Cómics
Marvels (1994): Un manual de historia para la casa de las ideas
Manuel recuerda la obra de Alex Ross y Kurt Busiek que funciona en parte como una suerte de revisión de toda la historia de la casa de las ideas a través de la perspectiva de un hombre común y corriente.
Definitivamente, si de comics de superhéroes estadounidenses hablamos, Marvels no responde al paradigma del comic que se publicaba en su tiempo, es decir, la primera mitad de los años 90, y es que Alex Ross, artista de la obra, siempre declaro que su idea era revivir a los personajes clásicos de Marvel en una época donde la misma editorial estaba al borde de la bancarrota (quizás consecuencia de su propia ambición).
La miniserie de 4 números (luego se agregaría el número 0) no busca enganchar a lectores nuevos, o jugar con la nostalgia de los viejos, sino contar la historia de los personajes de Marvel desde la perspectiva de un hombre común y corriente. Su nombre: Phil Sheldon, un reportero y fotógrafo freelancer.
El argumento es una revisión de la historia de la casa de las ideas y se centra en momentos específicos de la misma como la creación de la antorcha humana original (lo cual deja en claro que la era Marvel, de manera simbólica, empieza con Namor); la aparición de los X-Men; la llegada de Galactus y la muerte de Gwen Stacy. Claramente, con la selección de los hitos de la historia de la editorial, se deja ver el amor de los autores por el comic clásico, especialmente de los ’50 y ’60.
El arte de Alex Ross es, como casi siempre, muy bueno y maravilloso. Se nota el tono hiperrealista del artista, producto de estudios como el de diseño gráfico, la pintura y la escultura. Con este trabajo Ross se hizo conocido, y es obvio el porqué, el arte es un golpe de efecto al común de la época, y resulta impresionante aún hoy.
Kurt Busiek, el guionista de esta historia, entendió el concepto de Ross de revivir a los personajes clásicos, pero agrego una idea fundamental: humanizar la historia. Busiek busco remarcar las ideas que resaltaron a Marvel en los ’60, representando a los superhéroes como seres imperfectos. Detalló esas imperfecciones describiendo el daño colateral que provocaban con su accionar (que puede resumirse con toda la destrucción que dejaban a su paso).
La representación de la ciudad de New York a través de los años es magnífica, no solo por los escenarios, sino por la sociedad que se desarrolla. Se percibe como la instantaneidad de los acontecimientos cambia la percepción de la gente. Como muta la opinión pública sobre estos “semi-dioses”, y como ésta es manipulada por los medios de comunicación. Esto último está más que representado por Phil, el protagonista, que toma el papel de “el pueblo hablando”, recurso muy utilizado en el teatro griego.
Otro punto que explora el guion es el racismo y el miedo a lo desconocido, principalmente a la hora de tocar el tema mutante, dónde es imposible no relacionarlo con la lucha de los derechos civiles afroamericanos de los años ’60, dónde muchas cosas que se ven en contra de los mutantes fueron sufridas por los mismos negros a lo largo de los fines del siglo XIX y casi todo el siglo XX en Estados Unidos.
Se puede agregar la enorme cantidad de cameos de superhéroes y famosos que se ven, no solo en momentos precisos, sino a lo largo de toda la obra, lo cual agrega un plus maravilloso a la misma.
Para finalizar, resta decir que recomiendo Marvels, considerando que debe leerse varias veces ya que la percepción del comic fluctuará dependiendo no solo del momento de crecimiento en el que estemos sino de los conocimientos que iremos adquiriendo en torno a toda la obra de Marvel. Entre otras cosas es una gran redención a una época y a una editorial, pero también un golpe a una forma de hacer comics que se hizo muy común a fines del siglo XX en la industria del mainstream supe heroico de Estados Unidos, especialmente en la misma Marvel.