Cómics
Resurgimiento: Wonder Woman (La Mujer Maravilla) de George Pérez
Con motivo de cumplirse los primeros 80 años del personaje, Manuel García Muro repasa quizás la etapa más fructífera del personaje.
Más allá de que hoy en día Wonder Woman parece ser la superheroina por excelencia de los cómics, y uno de los tres pilares más reconocibles de DC junto a Superman y Batman; esto no siempre fue así, y me animaría a decir que aún hoy no es así, al menos de manera total. Así cómo hoy el descarte del personaje viene por parte de un sector más centrado en producciones audiovisuales individuales, antes de 1987, salvo excepciones muy aisladas, la Amazona venía siendo bastante maltratada en cuánto a comics se refiere.
Esto, como obviamente vemos, no derivó de una cancelación de su serie, producto del fin de la Golden Age de los superhéroes a fines de 1940, sino a la designación de autores que no le hacían justicia, convirtiéndola en un modelo de la “mujer estadounidense” de los años de la posguerra, o reduciéndola a vagos intentos por atraer nuevos/as lectores/as. En líneas generales, era una “revista para chicas”, no había que hacer mucho esfuerzo para los dueños del conglomerado DC/Warner, qué veían igualmente ganancias del personaje gracias a la serie protagonizada por Lynda Carter y las apariciones en los Superamigos animados, eso era suficiente.
Sin embargo, gracias a la llegada de Jenette Khan a la presidencia de la editorial en 1981, la cosa empezó a cambiar. Poco a poco la mujer de 33 años empezó a apuntar por títulos más adultos, apostando por el talento y las nuevas ideas de una generación de autores/as que pronto harían olvidar el carácter camp e ingenuo que la DC tenía en ese momento.
En 1985, DC apostó por un megaevento que reiniciaría en gran parte su editorial: “Crisis en Tierras Infinitas”, de Marv Wolfman y George Peréz, dos autores que la venían rompiendo en el título The New Teen Titans desde principios de la década. Pero eso es historia para otra nota, lo importante acá es que, cómo parte de este evento, la Wonder Woman de Tierra 1 (multiverso gente) moría, volviendo a un estado de arcilla, (en el medio se había casado con Steve Trevor en el último número de su revista, el 329), mientras que su contraparte de Tierra 2 sufría el mismo destino, siendo ascendida al Monte Olimpo con su marido Steve Trevor.
Contexto histórico
En este aire de renovación, la denominada “Trinidad de DC”, es decir, Superman, Batman y Wonder Woman, fueron relanzados (en el caso del murciélago esto no se vio reflejado en la numeración de sus revistas) con un nuevo origen para cada uno. Pero mientras Superman recibía con brazos abiertos a John Byrne, y Batman culminaba su “retorno a los orígenes” de la mano de Frank Miller, la Amazona era otra historia, ya que, estuvo un año sin salir (1986), producto de una editorial que no sabía que hacer con el personaje.
Acá empezamos a nombrar a quienes se cargaron al hombro el relanzamiento de Wonder Woman, en algunos casos, luchando contra la misma editorial: para empezar, la editora Janice Race, quién empezó a desarrollar algunos conceptos de preparación para la nueva versión del personaje, muchísimo antes de la llegada de George Pérez a sus puertas. Además, otro importante nombre para el relanzamiento fue el de Greg Potter, a quién Pérez atribuye el origen de las Amazonas, el concepto de Ares como primera amenaza de Diana, y su estancia en Boston, ciudad natal del olvidado guionista.
A pesar de lo dicho, Pérez ingresa al despacho de una Race desesperada porque parecía que DC iba a volver a darle a Wonder Woman un artista sin compromiso con el personaje. Obviamente, fue recibido con los brazos abiertos. ¿Cuál fue el aporte del dibujante de Crisis al relanzamiento del personaje? Más allá del dibujo, según propias palabras del mismo: “Llevaba años queriendo hacer un arco narrativo específico de Wonder Woman. De gran estímulo fue la historia en dos partes que Marv Wolfman escribió para The New Teen Titans en la que por primera vez tuve ocasión de dibujar la Isla Paraíso y también dioses griegos.”. Sumado a esto, el artista reconoce la influencia de Ray Harryhausen y del Thor de Walt Simonson para la parte mitológica, el arco que Pérez trajo fue, más que nada, el segundo de la revista, “El desafío de los dioses” (Wonder Woman vol 2. núms. 10-14; 1987-1988).
