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Un Tour por el Pantano: Saga of Swamp Thing (La Cosa del Pantano) de Alan Moore

Cómics

Un Tour por el Pantano: Saga of Swamp Thing (La Cosa del Pantano) de Alan Moore

Manuel repasa la gloriosa etapa de Alan Moore al frente de la Cosa del Pantano. Lo hizo desde el número 20 de enero de 1984 hasta el número 64 de septiembre de 1987 brindando un producto único, de tono oscuro, místico y fantástico.

“No me dejaban ser humano… y me convertí en un monstruo… pero no me dejaban ser un monstruo… así que me convertí en una planta… y ahora… tú no me dejas… ser una planta” (Swamp Thing al Hombre Flóronico)

 

Creo que, para este punto, nadie duda del gran escritor que es Alan Moore, con lo cual, es difícil hacerle justicia a su etapa en la Cosa del Pantano (que abarca desde el número 20 de enero de 1984 hasta el número 64 de septiembre de 1987) con una sola nota, sin mencionar grandes spoilers y sólo hacer breves referencias. Incluso con lo antes mencionado, este cómic debe ser una experiencia personal, un disfrute propio, con lo cual, es decisión de los lectores si leer esta mega-nota de cuatro partes que haré, comiéndose grandes spoilers de la trama, o leer la obra a analizar, para posibilitar tener una mirada más de esta gran historia.

Vale aclarar, antes de empezar, que esta no es una historia de superhéroes, más allá de que la colección sea de DC, y tenga cameos y/o apariciones especiales de personajes de la editorial, es un producto único, de tono oscuro, místico y fantástico, nada que ver con tipos con mallas.

Contexto y Antecedentes

Corría mayo de 1971 cuando Marvel pone a la venta el número 1 de Savage Tales que, entre otras historias, traía la de un científico convertido en un monstruo de barro y plantas llamado Man-Thing. Una historia unitaria qué, a futuro, apareció en diversas publicaciones, incluso teniendo la suya propia.

En ese mismo año, con un mes de diferencia, la principal competidora de Marvel, DC publica el número 92 de House of Secrets, con otra historia unitaria, ambientada a principios de siglo, donde otro científico se vuelve criatura de la ciénaga. Este es el primer origen de Swamp Thing, por cortesía de Len Wein y Bernie Wrightson, a pedido del editor Joe Orlando. El científico se llamaba Alex Olsen, quién terminaba vengándose del “amigo” que causo su accidente, y pretendía matar a su esposa. Orlando (veterano de la Entertaining Comics, fanático del terror) pidió una serie regular a Wein y Wrightson, que, tras un primer rechazo de los autores, apareció un año después, con fecha de octubre de 1972, pero con un nuevo origen, considerado adecuado por Wein y Wrightson, ambientado en el presente.

En esta versión, Alec Holland, un científico que investigaba una fórmula biorestaurativa basada en plantas, es asesinado aparentemente por agentes de un tal Mister E (colocan dinamita bajo su escritorio). Pero Holland no muere, cae quemado en un lago del pantano, en dónde, el contacto de este con los productos químicos, lo transforman en un monstruo vegetal. Esta primera etapa concluyo en 1976, ya con David Micheline y Gerry Conway en los guiones, con el científico volviendo a ser humano y trabajando en su fórmula nuevamente.

Ya en 1982 Wes Craven, famoso director de cine de terror, decidió transformar a Swamp Thing en una película. Con esto, Len Wein, que había regresado a DC tras varios años en la competencia (dónde creo a cierto mutante con garras de adamantium), enterado de los planes de Craven, sugirió a Jenette Khan, editora de DC en ese momento, que la película debía ser respaldada por un nuevo cómic. Wein no quería escribirla, así que fue elegido para buscar y seleccionar al equipo creativo.

En estos primeros números de la Saga Of Swamp Thing (título de este segundo volumen), Martin Pasko y Tom Yeates fueron los elegidos para llevar adelante al personaje. Introduciendo nuevos compañeros de ruta del monstruo, como Liz Tremayne y Dennis Barclay, o a la maligna corporación Sunderland. Pasko y Yeates hicieron un trabajo más que digno, con dos etapas bien marcadas, una termina en el número 13, mientras que la otra trae de vuelta a Anton Arcane, villano de la primera etapa. En el número 16, entran al apartado artístico Steve Bissette y John Totleben, ayudantes de Yeates.

