Cómics
Cuentos de Terror
Compilación de unitarios por Trillo y Risso, coeditada por Puro Comic Ediciones e Historieteca Editorial
Coincidiendo con el décimo aniversario del deceso del inolvidable guionista Carlos Trillo (Buenos Aires, 1943-Londres, 2011), sobre fines del año pasado Puro Comic Ediciones e Historieteca Editorial lanzaron el libro que nos ocupa, compilando una serie de once unitarios de historieta adulta enrolados en el género negro, originalmente gestados para el mercado italiano durante la década del noventa junto al talentoso dibujante Eduardo Risso (Leones, 1959). La consagrada dupla artística responsable de grandes éxitos de nuestras viñetas, con proyección internacional, vio publicados estos trabajos en Lanciostory, clásica antología adulta de la hoy Aurea Editoriale, aunque posteriormente llegarían también a compilarse en EE.UU.
En Argentina, estos sórdidos y a veces paródicos autoconclusivos de entre doce y dieciséis páginas, se dieron a conocer en forma parcial e incompleta, siendo para el lector interesado una ardua tarea el hecho de tener que rastrearlos a través de diferentes décadas y revistas, desde Meridiana a la segunda época de Fierro: La Historieta Argentina, pasando por Comiqueando, en el período de Domus Editora. Por eso mismo es una enorme alegría que Cuentos de Terror venga a subsanar (en forma algo tardía) ese inconveniente, al presentarlos todos juntos por primera vez en un fundamental volumen de 160 páginas B/N, formato 24×17 cms.
EN UN MISMO LODO
Rompen el hielo dos relatos que transcurren en un entorno típicamente criminal, propio del buen policial negro, aunque han sido hábilmente abordados desde un tono y registro que oscilan entre oscuros elementos constitutivos y ácidos toques de humor.
El primero refiere a la difícil vida de un obeso muchacho con retraso madurativo, cruelmente criado por su madre. Al llegar a la adolescencia, ella propicia el ingreso de ambos a las filas de una tradicional Familia Mafiosa para la que trabajaba su difunto esposo, donde el joven aprende a duras penas el ‘oficio de torturador’, hasta llegar a un desenlace amargo e impensado, donde la primera persona narrativa termina por demostrar su razón de ser. La segunda historia narra el ascenso y caída de un eficiente asesino a sueldo, Terrible Joe, sobre quien pesa una demorada venganza por parte de la organización delictiva de Vittorio Campodónico. El torpedo preferido del poderoso Jefe Carlo Cipriano, pronto empieza a exhibir un comportamiento errático y desconcertante, incurriendo en excesos que propiciarán su caída en desgracia. Todo ello, genialmente contado a través de una irónica tercera persona omnisciente.
En tercer lugar tenemos una trama de época, bien condimentada con un elemento el sobrenatural, para dar cuenta de la curiosa vida del indeciso Marqués de Goodfellow durante la era victoriana del Reino Unido. A través de su propia voz, asistiremos al desfile de desgracias que lo persiguieron desde su más temprana infancia hasta la adultez. La actitud siempre ambigua y desafiante del noble, eventualmente lo conducirá a su incierto final. El cuarto unitario ofrece un fantástico giro argumental a la cuestión ecológica, subvirtiendo los efectos del trágico accidente de un científico exiliado en cierto entorno selvático (en nombre de la preservación de las especies), mediante un desarrollo tan irónico como desopilante.
La siguiente narración enfrenta al pérfido Señor Blair, un obeso empresario fabril norteamericano, con Roberto Rodríguez, un excéntrico mexicano no vidente que reclama la devolución de sus tierras, usurpadas hace décadas. La ludopatía conducirá a ambos a jugarse el todo por el todo mediante una serie de pensados desafíos y apuestas. El sexto relato tiene lugar durante una velada en un lujoso caserón del conurbano, donde cierta concurrida fiesta de disfraces resultará el ámbito ideal para que una mítica criatura literaria realice un nuevo ataque, tratando de pasar desapercibida entre los asistentes. Funciona bien, aunque resulta algo extensa.
Sigue un policial típicamente noir, sobre el que se opera un audaz y original tratamiento narrativo, que funciona genialmente. Un viejo y poderoso hombre de negocios recurre a un metódico detective de la gran ciudad para dar con una mujer que representa a la perfección el rol de ‘femme fatal’, de la cual se ha enamorado. Se sabe como sigue la historia, más no cómo termina. De lo más logrado del libro. La historia que continúa narra un amorío por conveniencia entre un galán de la alta sociedad y una obesa, celosa mujer, que termina mal. Nuevamente, la primera persona aporta una interesante perspectiva respecto de la sucesión de los hechos relatados.
Es momento de una trama fantástica, que narra el resurgimiento de la mítica Momia en nuestra época, por efecto de una maldición lanzada hace 3200 años. La voz del protagonista guía al lector eficazmente, hay un simpático cameo de un personaje femenino aparecido páginas atrás y el desenlace es redondo por donde se mire. Misma intencionalidad y forma adopta el próximo relato, solo que esta vez se enfoca en el legendario Frankenstein, quien emerge de los hielos árticos para arribar a una urbe contemporánea, donde descubrirá por las malas que el mundo que conocía ya no es el que era. Suerte de tragicomedia efectiva con guiño cinéfilo incluido. El último autoconclusivo se centra en otro célebre monstruo de la cultura popular, revisitado en tono de comedia romántica, con una logradísima y graciosa vuelta de tuerca final.
TENGO QUE VOLVERTE A VER
Por muchos motivos, el tomo recopilatorio que nos ocupa resulta un verdadero acto de justicia para con la figura de Carlos Trillo, escriba que se sigue extrañando en el ámbito nacional, pero cuya permanente vigencia nadie pone en duda, prueba inequívoca de ello son varios lanzamientos recientes de diferentes editoriales con la recopilación de trabajos correspondientes a muy distintas etapas de su trayectoria profesional, aunque todavía existen ciertas obras producidas para mercados extranjeros que todavía no vimos publicadas en nuestro idioma.
Por otra parte, cabe destacar que los elaborados trazos de Eduardo Risso resultan el complemento perfecto para estos guiones, con una gran labor en materia de diseño y expresividad de personajes, que tampoco escatiman esfuerzo y talento a la hora de resolver fondos, entornos y climas. Jugando sabiamente con el claroscuro, desde la mismísima puesta en página, con osados enfoques que obligan a más de una mirada. En definitiva, un equipo creativo de lujo, que se entendía a la perfección merced a sus muchas colaboraciones previas y posteriores. Ojalá tengamos más de ellos, en breve. Por lo pronto, dejémonos asustar por estos Cuentos de Terror. Sin ningún miedo.
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