Para el tercer número, tanto Janice Race, cómo Greg Potter, abandonaron el proyecto (la primera incluso antes de que el primer número saliera a la luz) y, a pesar de que Pérez siempre se refirió a un trabajo en conjunto, su autoría quedó prácticamente en exclusiva. Los sustitutos de Potter y Race, que prácticamente venían a hacer el mismo trabajo, es decir, apoyar y complementar al artista, fueron Len Wein y Karen Berger.
En cuanto a argumentos pasados, Pérez no estaba contento con lo que veía. Tradicionalmente, el personaje había sufrido lo común que sufre una revista protagonizada por una heroína femenina: una perspectiva más masculina de como debería ser una mujer, la cual derivaba en que sus preocupaciones, algunas veces, sean más los hombres, o el novio, que la rodean, que salvar al mundo. Otra forma de escritura que había sufrido el personaje era el ser mostrada como una versión femenina de Superman, borrando la individualidad del mismo. Con la llegada de Karen Berger, tanto ella como Pérez, descubrirían que hacia especial a Wonder Woman: no es un alien venido del espacio, o un personaje producto de un trauma, ni siquiera es una diosa, sino que es un mito. La editora comenta: “Es más un personaje fantástico que un superhéroe en el sentido estricto de la palabra. Tiene ese elemento de fantasía de las grandes historias y leyendas, de las mitologías clásicas”. Hasta ahora, esto había sido obviado del personaje para acercarlo más al producto estándar de la época, pero este equipo lo tomaría como la base del relanzamiento del personaje y, como bien aclara Berger, ofrecía más con lo que jugar.
Para finalizar con el contexto, resta hablar un poco del apartado artístico. George Pérez venía de dibujar a Donna Troy en los Titanes por casi 7 años, y a la propia Wonder Woman en sus breves apariciones en la maxiserie Crisis, así que, pese a poder dibujar a Diana de memoria, el dibujante de las camisas hawaianas quería imprimir un nuevo diseño y estilo al personaje. Sin decir nombres propios, recuerda que vio diseños presentados que “parecían dirigidos a revistas tipo Penthouse. Las lectoras habrían detestado ver al principal y más potente personaje femenino convertido en un lascivo objeto sexual, ¡era sin duda la peor dirección que podrías tomar con este personaje!”. Y, poniendo manos a la obra, Pérez rediseñó el uniforme de Wonder Woman, añadiendo una segunda punta al cinturón y a la tiara, apostando por unos brazaletes plateados y eliminando para siempre los molestos tacones del calzado. En lo referido al aspecto físico, cambio el cabello de Diana, con una melena más larga y rizada. Detalles sutiles, pero que han perdurado como rasgos esenciales del personaje a lo largo del tiempo.
Un largo y placentero viaje al Paraíso
Como ya dijimos, citando al propio George Pérez, los aportes de Greg Potter son los que hacen una idea potente para arrancar, sin escatimar páginas (el primer número es doble), con la idea de enganchar al lector/ra. Los conceptos no sólo tienen una gran carga emotiva, sino que también parecieran rimar con el final de The Legend of Wonder Woman, la última historia post-crisis del personaje, de la cuál ya hablaremos en otra nota.
George Pérez agrego pequeños detalles, como el denominar a la Isla Paraíso como Themyscira (basado en la que es, en los mitos, la ciudad natal de las Amazonas). Además, en estos primeros números, es evidente el gusto y placer del dibujante en cada viñeta, tanto en argumento, como en la faz gráfica. Su planeamiento trata al personaje con una sensibilidad, respeto y cariño que no se percibía desde la época de sus creadores.