Tras el número 19, Pasko decidió no seguir, y Wein emprendio la laboriosa tarea de encontrar un nuevo escritor.  Tras fracasar en su búsqueda por territorio yanqui, decidió mirar hacia Gran Bretaña, dónde seguía las historias de un guionista en 2000 AD y Warrior, un guionista que le pidió iniciar un nuevo camino y cambiando muchísimas cosas del personaje. Interesado en estas ideas, Wein contrato a Alan Moore, quien ingresó en el número 20 de la colección.

Análisis de la obra de Alan Moore I (Saga of Swamp Thing núms.20-27)

Hay que decir que, con la llegada de Alan Moore al título en su número 20, la serie da un giro de 180 grados. Sus primeras medidas, en dicho número, fueron asegurarse que Anton Arcane esté muerto, sólo podrá volver desde el Más Allá. La muerte existe en este cómic, las etapas se cierran, Moore utiliza “Loose Ends” para terminar lo de Pasko, definir mejor a personajes que utilizará a futuro (como Matt Cable y Abigaíl Arcane) y darle cierre a los que no usará (como a Liz y a Dennis). En este número, vemos a Swamp Thing reflexionando sobre su condición de humano convertido en monstruo, con lo cual, no encajaría nunca en nuestro mundo. La compañía Sunderland por fin atrapa al monstruo de Louisiana, no sólo lo revela y confronta, sino que termina eliminándolo. Es lógico que, luego de esto, veamos su autopsia.

Con “La lección de anatomía” Moore inicia una nueva narrativa en el cómic, al menos en el estadounidense:  la cuestión de la deconstrucción. El escritor busco darle un nuevo giro al origen del personaje, y lo hace, no con un relato cronológico, sino con una estructura narrativa en dónde el presente sólo está al principio y al final de la historia, el resto son retazos del pasado, algunas veces semanas, otros días. Sin embargo, pese a esto, la lectura es de fácil comprensión, todo encaja y se entiende. Mediante el narrador Jason Woodrue (El Hombre Florónico/Floronic Man), quién se encarga de realizar la autopsia al monstruo por pedido de Sunderland, descubrimos que Swampy no es el cuerpo de Alec Holland convertido en una masa de moho, musgo y pantano. Así la trama de la “búsqueda de la humanidad” queda descartada. La Cosa no puede volver a ser humano, porque nunca lo fue, ¿Que es entonces? No quiero arruinarles eso.

La siguiente mini-saga, que compone los números 22, 23 y 24, encuentra a Swamp Thing con las consecuencias de lo ocurrido anteriormente, no es monstruo, ni una bestia, es hijo de la naturaleza y bastante gentil.

En “Empantanado”, el primero de estos tres números, la Cosa no intenta ya mantener un cuerpo físico, sufre una crisis por la reciente revelación y su conciencia recae en el ecosistema que lo rodea. Vemos a Abigaíl Arcane, amiga, y futuro interés romántico de Swampy, gritándole sin que él reaccione. Este estado vegetativo le sirve a Moore para viajar por la psiquis del personaje, en dónde vemos los miedos y tragedias de Holland, y nos muestra cómo sería vivir como una planta pensante.

Ya en el número 23, titulado “Otro mundo verde”, Floronic Man experimenta en Alec Holland/Swamp Thing. Bebe su esencia, adquiriendo poder más allá de lo imaginado y controlando la vegetación mundial. Con esto, la Cosa debe reconfigurar su conciencia y recobrar su figura física, con ramas, fango y hojas, para detenerlo.

