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Repaso de Marvelman/Miracleman

Cómics

Repaso de Marvelman/Miracleman

Manuel García Muro nos habla de Marvelman, personaje que rescata del olvido un Alan Moore, quizás en su momento de mayor plenitud.El comic del personaje, hoy mejor conocido como Miracleman, tiene complejidad, profundidad, cinismo, realismo, e incluso el gore imprescindible que se necesitaba en la industria para enganchar al lector un poco más adulto.

A fines de la década de 1980, un joven británico llamado Alan Moore revolucionó el comic estadounidense de superhéroes para siempre, y se convirtió rápidamente en la “estrella del momento”, a raíz de historias más adultas, guiones más poéticos y personajes más cercanos a los lectores/ras. Pero hoy nos ocuparemos del Moore que todavía trabajaba en Gran Bretaña, más precisamente en la revista antológica Warrior, dónde rescató del olvido a un personaje que llevaba 19 años sin aparecer: Marvelman, hoy mejor conocido como Miracleman. En su etapa a cargo de este personaje, sin lugar a dudas, el británico realiza los primeros cómics para adultos enrolados en el género de superhéroes, es decir, sin moverse demasiado del clásico “héroes vs villanos”, Marvelman tiene complejidad, profundidad, cinismo, realismo, e incluso el gore imprescindible que se necesitaba en la industria para enganchar al lector un poco más adulto.

Antes de Moore (1953-1963)

Para hablar de Marvelman (Miracleman), hay que hablar de uno de los personajes más exitosos de la Edad Dorada de los cómics estadounidenses. Concebido por el editor de Fawcett Publications, Bill Parker, y diseñado por C.C (Charles Clarence) Beck, el Captaín Thunder se limitó a una publicación del Flash Comics n°1. Más adelante, por problemas de registro de nombre, Fawcett renombró a su héroe como Capitán Marvel, haciéndolo debutar en Whiz Comics n° 2 de febrero de 1940. Rápidamente, y gracias a historias surrealistas, el Capitán Marvel se convirtió en el superhéroe más vendido de la época, generando miles de publicaciones derivadas del éxito del “Mortal más poderoso del mundo” como se hacía llamar, el éxito cruzó el océano para ser reimpreso en el Reino Unido.

Sin embargo, en 1953, como consecuencia de una disputa legal con DC que ya llevaba varios años, Fawcett decide discontinuar su línea de cómics y llegar a un acuerdo con la editorial de Superman, por lo que, los últimos cómics del Capitán Marvel se publican ese mismo año. La decisión de Fawcett tuvo un gran impacto en Len Miller, el editor que poseía la licencia para republicar la editorial en Gran Bretaña, y ante el temor de la pérdida de ventas, recurrió a Mick Anglo, un escritor y artista que concibió a Marvelman, una versión basada en el superhéroe estadounidense, pero cambiando lo místico por la ciencia, que era lo más novedoso por esos días. En su identidad secreta, era Micky Moran, un joven que ganaba sus poderes diciendo la palabra “Kimota” (“atómico” al revés). La serie logró tener éxito para publicarse entre 1954 y 1963, con publicaciones derivadas.

Análisis y desarrollo de la etapa de Moore (1982-1984/ 1985-1989)

La revista Warrior sale al ruedo en marzo de 1982, teniendo en su staff a la mayoría de los guionistas y artistas más reconocidos del mainstream británico (que trabajaban en editoriales como Marvel UK y Fleetway/IPC). El joven Moore destacaba entre todos ellos por su labor más cercana a los superhéroes, ya que, sus trabajos más conocidos venían de la mano de personajes como el Captain Britain, por lo que se le encargó algo relacionado con ese género para la nueva antología. El guionista sugirió que le gustaría escribir nuevas historias de Marvelman, por lo tanto, el editor de la revista Dez Skinn, se puso en contacto con Mick Anglo para conseguir la autorización para reversionar al personaje. Tras la aceptación de Anglo, Moore resignificó toda la historia del personaje, ahora mirada desde el cinismo de los años ’80, que ya no podía concebir la versión aventurera e infantil de los años ’50.

Para acompañar al mago del caos en la faz gráfica, llega Gary Leach, con un dibujo sólido y una narrativa gráfica impecable, pero rápidamente la demanda de las entregas lo agota, y pasa la pelota a otro groso que, al menos casi todos/as conocemos muy bien, Alan Davis, qué dibujará el resto del primer arco, y parte del segundo.

En estas primeras historias se explora ya, años antes de Watchmen, que el superhéroe envejece, que tiene una vida normal, desprovista del glamour y la emoción. Además, se exploran tabúes prohibidos para un cómic superhéroico como el sexo, mostrado sin insinuaciones en las viñetas. Esta sin embargo no es la única “prohibición” con la que decide acabar Moore. De a poco, vemos que el primer villano al cuál Marvelman debe enfrentar es su antiguo aliado, Kid Marvelman, quién es una persona distinta a su ex-compañero, con vivencias diferentes que se dejan ver no sólo en la forma de hablar, sino en las acciones del personaje.