Con esto dicho, obtenemos una versión brillante y arriesgada. Con dioses griegos más humanizados, pero con absoluta fidelidad mitológica, y un Monte Olimpo inspirado estéticamente por la obra del holandés M.C Escher. Pérez demuestra un manejo absoluto del árbol genealógico y el drama de las deidades, quienes, a partir de esta etapa, se convierten en secundarios de cabecera. Con el tiempo, fue introduciendo más aires mitológicos a las aventuras de Diana, con aires de fantasía helénica que parecen introducirte a una heroica epopeya clásica, con diálogos cargados que acompañan el argumento de manera brillante. Pero, además, indaga en la relación entre dioses y mortales, profundizando la complejidad de su relación, especialmente en el caso de Zeus y su notable egocentrismo.
En el campo de lo terrenal, expandió el mito de las Amazonas, ahondando en la naturaleza de la sociedad matriarcal de Themyscira, incorporando reflexiones sobre su aislamiento del mundo, e incluso creando una nueva estirpe de amazonas en suelo extranjero mediante el personaje de Antíope, hermana de Hippolyta, que abandonó la isla en busca de venganza. Las Amazonas de Pérez, Wein y Berger no son intachables, cómo si lo fue su propósito, ya que, al fin y al cabo, son humanas. Esta idea será retomada más adelante por guionistas como William Messner Loebs y Phil Jimenez.
Hablemos un poco de la protagonista, una Diana especial desde el momento de su nacimiento, con cero identidad secreta e independiente de cualquier figura masculina, incluso del mismo Universo DC. Pérez, Berger y Race pelearon (y vencieron) durante años cualquier aparición de Wonder Woman en otras revistas sin su autorización. Sin dudas, el caso más conocido de esto es su breve, casi nula, participación en la Liga de la Justicia de Europa de Giffen y DeMatteis, pero hay otros menos tenidos en cuenta, como el caso de la miniserie Legends.
Sin embargo, no sólo hablamos de los superhéroes, ya que, los autores/ras separan el binomio Diana-Steve Trevor, evitando el romance entre ambos. En cuanto a esto, Pérez dice: “Me parecía interesante que Diana no tuviera ningún interés romántico. Parecía que, por el hecho de ser mujer tenía que tener novio o pareja, pero consideré que ella podía estar por encima de eso”. Partiendo de unas ideas de Greg Potter, Pérez creo un nuevo Steve Trevor, una figura más de “hermano mayor” para Diana, separando el romance, pero manteniendo al personaje. Además, planteó una subtrama dónde Steve y Etta Candy irían desarrollando una historia de amor.
Pero los personajes secundarios no se iban a reducir a eso, Karen Berger, desde el inicio, le pidió a Pérez la aparición de más figuras femeninas en la revista, y ahí es cuando entran Vanessa y Julia Kapatelis. Una especie de familia adoptiva para Diana, quienes se convertirán en maestras, amigas y guías en cuestiones desconocidas por la princesa. Además, ante la llegada de Diana al nuevo mundo patriarcal, con mucha más influencia de los medios de comunicación que aquél original de los 40, Wonder Woman necesitaría un ancla ante la llegada de una fama que no esperaba recibir, y ahí entra Mindy Mayer, la publicista que lanza a Diana al estrellato, pero que también tendrá, más adelante, su propio plot.
En cuanto a villanas, nuevas versiones de Cheetah, Circe y Silver Swan, rodean la revista de personajes femeninos que, al igual que lo mitológico, permitieron a Pérez tratar temas de actualidad, como el racismo, el sexismo, la homofobia, el abuso de drogas, la violencia doméstica, etc. Según Karen Berger: “George se esforzó muchísimo para que fuera un cómic que las mujeres, especialmente las más jóvenes, leyeran con ganas y comodidad (…) era algo poco habitual para un tipo que llevaba toda su vida haciendo cómics de superhéroes… me impresionó bastante”. La propia perspectiva femenina de la editora resultó una influencia vital en el proceso creativo, creando una Diana con un espíritu orgullosamente feminista, que cree en la bondad fundamental del ser humano, y una Wonder Woman cuyo rol de superheroína gira en torno a su misión de embajadora, compartiendo la sabiduría amazónica, para generar una sociedad más equilibrada y justa. Ésta es, y será, su prioridad, nunca al revés.
