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“El Pitufísimo y otras aventuras de Los Pitufos”

Cómics

“El Pitufísimo y otras aventuras de Los Pitufos”

Manuel repasa la reciente publicación de Editorial Merci que no solo trae de vuelta a estos clásicos personajes creados por Peyo a mediados de los 80s, sino que nos refresca la importancia de la escuela de historietas franco-belga.

No hay duda que vivimos un momento dónde los cómic book de súperheroes mainstream, como Marvel y DC, han ganado el mercado del entretenimiento de manera absoluta, no sólo por su pertenencia a grandes monopolios internacionales, como Warner y Disney, sino por sus recientes adaptaciones cinematográficas, televisivas y de plataformas en línea, como Netflix, HBO Max o Disney +.

¿Cómo surgieron?

Con el panorama antes descripto, es difícil pensar que en los años ’80 el principal éxito de marketing en nuestro país era un programa de enanos azules con gorro blanco. Y es que Los Pitufos (Les Schtroumpfs en el original) invadieron el mercado infantil de la reciente Argentina democrática de fines de la década del ’80, sin embargo, pocos sabían que el producto televisivo que había generado el éxito derivaba de una serie de historietas pertenecientes a Bruselas Bélgica, o mejor dicho, pertenecientes a la mente de Pierre Culliford, mejor conocido como Peyo.

Apasionado por todo lo relacionado con la Edad Media, Peyo no tuvo dudas en dotar a sus creaciones de connotaciones de la misma, así desarrolló a su primer gran personaje como a un joven paje (hombre al servicio de un caballero) con misiones y aventuras caballerescas. Ese joven fue nombrado Johan y fue introducido en 1946. No pasó mucho tiempo para que Johan consiguiera, en 1952, pasar a ser publicado en el semanario Spirou, el más importante de la tradición franco-belga. En 1954, con la introducción de Pirlouit, la historieta pasa a llamarse “Johan y Pirlouit”.

En 1958, y acá es cuando todo lo contado empieza a cobrar sentido, “La flauta de los seis agujeros”, historia de Johan y Pirlouit, introduce a un pueblecillo de gnomos azules coronados por un gorro frigio, quienes empezarán a ser los más solicitados y pronto acapararán toda la atención del público. Yvan Delporte, mítico editor de Spirou, convenció a Peyo de realizar historias propias de estos personajes que habían obtenido tanta aceptación con el público, cuestión que se inició formalmente con “Los pitufos negros”, en 1959.

Análisis de las historias

Publicado por la Editorial Merci en diciembre de 2020, este primer libro de los Pitufos recopila los dos primeros álbumes, “Los Pitufos negros” y “El Pitufísimo”, con 3 mini-historias y 2 historias más extensas, es de tapa blanda, y muy preciosa realmente. Su precio es accesible, para los estándares actuales.

Las historias principales

Los Pitufos negros (1959;1963)

Publicada por primera vez en el n°1107 de la revista Spirou, la historieta nos presenta a Papá Pitufo enviando a uno de los suyos a buscar madera al bosque. Cuando es picado en la cola por una mosca (luego se la llamaría “Bzz”) su piel se oscurece y tiende a comportarse de manera monstruosa, limitando su lenguaje a la palabra “¡Ñac!” (¡Gnap! en el original). Poco a poco, todos los miembros de la aldea se van contagiando, mientras Papá Pitufo busca un antídoto.

Al ser la primera historia completa de 20 páginas de los personajes, Peyo nos demuestra un gran dominio del tiempo, nos presenta a los personajes brevemente, para luego desarrollar la trama principal de principio a fin. Algunas veces, aprovecha la acción y los hechos para presentar los rasgos más característicos de los Pitufos, sin perder el eje de lo que se está contando. Nos permite conocer a los personajes, sin interrumpir el hilo de la historia.

Sin dudas, ya habrán adivinado porque esta es una de las historias más polémicas de Peyo, con acusaciones de xenofobia y colonialismo. Pero, siendo honesto, es difícil encontrar algo estrictamente marcado como xenófobo, pero el debate está abierto.

Otra cuestión bien comentada es la relación de la obra con la temática zombie que luego vería la industria del entretenimiento, ya que fue publicada cinco años antes de la famosa película de George Romero: “La noche de los muertos vivientes” (considerada madre de las películas de zombies). Contiene muchos elementos de la misma y de futuras películas del género: los infectados pasan a ser descerebrados y agresivos, hay un grupo de supervivencia, la infección se trasmite con mordidas. Más allá de todo esto, Romero nunca ha citado a la historia de Peyo entre sus influencias.

El Pitufísimo (1964-65)

Publicada de septiembre de 1964 a mayo de 1965, esta es, sin dudas, la historia más llamativa de los Pitufos. Sin dudas no sería la última vez que Peyo reflexionaría sobre algunas cuestiones políticas y sociales, pero creo que nunca más sería de esta manera.

