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Un blockbuster híbrido: Wonder Woman de John Byrne

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Un blockbuster híbrido: Wonder Woman de John Byrne

Manuel Muro repasa la etapa de John Byrne al frente de la amazona.

Tras la partida de Messner Loebs de la revista de la Amazona, el desfile de grandes guionistas parecía continuar con la llegada de John Byrne, sin dudas uno de los autores más influyentes y prolíficos de la década de 1970 y 1980. Sin embargo, estamos en 1995, Byrne no es el mismo y se nota. Sin embargo la etapa del británico, que va del número 101 al 136 del volumen 2, tiene cosas interesantes, sin contar, además, sus aportes para el futuro de Wondie.

El nuevo autor: ¿Hace falta presentarlo?

John Byrne (1950) es, sin dudas, uno de los autores de superhéroes más prolíficos de los últimos 30/40 años. Por su mano han pasado casi todos los personajes de Marvel y DC, las dos compañías más conocidas del mainstream superheroico estadounidense, además de tener varios proyectos en editoriales como Dark Horse y IDW Publishing. Pero estamos a mediados de la década del noventa y Byrne veía sus días de gloria bastante lejanos; su estilo empezó a distanciarse de ese gran autor que parecía explotar de imaginación unos años antes, podríamos aducir esto  al aburrimiento y cansancio tras tantos años de trabajo, pero es difícil hacerlo cuándo autores contemporáneos al artista seguían manteniendo un nivel más que aceptable, como por ejemplo George Pérez en Marvel.

La llegada de Byrne a la revista de Wonder Woman revivía, de alguna manera, la esperanza de ver algo parecido a la época de Pérez, o quizás algo parecido a lo que el  mismo autor había realizado con Superman en 1986. Sus declaraciones hablaban de arcos argumentales cortos, con una fusión entre el estilo de los noventa, y el que lo había llevado al estrellato, es decir,  historias basadas en la caracterización. Ambiciosas palabras sin dudas, ya que el artista nos daba por sentado que entendía la nueva manera de hacer cómics de superhéroes, pero, al mismo tiempo, no necesitaba traicionarse a sí mismo en el proceso. Vendiendo sus trabajos, Byrne era un especialista.

Comienzos irregulares

Ante lo acontecido en la saga del Torneo (ya contado en la nota anterior dedicada al vol. 2 de la Amazona), Byrne decide hacer borrón y cuenta nueva en el primer número de su etapa, sin tantas explicaciones, nos encontramos a Diana en una nueva ciudad (ficticia por cierto) Gateway City. Nuevo autor, nueva ciudad, nuevo enfoque.

Los arcos de éstos primeros doce números son “Segunda Génesis” y “Líneas Vitales”. En la primera, Diana se enfrenta nada menos que a Darkseid con la ayuda del agente Mike Schorr, un nuevo aliado para la superheroina. “Líneas Vitales”, por otra parte, amplia el casting de personajes secundarios  con Helena Sandsmark y su hija Cassie, qué son, en éstos primeros números, unas Julia y Vanessa Kapatelis 2.0.

El autor pasa a presentar un desfile de villanos en historias bastante  entretenidas, pero  que no parecen desarrollar a los nuevos personajes lo suficiente para hablar de la caracterización prometida previamente,  los acontecimientos son narrados sin mediar descanso entre uno y el otro,  y el dibujo es  irregular y decepcionante, más allá del buen trabajo de la colorista Patricia Mulvihil.

Un par de joyitas

Tras un primer año apenas aceptable, el autor inicia su segundo año a cargo de Wonder Woman con dos muy buenas historias unitarias que parecían dejar atrás tan mediocre inicio. Primero presenta su más importante aporte al mundo de la superheroina, una nueva Wonder Girl, alter ego que tomará, luego de una intrascendencia casi total, Cassandra “Cassie” Sandsmark. Mientras que, en la segunda historia, Vanessa Kapatelis toma protagonismo combatiendo contra el Dr Psycho.

Rápidamente, se inician dos ambiciosas sagas de varios números que, a diferencia de las dos primeras, consiguen ser más fluidas y presentar tramas de fondo para desarrollar en futuras entregas. Se nota que Byrne está un poco más cómodo, y esto se refleja, más que nada, en el apartado artístico. El primero de los arcos nos presenta una civilización pérdida que comparte vínculos con la mitología egipcia. El tono aventurero onda Indiana Jones es notorio en estas cinco partes que componen la historia, y las referencias/homenajes a las historias de la Golden y  Silver Age, tanto a las de Wondie, como a las de los otros personajes de dichas épocas, son notorias.

Con la segunda saga, el autor nos trae de vuelta a Cheetah, un poco más salvaje de lo habitual, y a Diana desarrollando, a la par de su madre y sus compañeras amazonas, una extraña enfermedad. Además, poco a poco, Byrne sigue trayendo elementos y personajes de Kirby a la revista, mientras sigue desarrollando a Cassie, y revela por fin la identidad de Harold Campion, un justiciero que venía manteniendo una relación amorosa con la protagonista.

