Cómics
Deadpool no invento nada. La Sensacional She-Hulk de John Byrne
El polémico y prolífico autor John Byrne volvía a Marvel con la intención de poner en primera plana a personajes hasta entonces poco explotados. Entre ellos, Jennifer Walters, prima de Bruce Banner.
A fines de la década de 1980, el polémico y prolífico autor John Byrne volvía a Marvel tras la salida de Jim Shooter, editor en jefe de la misma hasta el momento, con el cuál siempre se había llevado mal. Una de las propuestas que Byrne traía en su regreso era el poder realizar proyectos vinculados a personajes de poco uso, o poco desarrollados en la editorial, por lo cual, su segunda etapa en Marvel, estuvo dedicada a creaciones, cómo Next Men, y a personajes como Namor The Submariner, y de la que hoy vamos a hablar, She Hulk
Dos viejos conocidos: breve historia del autor y personaje
Creada para su propia revista, The Savage She-Hulk, en 1980, She Hulk fue concebida por Stan Lee y John Buscema para poder tener una versión femenina de Hulk que fuera propiedad original de Marvel, antes de que sus competidores; ya sean otras editoriales, o la serie de televisiva de Hulk que se trasmitía con éxito en ese momento; se avivarán e hicieran la propia. Más allá de esto, estamos hablando de Stan Lee, y no todo es improvisado, así que, en esta primera aparición, Jennifer Walters, prima de Bruce Banner, recibía una transfusión de sangre por parte de éste, que salvará su vida, pero que también la convertirá en She-Hulk, una giganta musculosa esmeralda quién, a diferencia de su homónimo masculino, podrá controlar su transformación, no perderá la racionalidad o inteligencia, no tendrá diferentes personalidades. Y, quizás lo más importante, ella se aceptará y no verá su transformación cómo una maldición sino como un disfrute.
Por otro lado, tenemos a John Byrne, uno de los más grandes artistas de la década de 1980, quién venía siendo conocido por su etapa en los renovados X-Men y se había consolidado con una intensa etapa creativa que le había permitido dibujar y guionizar varias colecciones paralelas. Pero, sin dudas, su más intensa labor estuvo puesta en su etapa de los “4 Fantásticos”, es en esta revista en dónde empieza a demostrar su interés por la prima de Bruce Banner. Lo primero que Byrne hace es aprovechar la Secret Wars, dónde La Cosa (The Thing) había decidido abandonar el grupo por un tiempo, para insertar a She Hulk como su reemplazo a partir del número 265 de la colección de la primera familia marveliana. A partir de dicho número la gigante esmeralda empezaría a ser desarrollada como nunca antes, dándole, por ejemplo, un vínculo afectivo con Wyatt Wingfoot, un personaje que ya había aparecido en la época original del grupo. Pero, además, Byrne logra ver el auténtico potencial de She Hulk, mostrándola como una mujer segura de sí misma, contraponiendo la idea general que había en ese momento en el mainstream superheroico estadounidense, dónde los guionistas no tenían la costumbre de crear y tratar personajes femeninos por fuera de los típicos roles femeninos, cómo “interés romántico”, “damisela en apuros” “sósten de hogar” , clichés que hasta incluso la propia Sue Storm había sufrido veinte años antes (Tiro la data de que Byrne también se ocupara de Sue, pero eso es para otra nota)
En 1985 con la notable popularidad que venía teniendo la gigante esmeralda dentro del cuarteto superheroico, y la explosión creativa del Byrne de esos años, el canadiense se animó a solicitar que le pidieran realizar una aventura individual del personaje, la cual termina siendo publicada bajo el formato de Marvel Graphic Novel, el número 18 para ser más específico, y aquí es cuándo el autor da su versión definitiva del personaje. She Hulk se muestra, no solamente segura de sí misma, como ya lo venía haciendo, sino que también nos revela que “Jennifer Walters” se ha convertido en una personalidad secundaria, superficial e irrelevante en la vida de la mujer verde. Su contraparte superheroica se siente fuerte, cómoda y hermosa, capaz de realizar cualquier cosa, por lo que en esta historia, Byrne decide cerrar todo este asunto de la “doble vida”. Una curiosa anécdota de esta historia es que sufrió la censura del momento con una escena que debió ser re-dibujada para ajustarla a los cánones de la época.
Tras su publicación, la novela gráfica que llevó el nombre “The Sensational She-Hulk” dejó ver un gran potencial para el personaje, pero su paso desapercibido, en un momento de intensa creatividad en el mundo comiquero estadounidense, no permitió que pasara mucho más. Poco después, John Byrne abandonaba Marvel, producto de diferencias con el editor en jefe de ese momento, Jim Shooter, y se iba a trabajar en DC.