Cuando el Gran Pitufo (o Papá Pitufo) necesita viajar lejos en búsqueda de un ingrediente, los pitufos de la aldea descubren que se han quedado sin líder, sin guía, con lo cual se muestran totalmente desorientados. Al ver que todos se sentían calificados para liderar, proponen realizar una votación para elegir al nuevo jefe. En medio de la contienda democrática, uno de ellos empieza a hacer promesas a los demás para que lo voten, obteniendo la victoria casi unánimemente. Tras esto, el poder se le sube a la cabeza, pide ser llamado “Pitufísimo”, viste con ropa de oro, exige ser reverenciado, entre otras cosas. Cuando los demás pitufos se burlan de él, vuelve a recurrir a su persuasión para obtener una tropa al mando del Pitufo Fortachón, y un mensajero, representado por Pitufo Armonía. Con esto, su poder es casi total.

La trama de Peyo, Yvan Delporte y Derib (Claude de Ribaupierre), éstos últimos, colaboradores del autor en estas primeras historias, realiza varios guiños a las distintas formas de gobierno, el límite que pasan los políticos con tal de ser elegidos como también críticas a la corrupción y el abuso de poder.

Recordemos que Peyo era amante de lo medieval y le encantaban las historias de búsqueda de justicia, con lo cual, hay mucho de esto, no sólo en los guiones, sino que también en la ambientación gráfica. Además, que Bélgica, país de origen del autor, ha pasado por momentos muy duros, producto de intereses políticos, por lo que, no hay una sola forma de gobierno que no sea criticada en esta obra. Encuentro guiños a la monarquía, a la democracia, a crisis institucionales y sociales que llevan a la aparición de tiranos, déspotas y dictadores, incluso se critica el nepotismo.

Otras críticas van hacia la demagogia, representada por promesas y galardones, además de la adaptación de conceptos como orden, lealtad y abnegación para los intereses de determinado gobierno, o líder.

También, y ya personalmente hablando, la no caracterización del Pitufísimo para dar a entender que cualquiera puede caer en el abuso de poder, la no existencia de un enemigo externo a la aldea (no hay Gargamel, ni peligros de afuera, los propios pitufos se pelean entre ellos), la definición final de “humanos” que realiza Papá Pitufo al final de la historia, e incluso que su propio regreso es el que ponga fin al conflicto, dando a entender que los propios pitufos no podrían haberlo resuelto por sí mismos, son también pequeñas referencias y detalles que invitan a la reflexión, más allá si estas cuestiones fueron pensadas por el autor o no.

Las mini-historias

Además de los relatos principales, esta edición contiene tres mini-relatos, publicados en dichos álbumes entre 1963 y 1965.

El primero es “El Pitufo volador”, dónde el Gran Pitufo (o Papá Pitufo) les pide al Pitufo con Gafas (Schtroumpf a Lunettes, luego Schtroumpf Moralisateur, en el original, acá se lo conoció como Pitufo Filósofo) y a otro pitufo ir a buscar nueces. Cuando se ocultan de un peligro que los acecha, este pitufo se da cuenta de lo mucho que le serviría volar para solucionar algunos de sus problemas, intentando, durante toda la historia, hacerlo por todos los medios posibles.

Este relato es más de corte humorístico, y marca una tendencia que veremos más adelante en otras historias, un pitufo adoptando un rol, o profesión, para justificar la aventura.

La segunda historia, titulada “El ladrón de Pitufos”, es la presentación de Gargamel, junto a su gato Azrael (quién tuvo una breve participación en la historia anterior). Este hechicero pretende crear la piedra filosofal que convierte los metales en oro, y para ello requiere, como ingrediente a su fórmula, un pitufo. Esto abre la eterna rivalidad del villano con los habitantes de la Aldea Pitufa.

Aunque esta historia también es más humorística, tiene también sus toques de aventura, con un gran dominio del tiempo por parte del autor.

La tercera mini-historia, “Pitufonía en Ut” (Ut era el nombre de la nota musical hoy conocida como Do), nos presenta a los Pitufos organizando su propia orquesta, con el problema de que uno de ellos desafina con cada instrumento que intenta tocar, esto será aprovechado por Gargamel para vengarse de los protagonistas por su encuentro anterior.

Conclusiones

Cómo ya habrán adivinado, recomiendo leer estas obras, no sólo las aquí analizadas, sino también apuntar a una colección que empezó hace poco, y que nos trae una escuela de historietas poco reconocida en nuestro país, la franco-belga, al menos en estos últimos tiempos. Además, por si alguien se queda con ganas de más, o prefiere algo más moderno, la editorial también publica, paralelamente a estos clásicos, la versión más reciente de nuestros queridos pitufos, que ahora suman a la aldea de chicas que conocimos en su más reciente adaptación cinematográfica, para seguir viviendo más aventuras.

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