El fin de prosperidad para la revista concluye con su primer annual (1987), dónde Julia y Vanessa visitan Themyscira, en un número con grandes invitados e invitadas a los lápices.
Los noventa: peleas y salidas
Tras dos años, Pérez delega el dibujo en Chris Marrinan, que no es mal dibujante, pero le resta mucho brillo a la revista, acostumbrada al arte del dibujante de Crisis. Las ventas empiezan a bajar, a pesar de que las historias siguen siendo buenas, destacándose el annual número 2 (1989), dónde Karen Berger le pide a Pérez la incorporación de más mujeres artistas a la revista, así, Mindy Newell se une a los guiones, y también artistas como Collen Doran, Cynthia Martín y la genial Jill Thompson, entre otras.
En 1991, se celebraban 50 años de Wonder Woman. Pérez quería celebrarlo con el evento “Guerra de los Dioses”, un evento donde los dioses griegos se enfrentarían a los romanos, pero que no termina de cerrar bien por ningún lado. Ante la ausencia de Wein y Berger, Pérez se carga por completo el rol de escritor, resultando en diálogos insípidos, uso discriminado de personajes, nula caracterización, entre otros problemas. También es bueno agregar que el artista pensaba en sólo incluir la revista de la Amazona y de Capitán Marvel en el crossover, y la estúpida costumbre de DC de realizar eventos anuales con todos sus personajes incluidos, forzó a Pérez a escribir y cambiar cosas que no quería. A esto se sumaba el poco entusiasmo que mostraba la editorial por promocionar el evento y los cincuenta años de la Amazona. Además, existieron decisiones de distribución que no pusieron contento al artista. Y, la gota que colmó el vaso, fue que DC pospusiera el casamiento de Steve Trevor y Etta Candy, planeado por Pérez desde el comienzo como final de su etapa, para que dicha subtrama la continuara su reemplazante. En fin, todo un bochorno.
En el número 62, Pérez se despide de la revista con una carta a Wonder Woman, ya sin el apoyo de Karen Berger, que había renunciado poco antes por su maternidad, y decide irse de la editorial por mucho tiempo. Su reemplazante sería William Messner Loebs, que tenía un gran peso a espaldas.
Conclusiones
Más allá del mal final de su etapa, George Pérez siempre se sintió orgulloso de tiempo a cargo de la revista de Wonder Woman, incluso declarando que había sido su mejor trabajo, y siempre suele contar, como mérito a su trabajo, el elogio de la nieta de William Moulton Martson, y la sorpresa de una guionista al enterarse que su etapa favorita de Wonder Woman había sido escrita por un hombre heterosexual: “Ese es el tipo de cosas que te hacen darte cuenta de que, oye, ¡quizás sí que marcaste una diferencia! Los nuevos lectores que siguen descubriendo esas historias, los antiguos lectores que regresan a ellas, que sean elogiadas, referenciadas, que alguien aún reconozca en ellas su definición de quién es Wonder Woman…”
Obviamente recomiendo esta etapa de principio a fin, no sólo porque conocí al personaje mediante la misma, sino porque también creo que es el mejor reinicio post-crisis que DC llevó a cabo, incluso, parece ser, en contra de sus propios deseos. Desgraciadamente no puedo recomendar ninguna versión nacional para leer esta etapa, queda decir que se pueden encontrar aún números de la Editorial Zinco (aunque la misma nunca completo esta etapa), o buscar los tomitos de ECC España, bastante inaccesibles para el bolsillo argentino. Si tienen la suerte de poder conseguir esta etapa, resta decir, y citando a su principal autor, espero que disfruten este viaje tanto como yo lo hice… y sigo haciéndolo.
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