En fin, todo este primer arco (publicado en Warrior entre 1982 y 1984), se centra en el redescubrimiento por parte de Mike Moran de su identidad superheroica, el poder que lo seduce, la memoria que lo envuelve, las heridas que aún le duelen, un estado y sociedad que lo quiere mansito, y un creador-victimario que revela todo el secreto detrás de sus aventuras pasadas y su rol de superhéroe. Sin embargo, todas estas revelaciones y cuestiones, no dejan de lado historias más de corte de la ciencia ficción y de lo fantástico, cómo los alienígenas, los horrendos experimentos, y un embarazo tan maravilloso, cómo inesperado: Liz, la esposa de Mike, está esperando al primer bebé mitad humano, mitad superhumano.

En 1984 empiezan los problemas, Warrior cierra, Marvelman se queda sin hogar, y sus autores, que poseían los derechos sobre la serie, salen en busca de uno nuevo. Moore logra un acuerdo con la editorial estadounidense Eclipse, cuya directora (Cat Yronwode) era fanática de su trabajo. Sin embargo, estamos en pleno auge de la editorial Marvel, y su editor en jefe Jim Shooter, y para evitar problemas legales, el personaje es rebautizado Miracleman, pese a los enojos de Moore.

El número 1 de Miracleman sale en agosto de 1985, los primeros cinco estuvieron destinados a republicar lo ya visto en el otro lado del océano. Por esta razón, el material nuevo se retrasa, ya que, para cuando debe salir en el número 6, Moore esta sobrecargado de trabajo en DC, igual que Davis. Esto ocasiona que el segundo tramo del segundo arco se publique en condiciones paupérrimas, encima, en el número 9, Moore, y ya un groso como Rick Veitch al lápiz, sufren las críticas de los “ofendidos” de siempre por mostrar con lujo de detalles el parto y nacimiento de la hija de los Moran. Por supuesto, algo así nunca se había visto en el comic yanqui (si me apuran, ni en el cine ni en la tele), pero Eclipse bancó a muerte a sus autores para que la historia ni se censure, ni se retire de circulación. Finalmente, en el número 10, esta segunda etapa y/o arco culminan dando indicios de que lo más heavy aún está por venir.

El tercer arco, titulado Olympus (Olimpo) es el último de Moore, con un dibujante de alta calidad, y de la casa: John Totleben, quien ya había trabajado con el británico en Swamp Thing. El guionista decide bancarlo durante toda la saga, a costa de los problemas de salud del artista, con lo cual, los seis números del arco terminan publicándose a lo largo de tres años, culminando en noviembre de 1989. Sin embargo, tanto guionista como artista dan lo mejor de sí en cada página, y este arco es, sin dudas, el mejor de la etapa. La narratividad, los flashbacks; cada página es una obra maestra realizada por dos autores que se conocían de memoria, y que estaban en su mejor momento.

Con Watchmen terminado y publicado, todas las miradas estaban puestas en el final de Miracleman, ya que, Moore se despedía del género. Sin arruinarles la posible lectura, la conclusión es redonda, coherente y perfecta, la mejor que se lo podía dar a una saga “realista” de tipos con superpoderes. Es lo último que Moore quería decir sobre los superhéroes, y es tan magistral, cómo recomendable.

Qué pasó después

Terminada esta saga, Moore ya no deseaba escribir más aventuras de Miracleman, pero como la editorial quería seguir adelante con el producto (pensemos que en ese momento daba mucha plata), el mago recomendó a su “discípulo” Neil Gaiman, quién empezó un arco titulado The Golden Age que, siguiendo con la tradición de Olympus, tenía un sólo dibujante, Mark Buckingham. Pero en 1993 la editorial Eclipse deja de publicar, y cierra definitivamente al año siguiente. De aquí en más, sólo conflictos legales por los derechos del personaje, deslealtades, todo demasiado complejo como para esperar la concreción de una nueva aventura de Miracleman. Todo se verá con el tiempo.

Conclusiones

Podríamos decir que el Marvelman/Miracleman de Alan Moore aporto al cómic superheroico el concepto de lógica. No trajo respuestas sino más bien preguntas, implantando los “grises” en un género muy “blanco y negro”. Éstas cuestiones y problemáticas van abarcando su obra en los años 80s, pasa en Watchmen, en Swamp Thing, incluso en las pocas historias de Superman y Batman que escribe. Pero es quizás Miracleman la obra dónde mejor plantó este enfoque, con más potencia, profundidad y conciencia. Teniendo mucho en cuenta la iconografía, la historia y las raíces del género.

Finalmente, resta decir que la editorial Ovni Press editó en el año 2017 esta etapa en tres tomos que, aún hoy, todavía pueden conseguirse en algunas comiquerías y librerías.

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