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Feria: la luz más oscura. Sexo, demonios y pop español
Este mes, Netflix estrenó una serie que transita los caminos del «terror pueblerino» y el Doc te cuenta qué onda.
Feria: la luz más oscura es una producción española que algunos han tenido la osadía de comparar con Dark (2017 – 2020) pero en realidad está más emparentada con 30 monedas (2020 – ) y Stranger Things (2016 – ). La historia transcurre en el pueblo de Feria, en Andalucía. En la noche de San Juan, las hermanas Eva (Ana Tomeno) y Sofía (Carla Campra) bajan al bosque a festejar como el resto de los jóvenes, pero al volver a casa se encuentran con que sus padres han desaparecido. Y eso no es lo peor: se los acusa de un crimen espantoso, el asesinato de una veintena de personas cuyos cuerpos han aparecido flotando desnudos en el lago cercano a una mina cerrada desde hace décadas.
El inspector Guillén (Isak Férriz) es enviado para asistir a la policía local en la investigación y pronto comienza a descubrir que hay algo más detrás de todo esto, algo siniestro y sobrenatural que lleva gestándose desde tiempos del franquismo.
COLGADO DE UN BARRANCO, DUERME MI PUEBLO BLANCO
Como siempre en esta clase de historia, son dos los senderos que se transitan. Por un lado están las historias de cada uno de los habitantes del pueblo, sus relaciones, las apariencias que no siempre (o más bien nunca) se condicen con la realidad y el clima general de «infierno grande» que acompaña a todo pueblo chico. Pero también hay algo más, un oscuro culto que ha estado campando a sus anchas por el pueblo más o menos en secreto, engrosando sus filas sin discriminación con «prohombres y gusanos» por igual. El crimen de la mina y la posterior investigación remueven el avispero, sacando a la luz la existencia de la secta y a algunos de sus miembros.
El clima de la serie está muy bien logrado, en parte por un buen reparto en el que, salvo una que otra excepción en papeles muy menores (específicamente Carlos Scholz, que ya demostró su completa falta de talento en Toy Boy), todos se desempeñan con naturalidad. Ayuda mucho también la calidad de los efectos especiales, en particular en lo que respecta al diseño de las criaturas demoníacas, que está a la altura de cualquier producción hollywoodense. También hay una muy buena reconstrucción de época en los flashbacks y una fotografía irreprochable.
La mítica de la serie no es nada que no hayamos visto antes: un culto conformado por personas desesperadas o descreídas de todo que abrazan cualquier cosa que les de esperanzas, lo que los hace susceptibles de ser engañados por demonios que solo buscan una manera de entrar a nuestro mundo. Sin embargo, aquí el guion comete uno de los peores pecados que esta clase de historias puede cometer: contradice su propia lógica interna. No quiero spoilear, por lo que no voy a dar detalles, pero hay algunas vulnerabilidades de los demonios que luego resultan no ser tal como se las describió.
AL DEMONIO CON TODO
Al terminar de verla, desgraciadamente, me ha dejado una sensación de «ni fu ni fa». No es mala, pero tampoco es todo lo buena que podría haber sido. El final está completamente abierto a una continuación que seguramente no se hará esperar, solo queda confiar en que se tomen el tiempo para corregir los defectos de esta primera entrega, ya que el producto tiene el potencial de convertirse en algo mucho más interesante.
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