a los personajes,  obviamente, el canadiense lo excusó explayando las falencias de los rotulistas.

Más allá del último detalle, estos dos años habían sido más que aceptables. La revista parecía haber vuelto a los tiempos de Lee y Kirby, y todo parecía permitido o, mejor dicho, bienvenido para el autor. Ya nadie dudaba de Byrne, y era el momento para pisar aún más el acelerador.

Entre Juicios y guerras

En 1984, John Byrne empezará sin vueltas una de las historias más memorables de su run: el Juicio a Reed Richards.  La destrucción del Imperio Skrull por obra de Galactus (ocurrida un par de números antes), supone que razas estelares se reúnan para enjuiciar al hombre que había perdonado, con anterioridad,  la vida del humanoide, Reed Richards. Byrne se autoinserta en la historia para presenciar un momento clave de los 4 Fantásticos, ruptura de la cuarta pared mediante.

Todo parecía terminado para el líder de la primera familia de Marvel, pero la intervención del Vigilante, de Odín, Eternidad, y el propio Galactus, salvan la vida de Reed Richards.  Según el autor, Shooter le había pedido salvar a Galactus de caer en el rol de “malo cósmico”, citando a la etapa original de Stan Lee y Jack Kirby, por lo que Byrne describe al personaje como alguien más allá del bien y del mal.

Luego de esto, los 4 Fantásticos vuelven a la Tierra, y deben luchar contra el Hombre Topo, su primer desafío del lejano 1961, dónde hay un lindo homenaje a un amigo de Byrne, un tal Neal Adams. Además, los personajes secundarios empiezan a desfilar por la revista: Los Inhumanos, el Silver Surfer, Pantera Negra, Namor, Doctor Doom, entre otros/as. Pero, en la revista The Thing número 10, una enigmática energía secuestraba a La Mole, a la Antorcha Humana y a Mister Fantástic, Sue se quedaba embarazada y preocupada.

Las Secret Wars serían la excusa perfecta para el autor de separar al cuarteto. Ben Grimm decidía quedarse en el planeta del Beyonder, permitiendo profundizar un poco más al personaje en su propio título, y un nuevo miembro llegaba con Johnny y Reed: She-Hulk

Revelaciones y tragedias poco desarrolladas

La llegada de la gigante esmeralda  a la serie es un acierto enorme de Byrne, pero no llegamos a disfrutarlo lo suficiente. Sue debe ir al hospital al instante del regreso de los demás miembros a la Tierra, y allí le comunican que ha perdido a su hijo. A pesar de los esfuerzos de su esposo, todo ha sido en vano, y el grupo enfrenta su momento más trágico.

Sin embargo, el autor no ahonda demasiado en esto, y ya al instante estamos viendo el enfrentamiento entre la Antorcha, She-Hulk y la máscara del Dr Doom. La tragedia de Sue y Reed solo ocupa algunos globos y/o viñetas en los siguientes números, y el ritmo de la serie no para, ya que, al instante tenemos un nuevo romance: el de Johnny Storm y Alicia Masters, si, la ex novia de Ben Grimm.

La ausencia de La Cosa, permitió que su mejor amigo y su ex-pareja se refugien uno con el otro, hasta terminar admitiendo un amor mutuo.  Quizás la relación no tenía mucho desarrollo, pero servía para desanclar a dos personajes que habían estado en  vaivén  por muchos años. Johnny andaba cambiando de pareja más seguido que de ropa, y la relación de Alicia y Ben seguía los mismos patrones que en un principio, Ben dudando de su futuro y de su apariencia. Pero la traición de Johnny sería motivo de enojo, y futuros guionistas intentaron, con decisiones horribles, arreglar esto.

Luego de utilizar el anual número 18 para revisitar la Saga de Fénix Oscura (dónde la participación del cuarteto es más figurativa), la siguiente saga trae a Wyatt Wingfoot, nativo americano de la época original del cuarteto, para que haga amistad,  y futuro romance, con She-Hulk. El enemigo de esta mini-saga de dos partes es Terminus, un alienígena conquistador, el único aporte propio de Byrne a la gama de villanos de los 4 Fantásticos.

En los siguientes números, el británico buscará repetir el experimento de la saga de los X-Men “Días del Futuro Pasado” en pleno cumpleaños de Reed Richards. El festejado revela que tiene pocos recuerdos de su infancia, y decidirá viajar al pasado tras los pasos de su padre, Nathaniel Richards. El líder de los 4 Fantásticos descubre que tiene un hermanastro, y que éste podría ser uno de los ancestros de Rama Tut (a.k.a Kang el Conquistador).  Pero, una vez más, Byrne revela algo sorprendente e interesante, solamente para dejar de ahondar más en ello, a pesar de tener un año más al frente de la revista.