“Raíces” nos muestra a Woodrue con el poder de controlar la vegetación del mundo, creando y destruyendo vidas a su antojo, buscando vengarse de la humanidad porqué, según él, contamina el planeta. Incrementa el proceso de fotosíntesis, lo cual genera mucho oxígeno en la atmosfera, provocando incendios, que queman vivos a las personas del pueblo de Lacroix. ¿Quién suele enfrentar este tipo de amenaza? La Liga de la Justicia, pero acá la vemos impotente, no pueden combatir contra la naturaleza, están indefensos ante ella, la pregunta que se hacen es muy interesante para la historia ¿Quién salva a los que nosotros no podemos? Finalmente, el razonamiento de Alec Holland evita una catástrofe mundial, le hace ver a Woodrue su extremismo y su locura. Cuando los humanos y animales mueran, ¿Quién producirá el monoxido de carbono para que las plantas no mueran?, Swamp Thing le recuerda lo importante del intercambio y coexistencia natural entre los seres vivos, como cada uno depende del otro para su subsistencia. La mente del villano se derrumba, pierde todos los poderes, pero no es arrestado por Swampy, ya que, él no es un héroe. En fin, una de las mejores apariciones de la Liga en décadas, con motivaciones, personalidades más definidas, todo lo que su revista no ofrecía.

Nos vamos a los números 25, 26 y 27, los últimos de esta primera parte de la nota, y cerramos con el co-protagonismo de Etrigan (Jason Blood) en un homenaje de Moore a Kirby. Además, el número 25 marca la llegada a la silla de editora de la piedra fundamental de DC para los próximos años, la generadora de algo que aún hoy disfrutamos, la futura creadora de la línea Vertigo: Karen Berger.

Moore inicia esta saga con dos cuestiones puntuales. La primera involucra a Jason Blood, a quién hay que entenderlo como ser humano, ya que, sin humanos los demonios no podrían existir. Aquí, el guionista nos hace temer a Blood tanto como a su contraparte Etrigan. Por otra parte, tenemos a Abigaíl Cable tratando de volver a su antigua vida normal, encontrando un trabajo en un instituto para niños autistas, pero el ver a Blood y hablar con él dos palabras le hace comprender que eso es ya algo imposible.

En “El sueño de la razón”, título de este número 25, el guión se plantea de manera polifónica, ya que, tenemos cinco narradores, Blood, Abby, Paul (un niño del instituto), Matt Cable (marido de Abby, al cual vemos sumido en un profundo alcoholismo, deteriorando su matrimonio) y el mismo Swamp Thing.

“La hora de correr” nos enseña que los miedos de los niños son innombrables, cosas oscuras que apenas pueden ser entendidas.  El protagonista es Paul, quién, como habíamos visto en el número anterior, había sido testigo de la llegada del Rey Mono, una criatura capaz de despertar los más profundos miedos de las personas, de los cuales se alimenta. Mientras tanto, Abby llega a los Jardínes Elíseos (nombre del instituto dónde entro a trabajar) y descubre que algo malo ocurre allí. Incapaz de hacerse entender con su esposo, el cual muestra una actitud violenta, recurre a Swampy, en los primeros pasos de una relación que se irá fortaleciendo cada vez más.

El último número de la trilogía lleva por título “Conducido por demonios”, es el corazón del conflicto, dónde se da la batalla entre Swamp Thing, Etrigan y el Rey Mono. La ventaja parece ser para este último, ya que, la Cosa no puede atacarlo, y el demonio poco tiene que hacer contra un monstruo nutrido por miedo. Solo la inocencia infantil de Paul puede vencer la amenaza.

Diseñando el pantano. El apartado artístico

En el apartado artístico tenemos, fundamentalmente, a Steve Bissette y John Totleben, su arte es soberbio. Algunos hablan de técnicas similares al romanticismo, citando, por ejemplo, a Francisco de Goya.

En mi caso particular voy a decir que tanto Bissette como Totleben son impresionantes, con una gran composición, y una búsqueda de perfeccionismo claro en cada viñeta, las cuales son modificadas para dar un estilo particular.

Las portadas son, en estos primeros números, de Tom Yeates y Bissette, ambos hacen un trabajo increíble, siendo un gran atractivo visual.

Los colores de Tatjana Wood ayudan muchísimo, el color es impresionante. La elección de los mismos, la inmensa gama y la ayuda que reciben de la tinta dejan ver un efecto muy lindo. Se siente tan ochentero y, al mismo tiempo, es algo que no parece de esa misma época.

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