La breve estancia del autor en DC se debió, más que nada, a un fandom no gustoso con sus cambios en la historia de Superman, y una editorial que no había salido a defenderlo cuándo sufrió las peores críticas. Tras una intensa discusión con su cúpula directiva, John Byrne se va de DC, regresando a Marvel en 1989, ya sin Jim Shooter, será recibido con los brazos abiertos. Tras realizar una etapa en Avengers,y su colección hermana West Coast Avengers, con grandes historias realizadas en ambas revistas, Mark Gruenwald, editor ejecutivo de Marvel en ese entonces, le pide a Byrne realizar una serie en solitario de la She-Hulk, siguiendo la línea de la novela gráfica de 1985, a lo que el canadiense, que tenía ganas de trabajar con personajes secundarios del medio, aceptó con gusto.
¿Quién te conoce Deadpool? The Sensational She-Hulk (1989)
Con la salida del número 1 de The Sensational She-Hulk en mayo de 1989, John Byrne gozaba de completa libertad creativa para hacer lo que quisiera, y lo que hizo fue romper la cuarta pared.
Para los menos familiarizados con el término, la cuarta pared es un término que define la pared invisible imaginaria que separa la vida de los personajes de ficción, ya sea en una obra de teatro, una película, o un comic, de sus espectadores. La expresión “romper la cuarta pared”, significa que uno, o varios personajes de la ficción buscarán interactuar con su público
Ya aclarado eso, vamos a ver que, desde la portada de aquél primer número, She Hulk amenaza a su lectores/as para que compren su revista, dejando bien en claro el tono que tendrán sus aventuras a cargo del autor canadiense. Byrne hace que la gigante esmeralda este consciente de su existencia como personaje de historieta, realizando acciones, como romper páginas, o quejarse de los escritos, nombrando a editores, autores y, obviamente, despotricando contra el propio artista.
Hay que dejar en claro que no era la primera vez que esto se realizaba en el ambiente superheroico, sin ir más lejos, Grant Morrison había realizado algo parecido con Animal Man un año antes. Lo que caracterizo a la She-Hulk de Byrne fue su búsqueda constante de diversión y goce de los lectores y las lectoras. Algo que tomarían autores como Rob Liefeld y Fabián Nicieza para una creación posterior: Deadpool.
En los primeros 8 números de la colección, es decir, en menos de un año, el autor jugó con apariciones bizarras, parodias geniales, y siempre pisando el acelerador del tono humorístico, que, dicho sea de paso, le permitía experimentar con la narrativa y la cuadrática de las viñetas. Pero el polémico autor canadiense vuelve a discutir con sus jefes, a raíz del rumbo que She-Hulk había tomado en otra colección, y abandona la revista tras el octavo número, dejando un sabor a poco, otro equipo creativo viene a tratar de continuar el tono que tanto les había gustado a sus lectores y lectoras, pero nunca fue capaz. A pesar de sus defectos, Byrne había uno sólo.
Con la caída abrupta de las ventas, el nuevo editor de Marvel negocia el regreso de Byrne a la serie en su número 31, con él, volvieron las buenas ventas y el tono característico de los primeros 8 números. En esta oportunidad, la marcha del canadiense se produciría en el número 50, en un número especial de 48 páginas, dónde colaboran artistas de la talla de Frank Miller, Dave Gibbons y Walt Simonson. Hay que agregar que en esta ocasión la coordinadora de la revista fue Renee Witterstaetter, con quién Byrne mantenía discusiones por fuera de la revista, que luego plasmaba en tono humorístico dentro de la misma.
Cómo punto negativo, es preciso decir que el autor nunca cerró las tramas que fue abriendo en los primeros ocho números de la serie, pero creo que el tono de la misma tampoco permitía un trazo general tampoco. Además, el abuso de algunas rupturas entre el mundo del comic y el real, es la justificación de un Byrne que ya no puede trabajar al mismo ritmo que unos años antes.
Conclusiones
Esta etapa es siempre recordada por los fans del mainstream gracias a sus meta-comentarios, geniales ilustraciones, experimental juego de narrativa y sus descabezados guiones. Un título que trajo diversión pura, lista para su consumo, sencilla, sin ganas de ser pretenciosa, o parecida al tono de la época, sino que arriesgándose en entretener con algo que no podía ser leído en otra revista. Honestamente, muy pocas historias de este tiempo, al día de hoy, se bancan varias relecturas a la perfección. A pesar de que luego escribiría otras historias y personajes, nunca más Byrne logró superar la cima de lo que esta serie de She-Hulk significo para su creatividad, pero esto puede estar abierto a debate.
Sin más que decir, sólo resta recomendar esta etapa, que pueden encontrar en la colección Salvat de tapa roja, el número 51, que trae los primeros 8 números de la revista. Además, y esto ya algo más difícil desde lo económico, la editorial Panini de España en su colección “Marvel Héroes” editó “La Sensacional Hulka de John Byrne”, un integral que trae todo lo realizado por Byrne con el personaje en solitario.