Cómics
Teatro Mutante I. X-Men (1970-1977)
Comenzamos el repaso de una de las etapas más gloriosas de los mutantes. A cargo de Manuel Garcia Muro.
Tras la decisión editorial de dejar de crear nuevas historias, y la condena a la mera colección de reimpresiones, los X-Men anduvieron vagando por distintos títulos de Marvel, a la espera de que, en algún futuro, se les diera una nueva oportunidad. Tal acontecimiento ocurrió en 1975, pero las cosas habían cambiado en ésos cinco años, en esta segunda parte dedicada a la historia de los mutantes, vamos a hablar de este intermedio, y de los inicios de la era más gloriosa de los mutantes.
Apariciones, cambios y resurrección. La primera mitad de los ‘70
La cancelación de un título, generalmente, no significa que los personajes que lo protagonizan desaparezcan para siempre de la mente de los guionistas, y esta vez no fue la excepción, ya que, los alumnos del profesor Charles Xavier contaron con Steve Englehart, un autor en ascendencia dentro de Marvel, que pensó que los mutantes podrían serles útil en algunas de sus historias, así, en Avengers 110 y 111 y Capitán América 172 a 175, los “Hombres X” tuvieron visibilidad para los lectores que se preguntaban sobre su paradero. Con el tiempo, otros guionistas comenzaron a incluir a Xavier y su equipo. Por ejemplo, Archie Goodwin, guionista del increíble Hulk, los incluyó en el número 150, además de apariciones en algunas publicaciones de Marvel Team-Up.
También es necesario resaltar el protagonismo de Bestia (Beast), ya retirado del grupo, en varios números de la revista Amazing Adventures (también a cargo de Englehart). Justamente, es aquí donde, al beber una extraña sustancia química, Hank Mccoy pasará de ser un hombre cuasi-normal, a la verdadera bestia de pelo azul, con orejas puntiagudas, garras y colmillos que casi todos conocemos.
Sin embargo, poco y nada se hablaba de nuevas aventuras de los mutantes en su propia cabecera.
Un regreso con renovación (1975)
A partir de 1974, Marvel empezó a lanzar nuevos súper-grupos en revistas especiales, llamadas Giant-Size. La premisa de la editorial era que, si pasaban la prueba, tales personajes conseguirían su propio título.
Así, grupos como los “Invaders”, “Los Inhumanos”, “Los Guardianes de la Galaxia”, entre otros, habían desfilado por este tipo de ediciones, y es aquí en dónde los X-Men conseguirían su segunda oportunidad. Roy Thomas negoció el relanzamiento de los mutantes con las grandes cabezas de la editorial, y se terminó coincidiendo que un nuevo grupo con distintas nacionalidades podría vender bien en el exterior, y esa fue la consigna entregada al guionista encargado de llevar adelante el proyecto: Len Wein.
Como primera medida, el creador de Swamp Thing dispuso que reformular al grupo sin tener en cuenta lo contado en los 66 números anteriores no era viable, así que decidió utilizar a Cíclope (Cyclops) como lazo entre este nuevo grupo, y el que los lectores venían leyendo durante todo este tiempo. Luego, ya junto al dibujante Dave Cockrum (recientemente llegado desde DC tras algunos números de Superboy and the Legión of Superhéroes), creó al soviético Coloso (Colossus), al nativo norteamericano Thunderbird, al alemán Nightcrawler y, ya junto a Roy Thomas, a la afroamericana Tormenta. Cómo última medida, Wein propuso incorporar al personaje canadiense que había creado para la revista de Hulk, y Wolverine se sumó al nuevo grupo. Los nuevos X-Men habían nacido.
Para dibujar la reconocida tapa de aquella “Segunda Génesis”, se llamó al grandísimo Gil Kane, quién tuvo la particular decisión de dibujar distinta la máscara de Wolverine, este nuevo diseño, más comerciable, llamativo y con un gran parecido a la capucha de Batman, gustó en la editorial, y se convertiría en el definitivo para el tipo de las garras.
Ya metiéndonos en la historia, la Giant- Size X-Men comienza con Cíclope llegando ante el Profesor X, y contándole de la derrota del grupo original en la isla de Krakoa, lugar adónde éste los había mandado en una misión. Con la urgencia de rescatarlos, Charles Xavier se pone en marcha, y empieza a reclutar miembros en varias partes del mundo, para formar un equipo de rescate, conformado por los ya mencionados Tormenta, Wolverine, Nightcrawler, Coloso, Thunderbird y al japonés Sunfire, con el profesor de vuelta a la mansión, Banshee se une también y, bajo el mando del mismo Cíclope, se enfrentan a Krakoa, la cual resulta ser una isla viviente. Ya con la misión de rescate cumplida, el profesor se encuentra con trece mutantes a su cargo, pero rápidamente Sunfire renuncia al grupo, al igual que los miembros originales, es decir, Marvel Girl, Iceman, Ángel, Havok y Polaris. El comienzo de una era, terminaba otra.
Rápidamente, Wein y Cockrum se pusieron a trabajar en una nueva revista de X-Men con el protagonismo de los nuevos reclutas, dicha historia fue el regreso de nuevas aventuras al viejo título de Uncanny X-Men, más precisamente en su número 94. Pero el guionista es ascendido a Editor en Jefe de la editorial, y no tiene tiempo para trabajar con los mutantes, así que derivó su trabajo en su asistente, un joven británico de 25 años, que le gustaba mucho el teatro, y soñaba con poder escribir obras para esta plataforma, era el tiempo de Chris Claremont.
