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Cobra Kai: ¡Finish him!
Netflix profundiza el proceso de pauperización que viene llevando a cabo con la que quizás sea la única serie «nostálgica» que realmente era buena.
En mayo de 2018, Youtube estrenaba mediante su plataforma Premium la producción original Cobra Kai. Descendiente directa de las películas de la saga Karate Kid, particularmente la primera, retomaba la historia de sus protagonistas… tres décadas después.
NETFLIX QUE ME HICISTE MAL
Lo que podría haber sido otro producto más de la Industria de la nostalgia resultó ser una propuesta diferente, que sacaba un buen provecho de sus orígenes sobre todo burlándose de ellos. La serie desarrollaba la historia en una forma novedosa, mostrando que desde el punto de vista de Johny Lawrence (William Zabka) y contrariamente a lo relatado en la cinta, el auténtico villano era Daniel LaRusso (Ralph Macchio). El personaje de Johny era sin dudas uno de sus puntos fuertes, un perdedor que nunca había superado el ser derrotado en aquel torneo en su adolescencia y llevaba su negación del presente a todos los ámbitos, desde sus gustos musicales hasta sus nulas habilidades para comprender la tecnología. Su contraparte en cierta manera también seguía marcado por el pasado, incapaz de superar una rivalidad de adolescentes de la que de todos modos sacaba ventaja. La excelente química entre protagonistas, el guion poco pretencioso, los guiños divertidos, pero no excesivos y la corta duración de los episodios, todo contribuyó a convertir a esta serie en una de las mejores del año. Desgraciadamente, tras dos temporadas, la plataforma decidió abandonar el proyecto por motivos económicos.
Entonces entró en juego la Gran N, rescatando a la serie. A partir de su tercera temporada, cobra Kai se convirtió en una «producción original de Netflix». Fue un rescate, pero también una condena; lenta pero inexorablemente, la magia del original se fue perdiendo. Por un lado, el recurso de traer como invitados al reparto de las películas comenzó a desgastarse velozmente y por el otro, el peso de los adultos en la trama fue siendo paradójicamente cada vez menor mientras que los amoríos adolescentes ganaban importancia. La decadencia no fue inmediata, hay que decirlo. La tercera entrega finalizó con la interesante promesa de traer del pasado a Terry Silver (Thomas Ian Griffith), el villano de Karate Kid III (1989), promesa que se cristalizó en la siguiente temporada. Silver terminó desplazando a John Kreese (Martin Kove) como enemigo principal y se convirtió en el «jefe de nivel» de la entrega que hoy nos toca analizar.
QUINTA AL FONDO
Esta quinta entrega empieza con Miguel Diaz (Xolo Maridueña) en México, buscando a su padre, encontrándolo, ilusionándose y desilusionándose en menos de dos episodios de media hora. Es como si los guionistas de esta entrega estuvieran recién contratados y se vieran obligados a retomar la historia donde otros la dejaron. Sin la menor idea de por qué o para qué habían mandado al pibe hasta allá, buscaron la forma mas rápido de traerlo de regreso y de paso ver si podían arreglar las cosas entre él y Robby Keene (Tanner Buchanan). Este es posiblemente el punto más bajo de una historia que tampoco va a subir mucho. Una vez resuelto velozmente este punto, la acción se centra nuevamente en el enfrentamiento entre el Dojo Miyagi-Do, ahora a cargo de LaRusso, Lawrence y Chozen Toguchi (Yuji Okumoto) y la cadena de Dojos Cobra Kai, en manos de Terry Silver y Kim Da-Eun (Alicia Hannah-Kim) la hija del sensei original de Silver.
Ni los nuevos personajes ni la figura nostálgica de turno, esta vez en manos de Mike Barnes (Sean Kanan), quien fuera «el chico malo del Karate» en la tercera película de la saga, aportan demasiado a la historia. Las únicas escenas realmente destacables lo tienen como protagonista a John Kreese, personaje al que esta temporada dota de una profundidad que solo había sido insinuada en las anteriores. Por su lado Chozen cristaliza su destino como alivio cómico, quizás para paliar un poco la «normalización» de Johny. Pero ni la profundidad dramática del primero ni la comedia física del segundo alcanzan para rescatar a la temporada del oprobio. Los chicos y sus dramas amorosos, como siempre, siguen convirtiendo a buena parte de la serie en poco más que 90210 Beverly Hills (1990 – 2000), con patadas.
La verdad es que a mi parecer, Cobra Kai pelea con Black Mirror (2011 – 2019) el primer puesto de las series «rescatarruinadas» por Netflix. Se dice que la próxima sería la temporada final. Espero que cumplan.