¿It’s Clobbering time?

Todavía quedaba un año antes de que John Byrne abandonara los 4 Fantásticos, pero las cosas empezaron a cambiar. La falta de trabajo en los fondos podían justificarse y/o excusarse, pero la ausencia de tintas no. Byrne comenzaba a preparar el proyecto de relanzar a Superman luego de Crisis en Tierras Infinitas, y comenzó a necesitar gente que lo ayude con sus trabajos en Marvel.

Así, talentos como Al Gordon, Joe Sinnot, P. Craig Russel y Jerry Ordway, iban a turnarse para terminar los lápices del troesma, un experimento del cual solo Ordway salió ileso.

El otro problema que se estaba gestando no era algo sencillo. Las discrepancias con el Editor en Jefe Jim Shooter eran diarias. Y todo empeoro cuando Byrne decidió no renovar su contrato de exclusividad con Marvel, y se convirtió en artista freelance (permitiéndole trabajar legalmente también en DC)

Entre todos estos quilombos, Ben Grimm regresaba a la revista del cuarteto, y descubría la relación entre Johnny y Alicia, el edificio Baxter es destruido y Sue Richards se transformaba en una entidad malvada llamada Malicia, entre otros delirios. Más allá de que puede parecer algo para obviar, la trama de Malicia serviría a Byrne para transformar a Sue en un personaje mucho más maduro y consciente de sí mismo, adoptando una nueva identidad: la Chica Invisible pasaba (por fin) a ser La Mujer Invisible.

Las tramas llamativas no cesaban, al instante venía el famoso episodio del niño que admira tanto a la Antorcha Humana, dónde un pequeño se prende fuego para imitar a su héroe (uno de los episodios favoritos del autor), crossovers con Secret Wars II, con los Avengers, y un viaje en el tiempo a 1936, que termina con Nick Fury buscando asesinar a Hitler.

Y llego el acabose. Desde las oficinas de Marvel Comics se planeaba lanzar una nueva serie mutante con el equipo original reunido, solo había un problema, Jean Grey había muerto. Su regreso trajo muchas discusiones, pero se le pidió a Byrne llevar a cabo la idea de contar que la Marvel Girl nunca había sido Fenix, el autor optó por mostrar al ente cósmico como maligno y corrupto desde un principio, pero Shooter le pidió cambiarlo antes de su publicación, para hacer un Fénix más compasivo y amigable. Byrne, ya cansado hace rato de estas decisiones arbitrarias, decide marcharse (o fue despedido, depende de la versión), dejando al cuarteto fantástico en medio de una saga, que terminó Roger Stern, y justo cuando se cumplían 25 años de la creación del grupo (lo cual significo una historia escrita por Shooter y Stan Lee).

Conclusiones

La herencia de John Byrne en los 4 Fantásticos es incuestionable.  Sus primeros cuatro años, de cinco, a cargo de la revista, muestran un respeto a los orígenes de los personajes, pero también introducen elementos innovadores que marcaron una era en la mitología fantástica.

Muchos hablan de esto como el mejor trabajo integral de Byrne, y no es algo descabellado. Su legado en la serie incluye: una Sue Storm Richards que puede manejar sus cuatro facetas (mujer, heroína, madre y esposa) a la perfección, saliendo del rol de “chica en peligro” definitivamente; una She-Hulk de carácter fuerte, con gran sentido del humor, y liberada de cualquier relación con su primo; el intento de madurar emocionalmente a Johnny Storm (más allá del “como”); y un Ben Grimm muchísimo más maduro e interesante. Y todo esto sin olvidar cosas más “fan service”, como la aparición de la Tía Petunia, el regreso de las vacas-skrull del segundo número de los 4F, incluso dibujarse a sí mismo en algunas entregas.

Sin embargo, fue también una serie de muchos golpes de efecto, la gran mayoría sin desarrollo,  y un último año muy  marcado por peleas internas dentro de la misma Marvel. Su salida abrupta fue muy difícil de reemplazar, y muchas de sus decisiones son cuestionables hasta hoy en día.

Lo mejor de Byrne sigue siendo la innegable visibilidad de sus trabajos, los cuales no pueden dejarte indiferente, siempre hay algo más que decir.

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