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Menuda sorpresa

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Menuda sorpresa

Cristian Oliva reseña “Súbete a mi moto”, producción de Amazon que repasa la extensa y exitosa carrera del grupo “Menudo” oriunda de Puerto rico.

 

La aclaración es importante y vale realizarla desde el comienzo. Para ver la serie, e incluso leer esta reseña, es necesario despojarse de muchos prejuicios. Lo particularmente importante, y por lo que debemos estar agradecidos, es que tuvimos demasiado tiempo para hacerlo. La ficción exclusiva de Amazon Prime “Súbete a mi moto” repasa la extensa y exitosa carrera del grupo “Menudo” y lo hace con las aguas demasiado calmas. Hace dos décadas que la agrupación es solo un recuerdo, por lo que esta adaptación consigue erigirse como un producto “cuanto menos simpático”.

Incluso, es increíble, dados los números reflejados en la serie, que este fenómeno no haya sido, audiovisualmente hablando, explotado con anterioridad.

La serie, estrenada el pasado 9 de octubre, recoge a través de 15 episodios parte de la historia de “Menudo”, agrupación de origen puertorriqueño por la que pasaron 33 integrantes a lo largo de sus casi 20 años de carrera.  La óptica elegida para plasmar la misma, de acuerdo a lo expresado por los propios productores, se basó en las experiencias y anécdotas vertidas por Edgardo Diaz, creador y mánager de la banda, y José Luis Vega (coreógrafo y director creativo del grupo).

Obviamente esto trae consigo una visión de la historia simple, edulcorada y por momentos demasiado liviana.

La serie parte con una premisa básica y utilizada con frecuencia.  Julieta Torres (interpretada por Jossette Vidal), es una joven periodista que intentará inmiscuirse y entender el fenómeno que fue en su momento “Menudo”. Así entablará una serie de entrevistas con el creador de la banda, con el que iniciará una relación afectuosa. Sus inquietudes servirán  como excusa para atravesar el crecimiento y ocaso de la banda.

En los medios la mayoría de las críticas no ponen en tela de juicio las características técnicas de la serie sino muchos de los escándalos que conscientemente deja afuera. Las denuncias de abuso y explotación infantil son, sin dudas, la parte oscura de la historia, y si bien se mencionan, la serie lo hace muy por encima, casi sin peso narrativo alguno. Las numerosas declaraciones en contra volcadas tanto en redes sociales como en programas de tv de muchos de sus ex integrantes no hicieron más que brindar mucha más publicidad a la serie.

Las acciones deleznables mostradas se resumen en la agenda imposible a la que eran sometidos los niños y el trato por momentos impersonal que sufrían cuando los “bajaban” de la banda. El niño que comenzaba a experimentar cambios físicos producto de la llegada a la adolescencia debía ser reemplazado. Era una regla clara, qué dados los números de la primera boyband latinoamericana (vendió cerca de 20 millones de discos en el mundo e inspiró un sinfín de imitaciones como Los chicos, Los chamos, Parchís y Timbiriche), no parecía estar del todo errada.

¿Es poco comprometida? ¿La serie no se embarra demasiado? Sí, pero en cierta manera se hace cargo de eso mismo dejando en claro que el que cuenta esta parte de la historia tanto en la vida real como en la ficción es el mismo manager.

“Súbete a mi Moto”, que toma como nombre a una de las canciones más populares de la banda, consigue recrear correctamente la atmósfera de la década del 80 (los mejores años de Menudo). En esto mucho tuvieron que ver las coreografías, el vestuario y las más de treinta canciones utilizadas para su banda sonora.

La serie tiene un andar del que cuesta acostumbrase en el comienzo, pero luego del visionado de sus primeros tres o cuatro episodios, todo aquello que molestaba comienza a pasar desapercibido. Desborda un aire a telenovela adolescente, con demasiados vicios de tiras “de la tarde”. No hay tanto glamour, pero tampoco una pose mentirosa. Es un producto latino, filmado como tal.

La serie apunta al factor nostálgico, de la misma manera que lo hizo (y con muchísima mejor suerte) “Luis Miguel La Serie”; pero sin cargarse demasiada responsabilidad. Es un producto menor, pero muy llevadero. Incluso hay un recurso, bastante utilizado actualmente, donde el protagonista le habla al espectador a lo Francis Underwood de House of Cards.  Edgardo Díaz explica sus planes a cámara, y si bien en un primer momento, roza lo grotesco, te terminas acostumbrando al punto de sacarte finalmente una sonrisa.

“Menudo” fue la banda que inició las carreras de Robi Draco Rosa y del gigante Ricky Martin, y sin embargo aquí no se profundiza demasiado en ellos. Podría haberlo hecho y conseguir un crecimiento mediático aún mayor. Elige no hacerlo, optando por no perder el eje, y a los ponchazos lo consigue.

Parece difícil pensar en una segunda temporada puesto que linealmente llega hasta el ocaso de la banda, momento en el que se pierden los derechos sobre el nombre y pasa a llamarse “MDO”.  No obstante parece funcionar. Una serie sin demasiadas aspiraciones, pero entretenida y cumplidora. ¿Bastará?

Su título reza que es periodista, casi un 007, pero es lo de menos. Lo verdaderamente importante es que todavía sueña con lo que va a ser cuando sea grande.

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