CINE
La pesadilla americana (violencia apta para todo público)
Critica de Nobody, segundo largometraje de Ilya Naishuller. Damian Pettinari.
Nadie (Nobody, Estados Unidos/2021). Dirección: Ilya Naishuller. Elenco: Bob Odenkirk, Connie Nielsen, RZA, Aleksey Serebryakov, Christopher Lloyd y Michael Ironside. Guion: Derek Kolstad. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Edición: William Yeh y Evan Schiff. Música: David Buckley. Distribuidora: UIP (Universal). Apta para mayores de 16 años. Duración: 91 minutos.
Salir a correr, tomar un café esperando el colectivo, marcar tarjeta en el trabajo, escribir en una planilla de excel, volver a casa al anochecer, acostarse en la cama al lado de una esposa que ya duerme y al otro día correr inútilmente el camión de la basura para que el ciclo vuelva a empezar. Mediante la yuxtaposición repetitiva de imágenes y sonidos se presenta al personaje. Su vida rutinaria e infeliz parece reducirse a esos múltiples cortes llenos de velocidad y dinamismo. Es la “estética del parpadeo”, como se titulaba un artículo escrito por Ricardo McAllister, citado por García Canclini en Culturas Híbridas, donde seguidamente el antropólogo afirmaba: “Para ser un buen espectador hay que abandonarse al ritmo, gozar las visiones efímeras. Aún los videoclips que presentan un relato lo subestiman o ironizan mediante montajes paródicos y aceleraciones intempestivas.” Ilya Naishuller el director, oriundo de Moscú, además de cineasta es músico y dirigió mayormente videoclips.
Su anterior largometraje Hardcore Henry (Coproducción Rusia-China-Estados Unidos, 2015), también es una película vertiginosa, filmada casi enteramente en primera persona. Se asemeja a un video juego Role-Playing Shooter (juegos de rol de acción que utilizan una mecánica de tirador para el combate en tiempo real). Más allá de la destreza técnica que implica filmar de ese modo, la película carece de una estructura narrativa sólida, lo que causa que promediando la película poco nos importe la suerte que corre el tiratiros ciborg en el que nos encontramos atrapados. Es más, dan ganas de que un game over nos rescate antes del final.
La trama de Nobody se asemeja a la de Una historia violenta, aquel excelente thriller dirigido por David Cronenberg en 2005. En ambas la violencia irrumpe en el seno familiar. En Nobody un robo desencadena una serie de situaciones inverosímiles que van in crescendo hasta desencadenar una guerra total con la mafia rusa. ¿Estamos frente a una autoparodia? Si lo es, no queda claro.
Pero la similitud se reduce solo al velo de normalidad bajo el cual el personaje principal oculta su pasado. En la película de Cronenberg los personajes están bien delineados y sus relaciones constituyen un arco narrativo que está listo para romperse violentamente al llegar a la media hora, cuando implosiona la trama. En la película de Ilya Naishuller, en cambio, los personajes son cáscaras vacías.
Hutch Mansell es interpretado por Bob Odenkirk, aquél abogado chanta y carismático de Breaking Bad y Better Call Saul, quien con una actuación sobria sostiene un personaje que carece de matices, tan hueco como el resto. Christopher Lloyd, el Doc Emmett Brown de Volver al Futuro, personifica al padre de Mansell, en un papel que es casi una caricatura. Los roles femeninos son accesorios, mujeres pasivas frente a la acción, como la esposa interpretada por Connie Nielsen, que es encerrada en un sótano después de recibir un beso del hombre protector. El guion está a cargo de Derek Kolstad, la pluma detrás de la saga John Wick.
Las escenas de acción en Una historia violenta se desencadenan abruptamente, son veloces, brutalmente secas, como es la violencia en la vida real. Las coreográficas escenas de Nobody, en cambio, se anuncian soberbias pero carecen de impacto, es la violencia apta para todo público que no deja que el helado se derrita.
La historia fluye gracias a un buen trabajo de montaje. La música, otro acierto, logra dotar de cierta épica a las escenas. El soundtrack incluye canciones como I’ve Gotta Be Me de Steve Lawrence, What a Wonderful World de Louis Armstrong y The Impossible Dream de Andy Williams.
Promediando la película Hutch Mansell le dice a su mujer: “¿recuerdas lo que solíamos ser?… yo sí”. Si bien habla de su pareja en crisis, esa frase puede ser reveladora, no solo su pareja está en crisis, todo su ser está en crisis.
El filósofo político Carl Schmitt afirma en Teoría del partisano: “El enemigo significa el cuestionamiento de nosotros como figuras […]. Por esta razón debo contender con él durante una lucha para conquistar la medida de mí mismo, mi propio límite, mi figura.” La película juega con la palabra nadie, un don nadie es una persona de poco valor. Sumida en la frustración, la clase media blanca busca enemigos para reafirmarse a sí misma y al parecer solo encuentra satisfacción construyendo un imaginario de violencia dónde la salida consiste en exterminar al otro, en éste caso representado por delincuentes latinos y mafiosos rusos. La película al menos es honesta, glorifica la violencia sin ningún pudor.
Mansell seguramente votó a Trump, es la pesadilla americana.