Un destacado de esta tanda de sagas es el número 120 dónde, coincidiendo con el décimo aniversario de aquél número 1 de 1987, George Pérez se autohomenajea  con una excelente portada, dentro de la revista, la historia nos muestra a un Jason Blood (el alter ego del demonio Etrigan que aparecerá durante todo el run de Byrne) buscando entre los recuerdos de Diana la razón de su padecimiento, obviamente la excusa perfecta para repasar la historia de la Amazona. Como extra, tenemos a Ruth Morrison y Jill Thompson cerrando el plot que Byrne nunca había explicado, el de la partida de Wonder Woman de Boston, y la despedida entre ésta y las Kapatelis. Una joya a destacar. Y hablando de destacados,  el annual  6 de la serie es otra joya, con Byrne haciendo referencia a los pulps, en una aventura de una joven Diana, con aires de Conan el Bárbaro.

Entre parches de continuidad y la obsesión con Kirby.

Los últimos once números  son, quizás, los más atractivos, pero también los más polémicos.  Podría decirse que la excusa del escritor es la del mayor desarrollo de personajes del mundo Wondie que, en la revista de la amazona, hacía mucho que no tenían  su lugar de reconocimiento, pero esto no es lo que pasa, lo que realmente sucede es que Byrne quería meterle personajes de Jack Kirby a todo, y en esta época, ya trabajando con personajes del mismo en variadas publicaciones, (incluso en un evento),  esto salta a la vista descaradamente.

Así, con Wonder Woman aparentemente muerta, la trama de la revista gira en torno a los personajes más “kirbyanos”, con Jasón Blood-Etrigan como plato fuerte, en números en los que Diana poco aparece, quedando en el rol de observadora, ya que, la princesa de las amazonas no muere, sino que es ascendida al panteón de los dioses como Diosa de la Verdad. En pocas palabras, la revista parece más un desfile de homenajes a Kirby, más que una de Wonder Woman.

Sin embargo, esto es lo mejor que hizo Byrne en su etapa, ya que, encara las historias con el entusiasmo que debería haber tenido al comienzo, tanto guión como arte se estabilizan, y lo visto en ésos primeros trabajos parecen muy lejanos. Además, las tramas, llevadas de forma equivalente, sirven para mantener el interés, pese a la brusquedad con que suele ir intercalándolas.

Pero bueno, hablemos de la gran pregunta, con Diana siendo la Diosa de la Verdad, ¿Quién toma el rol de Wonder Woman?, bueno, al principio Artemis, Cassie y Donna Troy parecen ser la respuesta, pero estamos hablando de John Byrne y, con una idea que venía a cerrar todas las incoherencias de Wonder Woman y sus apariciones durante la Segunda Guerra Mundial, Hipólita toma el rol que su hija dejo en el mundo del hombre. Esto, más un viaje en el tiempo en compañía de Jay Garrick (el primer Flash), creará a la Wonder Woman de los años 40, con participaciones en la JSA, así como su recuerdo en el tiempo presente de la revista. Algo tirado de los pelos, pero un precedente que servirá para el futuro desarrollo del personaje de la reina de las Amazonas,  sin dudas, unas de las mejores cosas que realizó Byrne en su etapa.

El entusiasmo por arreglar los baches post-Crisis llevo al autor a querer ser el que solucionaría el más difícil de todos: Donna Troy.  La solución de Byrne a la irregular y confusa continuidad de Donna no es tan coherente como lo trabajado con Hipólita. En una mezcla de viajes temporales, magia e intervención de poderes divinos no termina de cerrar del todo las dudas, pero si permite a Wonder Woman forjar una familia a la par de los otros dos grandes personajes de la editorial, es decir, Superman y Batman.

Conclusiones: ¿Vale la pena?

La llegada de John Byrne a la Amazona pegó un volantazo a lo contado anteriormente. La onda noventosa de los últimos números parecía diluirse un poco, en pos de un hibrido con el tono superheroico de los ’80. Poniéndolo en contexto, lo planteado por Byrne era ya una fórmula agotada en el tiempo en el que se publicó; diálogos densos y largos, y detalles a los cuáles hay que prestarle su debida atención, son algunas de las características de éstos números que han sufrido demasiado el paso del tiempo.

Sin embargo el autor iría desarrollando ideas,  personajes  y dándole su lugar a las etapas anteriores. La lectura, más allá de lo antes explayado, es agradable por su tono clásico, dónde las ideas fluyen y hasta lo más inesperado puede pasar. Hay espacio para todo, desde viajes en el tiempo hasta civilizaciones pérdidas, de rescates de accesorios, como el avión invisible por ejemplo, a destacar el rol superheroico de Wonder Woman por sobre todas las cosas.

Concluyendo, los 36 números de la etapa de John Byrne a cargo de Wonder Woman son, en general, atrayentes y entretenidos. Y, a pesar de que el tiempo les paso por encima y que no todo lo que hizo fue bueno , no sería un desacierto decir que es una buena etapa para iniciarse con el personaje, por lo menos, la diversión y el entretenimiento están garantizados, y, por sobre todo, la indiferencia será imposible.

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