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30 monedas: El código De la Iglesia

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30 monedas: El código De la Iglesia

Con el advenimiento de HBO Max, seguimos descubriendo y comentando series que podés ver en la plataforma.

Habiendo sido estrenada el 2 de septiembre de 2020, 30 monedas no es precisamente una novedad. Pero como muchos no teníamos acceso a las producciones de HBO hasta la llegada de la plataforma de streaming, todo nos sorprende y todo lo queremos ver. Con una premisa llamativa que abreva en aguas tan disímiles como El código Da Vinci (2006), El exorcista (1973) y hasta te diría que Duro de matar (1988) a la que le suma puntos el que se trate de una producción dirigida por Alex de la Iglesia, esta serie española seguramente les llame la atención mientras revisan el catálogo.

 

EL EX-SORCISTA

En un idílico pueblo de provincia, de esos donde «nunca pasa nada» comienzan a producirse fenómenos inexplicables. A la veterinaria Elena (Megan Montaner) le toca presenciar uno de estos fenómenos y junto al intendente Paco (Miguel Ángel Silvestre) recurren al Padre Vergara (Eduard Fernández) para que los ayude a arrojar luz sobre el asunto. Por supuesto, al principio hay incredulidad, pero pronto no les queda más que rendirse ante la evidencia: una presencia sobrenatural se está manifestando en el pueblo. Curiosamente, quien menos apoya esta teoría es el propio Vergara, pero esto parece obedecer a que tiene mucho que esconder. Pronto los tres y el resto de los habitantes del pueblo se verán metidos en un embrollo que involucra fuerzas oscuras y una secta enquistada en el corazón de la Iglesia Católica.

La historia mezcla distintas creencias y hechos al mejor estilo Código Da Vinci, pero sin el componente criptográfico y con una dosis de horror y violencia gore que no dejan lugar a dudas sobre quién es el responsable de su realización. Esta vez no involucra a los Illuminati, sino a un grupo aún más oscuro: Los Cainitas, una secta gnóstica cuyos miembros se reivindicaban seguidores de Caín y veneraban a todos aquellos que fueron condenados por el Dios de los Judíos. De hecho, las treinta monedas que dan título a la serie no son otras que las que Judas Iscariote recibió en pago por entregar a Cristo a sus enemigos.

Con este punto de partida, se tratan temas religiosos, espirituales y filosóficos muy interesantes: el libre albedrío, el mal como complemento imprescindible del bien, los evangelios apócrifos, la naturaleza humana y divina y mucho, mucho más. La idea es muy interesante, pero por desgracia el desarrollo va en declive. A medida que la trama avanza, el guion se vuelve más y más insostenible. Los escritores meten a los protagonistas en embrollos de los cuales parece imposible salir… y como no podría ser de otra manera, los sacan de formas, precisamente, imposibles. Esto es particularmente evidente en el último de sus ocho episodios de alrededor de una hora de duración, cuando el previsible enfrentamiento final se resuelve con una seguidilla de deus ex machina que decepcionarán a cualquier espectador con un mínimo de sentido crítico. Para peor, este enfrentamiento en realidad no resuelve la trama y deja bien claro que habrá una continuación, misma que ya se encuentra en etapa de producción y se estrenaría el año próximo, aunque tampoco allí acaba la historia; según Alex, la obra se completaría en tres temporadas.

 

AL DEMONIO CON TODO

Las actuaciones son bastante buenas. Silvestre compone un muy creíble marido arrastrado por las ambiciones de su esposa, pero con el correr de los capítulos, cuando tendría que aflorar la veta de héroe de acción que supimos ver en Sense8 (2015 – 2018) no está a la altura de las circunstancias. Tanto Megan Montaner como Eduard Fernández se mantienen muy estables en su interpretación y este último se defiende mucho mejor a la hora de los tiros. Entre los malos, Macarena Gómez está muy creíble como Merche, la esposa de Paco, personaje que es de los que mejor evoluciona. Por su parte Cosimo Fusco (sí, el Paolo de Friends) interpreta al «jefe de nivel» de esta temporada con mucha soltura y tiene algunos de los diálogos más jugosos. De los secundarios, se destaca Javier Bódalo en el papel de Antonio, el tonto del pueblo que sin embargo parece tener una línea directa con lo paranormal.

Las varias criaturas demoníacas que aparecen están bien logradas, aunque sus fortalezas y debilidades van y vienen según las necesidades de los escritores… al igual que el resto del guion. Tienen algo de Alien y mucho de lovecraftianas.

En resumen, la serie es llevadera y entretenida, engancha al espectador, pero está llena de posibilidades desperdiciadas. Sus creadores tienen un plan a largo plazo, pero sería difícil adivinarlo solo viendo esta primera entrega. La sensación que deja es que se van inventando las reglas de su universo ficticio a medida que las necesitan y no les preocupa demasiado la credibilidad a la hora de resolver las situaciones en las que meten a sus protagonistas. Puede ser que las próximas entregas subsanen estos defectos y nos den un producto más acabado, pero dado el éxito que ha tenido, me parece poco probable: «si funciona, no lo cambie» es una regla básica del espectáculo. Habrá que esperar y ver.

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