Redefinición y drama
¿Qué encuentra Claremont cuándo comienza a hacerse cargo de la revista? Primero un grupo finalmente conformado por Cíclope, Coloso, Tormenta, Nightcrawler, Banshee y Wolverine. Pero, además, unas cuantas directrices del propio Wein: Coloso debía ser el fortachón del grupo, de actitud noble y principal estrella de la serie, Tormenta tenía el rol femenino, estereotipado y rancio, Nightcrawler debía ser el atormentado por su apariencia, y Wolverine debía ser el rebelde sin causa. El joven Chris desechó todos éstos consejos, para desarrollar más en profundidad a personajes que veía con más potencial que los simples clichés de los súper-grupos. También decidió que Banshee, miembro a desechar rápidamente, se quedaría con los mutantes.
Claremont decidió plantearse la serie como una obra coral, dónde cada personaje era desarrollado a partir de su pasado y sus motivaciones, profundizando y dando a conocer a cada miembro del grupo, mostrando la verdadera heterogeneidad del mismo. Obviamente, este desarrollo fue llevado de manera progresiva a lo largo de sus diecisiete años a cargo de los mutantes. A medida que los personajes empezaban a desarrollarse, nos enterábamos algunas cosas, hoy ya bastante normalizadas, como, por ejemplo, la apariencia de Wolverine tras la máscara, desechando la idea del joven rebelde, ya que, se nos mostraba a un hombre de avanzada edad, cuyas garras surgían de sus propios nudillos, no de sus guantes. (junto a las revelaciones, miles de ideas eran desechadas, pero eso quedará para alguna futura nota sobre el personaje). Sumado a lo anterior, el Profesor X comenzaba con sus pesadillas sobre los Shi’ar y el cristal M’Kraan, pero lo fundamental de éstos números es el destino de Jean Grey.
La eterna “Novia” del grupo original se había retirado del mismo, y había tenido que soportar que su eterno amado Cíclope no la acompañara en su decisión, pero Claremont, interesado en desarrollar personajes femeninos con marcada personalidad, se interesó en recuperarla, pero con un nuevo alias y un nuevo aspecto. Así Jean salvaba a los X-Men en su huida de la base de los Centinelas, y emergía como Fénix, con un nuevo traje, más poderosa que antes, y un carácter que los demás miembros del equipo debían respetar, y que atraerá la atención del rudo Wolverine.
En los números siguientes al 101, la renovación de viejos conceptos sigue apareciendo, como un regreso del Juggernaut, de los Centinelas; quiénes ya no eran producto de un iluminado actuando por su cuenta, sino que el propio gobierno estadounidense los había traído de vuelta; y del archienemigo por antonomasia de los mutantes: Magneto. Al mismo tiempo, seguimos descubriendo más sobre los protagonistas del título. En este caso, se nos revela el pasado de una Tormenta más humanizada, y un Nightcrawler más aventurero y risueño, cambio aplaudido por Cockrum, ya que era su personaje favorito.
Otro personaje llamativo de esta primerísima etapa es Moira McTaggert, quién, posteriormente, se revelaba como una científica a la altura del mismísimo Charles Xavier, y que estaba al mando de un complejo de investigación y retención de mutantes peligrosos en la isla Muir. Además, se nos empezaba a mostrar su relación amorosa con Banshee. También, en dicha saga, descubríamos el nombre de Wolverine: Logan.
Un viaje al espacio y la partida de Cockrum
Las últimas sagas a cargo de Dave Cockrum traen el regreso de Fénix, en el hospital tras la saga de los Centinelas, y con la revelación de un misterioso personaje llamado Erik el rojo, que había atacado al grupo en números anteriores, como espía del imperio Shi’ar. El profesor X descubre que la legítima y depuesta princesa del mismo, Lilandra, había establecido un lazo mental con él por accidente, y Fénix demuestra tener el mismo nivel de poder que los miembros de la comitiva del imperio espacial, y permite que los X-Men rescaten a la princesa, devenida en prisionera, pero acá comienzan los problemas.
Primero, reaparece Len Wein para criticar lo poderosa que es Jean Grey, lo cual considera que desvaloriza la existencia del grupo como tal, Claremont decide que Fénix reduzca su poder, emparejándolo con los villanos imperiales.
El otro conflicto fue de más índole creativo, ya que la serie estaba vendiendo bien y pasa su periodicidad de bimensual a mensual, nada aliviador para un Dave Cockrum saturado de trabajo. Para darle más tiempo al artista, se publica una historia de relleno a cargo de Bob Brown y escrita por Bill Mantlo. Pero Cockrum no da para más, y así, en el número 107, abandona la serie. Dicha historia nos presenta a la Guardia Imperial Shi’ar (claro homenaje a la Legión de Superhéroes de DC), a quiénes los X-Men vencen con la ayuda de los Saqueadores Estelares, piratas espaciales guiados por alguien que, en un futuro, será muy importante para Cíclope.
Más allá de la partida del artista, la saga no concluye sino hasta el número siguiente, en dónde llega el nuevo dibujante a cargo, alguien que Claremont conocía muy bien: llegaba el gran y polémico John Byrne, pero eso lo veremos en la próxima nota.
Si te gusta lo que hacemos podes colaborar con nosotros a través de un cafecito haciendo click acá.