Si hay algo que podemos deducir de Damián Connelly es que es un autor inquieto. Primero porqué son pocas las obras de su autoría que se relacionan entre sí por ser parecidas ya que, aunque siempre sobrevuele un manto de locura y reflexión, el género principal nunca suele repetirse. Pasamos de un blues detectivesco de “Devil Got my Woman” a la desaparición de un superhéroe en “La Extraña Desaparición de Barnabas Jones”, pasando por un viaje familiar lisérgico con “Felicidad”, por solo hacer algunas menciones y evitar hacer un repaso por toda la obra.
También nos aumentan las sospechas de nuestra deducción cuando vemos a los autores detrás de cada uno de sus libros: Fer Calvi, Matías San Juan, Berliac, Renzo Podesta, Kundo Krunch, Pedro Mancini, para no seguir dando ejemplos porqué el punto ya está demostrado, podemos rematar diciendo que es más normal encontrarlo con una nueva dupla que acompañado por un viejo conocido.
Tan inquieto es que ni siquiera se queda parado en su rol. No solo es autor publicado por diversas editoriales, sino también que fue editor, guionista (obviamente) y, ahora, autor integral.
Con “Me Prometiste Oscuridad”, el guionista y dibujante nos trae la historia de un grupo de personas que reciben poderes con el paso del cometa Halley por la Tierra. Mareados, confundidos y perseguidos por su nueva condición de humanos con poderes finalmente logran sobreponerse y son reclutados por dos bandos distintos y enemistados por sus objetivos. Por un lado están aquellos liderados por el Antitodo que busca destruir la Tierra y por el otro los agrupados por Sage que quieren evitar el éxito de los primeros.
Lo que podría ser un argumento común y corriente, jamás lo es para Connelly, que logra dotarlo de una narrativa muy singular, con un ritmo propio que no se estanca a pesar de los lugares comunes en los que transcurre parte de la historia y con un gran abanico de personajes que no llegan a profundizarse pero que logran demostrar su propia personalidad. El guion se hace llevadero gracias a la calidad del autor a pesar de que tiene dos cargas sobre sus hombros, la de contar la historia y luego la de ayudar al dibujo a camuflar sus limitaciones y hacer que el estilo grafico tan particular sirva para el relato propuesto.
Es que el autor como dibujante no posee todas las herramientas disponibles y la técnica de fotografía y uso masivo de negro hace que se entorpezca la fluidez de la lectura (si bien es cierto que hay un primer vistazo atractivo y llamativo con un estilo retro y vintage que le sienta muy bien y que se celebra y se abraza. Existen buenos pasajes y ejecuciones por parte del dibujo, especialmente sobre las últimas páginas o ciertos desarrollos de escenas muy bien logrados. Pero en líneas generales hay algunas debilidades que si no fueran por el apoyo de un guion que las reconoce y hábilmente las cubre con recursos que el autor maneja muy bien, se sufrirían mucho más. Sumaria mucho más ver un desarrollo sostenido de algunas escenas sin recurrir a ciertos recursos o personajes que no deban tener un elemento característico para reconocerlo. Le hace falta una buena explotación de elementos secundarios que lamentablemente el dibujo a veces no puede darnos.
Con un relato pausado, con tiempos bien marcados para ir contando de a poco y armar un buen rompecabezas donde la gracia esta no en lo que se cuenta sino en cómo lo hace y como todo se va colocando en el tablero, sumado a un estilo grafico muy particular, especifico del mundo en el que se ubica, el autor logra armar una historia única, delimitada para aquel lector que busque una historia única. Al margen pueden quedar los lectores convencionales que no se sientan atraídos por un estilo narrativo tan marcado y a los que el estilo grafico no termine de convencer.
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