El cielo puede esperar

Allá lejos y hace tiempo, en 2019, el historietista Bruno Chiroleu (Rosario, 1981) lanzaba su tercer trabajo como autor integral, el fanzine Mara! Lejos de la temática y los climas desarrollados previamente en sus unitarios para la imprescindible antología Términus (2012-2016), donde coqueteó con tramas de corte urbano, abrevando también en el suspenso y terror fantástico, o aún en los logrados policiales La Peste (fanzine de 2017) y El Borde (novela gráfica  de 2018), ambos editados por Términus Libros, que incorporaron un interesante trasfondo psicológico en sus personajes protagónicos, el creador se atrevió a un tremendo cambio de estilo, experimentando con la denominada línea clara europea.

El resultado cobró la forma de unas simpáticas 22 páginas, que posteriormente serían reelaboradas para convertirse en el punto de partida de una obra mayor. Así fue que, luego de aquel auspicioso debut en papel (en formato reducido pero a todo color) la historia siguió desarrollándose regularmente para la web entre  2020 y 2021, con nuevas entregas que vieron la luz desde el clásico E-Zine de Locorabia, en Behance. El año pasado, finalmente, llegaría Mara y Samu rajan del Cielo, coedición entre Términus Libros y Locorabia Editora cuyo lanzamiento tuvo lugar durante la última Crack Bang Boom, con 160 páginas que reúnen la historia en forma completa.

SI TUVIÉRAMOS ALAS

Con una estructura dividida en un prólogo y cinco capítulos de diferente extensión, Chiroleu va sumando elementos gráficos y argumentales en pos de la construcción de una lograda y efectiva comedia con toques fantásticos, que tiene lugar en un originalísimo Paraíso. Sus protagonistas son la inquieta Mara, una joven empleada del mayor centro de diversión de allí, bastante disgustada con su rutinaria vida, y el simpático Samu (diminutivo de Samael), un parco ser pre-humano disidente mudo que regresa de un exilio motivado por sus rebeldes actitudes.

En el ‘mientras tanto’, cabe destacar dos hallazgos narrativos que enriquecen sobremanera el particular entramado contextual. El primero, la concepción social del grueso de los habitantes de aquel lugar, los graciosos Básicos, cuyo único empeño en su vacía existencia es morir. Una y otra vez, de las más insólitas maneras. El segundo, la naturalidad con la que se plantea la eterna guerra civil entre Querubines y Serafines, oficiando como verdadero telón de fondo de aquellas latitudes, dejando a los Comunes en el rol de meros espectadores de una realidad que, claramente, los supera. De la cual son, en la práctica, meros colaboradores.

La disparatada aventura (plena de peripecias) en la que se embarcarán Mara y Samu posteriormente a conocerse, tiene por objetivo la búsqueda del mismísimo Gerente, verdadero amo y señor de aquel singular universo, con el que ambos pretenden saldar cuentas por distintos motivos de índole personal. Sus esfuerzos en este sentido  terminarán poniendo en riesgo el delicado status-quo imperante. La pregunta que subyace en todo momento es si esto será o no para mejor.

SOLO DIOS SABE  

Desde el vamos, el guión apela a nuestra complicidad para invitarnos a participar de un divertido juego metatextual que implica, obviamente, el derribo de la llamada ‘cuarta pared’. Ello se traduce en un relajado pero firme control para el desarrollo de los acontecimientos por parte del autor, con tiempos que a veces parecen dilatarse más de la cuenta, teniendo en cuenta la extensión propuesta, aunque siempre termina resultando una experiencia tan grata como llevadera desandar ese camino. El final, ciertamente abierto, supone una nueva incursión por los vastos confines de esta realidad, lo cual nos alegra. Después de todo, hay equipo. Y guía.

El apartado gráfico, por su parte, es de un nivel superlativo, ameritando por sí solo la recomendación del volumen, de una factura técnica impecable, ya que estamos. Sobresale, obviamente, el diseño de personajes, pero los logros no acaban allí. Por el contrario, la atrevida puesta en página, plenamente funcional a la narrativa, o la notable paleta de color digital, son otros aspectos constitutivos dignos de mención que enaltecen el dibujo.

Pasando en limpio, por sobrados méritos propios, Mara y Samu rajan del Cielo es una lectura muy recomendable. Que se ubica entre lo mejor que ofreció el panorama nacional durante 2022.

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