Series
Una al mes: las doce mejores series de Netflix en 2019
Comenzamos un breve pero sustancial repaso por lo que nos dejó este año en materia de series nuestra plataforma de streaming favorita. En esta primera parte, abarcamos de enero a junio.
ENERO: SEX EDUCATION
Es una comedia y es inglesa y con eso ya tiene el 50% de mi corazón ganado. Pero, además cuenta con las actuaciones de Asa Butterfield como Otis Milburn, un adolescente típicamente looser y Gillian Anderson como su madre, la Doctora Jean F. Milburn, terapista sexual divorciada con una muy activa vida privada y culpable de gran parte de la «loosines» del protagonista.
Sex education toma los ingredientes de una comedia de situación con adolescentes típica norteamericana y los pasa por el tamiz del humor inglés, para demostrar que es posible romper los estereotipos y buscar la sonrisa (y la emoción) del espectador por caminos mucho más frescos e interesantes. La Homosexualidad, el bulling, el slutshaming, el abandono, la presión que padres y directivos ejercen sobre los atletas… incluso el aborto son temas que se tratan con una naturalidad que ya quisieran otras obras supuestamente «más serias».
Solo en sus primeras semanas, la serie fue vista por más de 40 millones de perfiles de Netflix, por lo que no tardó en confirmarse una segunda temporada, que estará disponible a principios del año que viene.
FEBRERO: RUSSIAN DOLL
«Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma» así es como Winston Churchill definía a la Madre Rusia y esta definición también aplica a Russian Doll, una historia que, al igual que La bola en la ingle, funciona a muchos niveles. Poco más de cuatro horas dura la primera temporada de esta comedia dramática con toques fantásticos, que según sus productores está planeada para desarrollarse en tres partes. Es la historia de Nadia Vulvokov (Natasha Lyonne) una joven cínica, individualista, quizás un poco promiscua y consumidora de toda clase de drogas que, en el día de trigésimo sexto cumpleaños, muere. Pero solo por un rato. Porque, en forma similar a lo que ocurría en la película El día de la marmota (Groundhog Day, 1993) Nadia tendrá la oportunidad de revivir ese día… solo para volver a morir cada vez.
Con ese material quizá un poco trillado, se construye una historia fresca y novedosa, con muchos niveles de lectura y que logra sacarte una sonrisa, una lágrima y una reflexión con la misma naturalidad.
La segunda temporada ya está confirmada, pero aún no tiene fecha de estreno.
MARZO: LOVE, DEATH & ROBOTS
Esta recopilación de relatos breves de animación con temática de ciencia ficción, es el equivalente en pantalla chica de revistas como Fierro, El Víbora o Metal Hurlant. Con estilos que van desde el ultra realismo de La ventaja de Sonnie (Sonnie’s Edge) hasta el más puro estilo de viñeta dominguera de El yogurt que conquistó el mundo (When the Yogurt Took Over) las historias están matizadas con un toque de humor que puede llegar al absurdo. Las temáticas van desde la ciencia ficción dura hasta el horror lovecraftiano de Vendrá por tu alma (Sucker of Souls), el Steampunk con ribetes Manga de Buena Cacería (Good Hunting) o el aporte de fantasía de Mutantes (Shape-Shifters) o La guerra secreta (The secret war).
El único de los dieciocho episodios que incluye actores de carne y hueso es La era del hielo (Ice Age), que cuenta con las actuaciones de Mary Elizabeth Winstead y Topher Grace. Cada capítulo dura entre cinco minutos y media hora y tendremos una segunda tanda el próximo año.
ABRIL: TIJUANA
«Welcome to Tijuana, Tequila, Sexo, Marihuana» cantaba Mano Negra. Y a ese cóctel (Molotov) habría que agregar violencia, claro, mucha violencia, gran parte de cual tiene a la prensa como objetivo. Así como el gran Gabo eligió contar la historia de Latinoamérica a través de la imaginaria familia Buendía, así Tijuana nos cuenta la historia del narcotráfico, la corrupción política y la impunidad en la ciudad fronteriza que le da título a través del día a día de un semanario político, el Frente Tijuana.
Con algunas actuaciones descollantes y otras bastante pobres entre las que lamentablemente se cuenta una de las protagonistas principales; con algunos minutos sobrantes y algunas escenas que no aportan mucho a la trama ni al desarrollo de personajes, pero con otras que nos ponen la piel de gallina; con un tema principal (No me acostumbro a Tijuana), compuesto por Celtia Montes e interpretado por Silvana Estrada que por sí mismo merece que mantengamos el dedo alejado del botón «Omitir Intro»; y con un final que nos deja rogando por una segunda parte, que lamentablemente permanece pendiente de confirmación; con sus faltas y sus aciertos, definitivamente Tijuana se ha ganado un lugar de honor en esta lista.
MAYO: DEAD TO ME
Cuando su marido muere atropellado por un conductor que se da a la fuga, Jen Harding (Christina Applegate) se une a un grupo para superar la pérdida, dónde conoce a Judy Hale (Linda Cardellini). Ambas mujeres no pueden ser más distintas: Jen está furiosa con el mundo por arrebatarle al hombre que amaba mientras que Judy derrama empatía por cada poro de su piel. Pero nada (y nadie) es lo que parece en esa comedia negra y muy pronto sabremos que la adorable Judy guarda un oscuro secreto.
Dead to me tiene un guion maduro e inteligente que navega con soltura entre el humor y los cliffhangers más típicos de un policial que de una comedia. La mayoría de los diez episodios terminan con un gancho que nos hace devorar ansiosamente el siguiente capítulo y el final de temporada no es la excepción. Por suerte se ha confirmado una continuación, aunque permanezca aún sin fecha de estreno.
JUNIO: EL CASO ALCÀSSER
Este mes ha sido tan pobre en cuanto a estrenos de producciones originales, que me vi obligado a saltarme las reglas autoimpuestas para esta serie anual de notas (comentar las doce mejores series originales de Netflix, a razón de una al año) eligiendo entre la segunda parte de Dark… o un documental. La segunda opción me pareció la más honesta.
El caso Alcàsser analiza un triple asesinato ocurrido en España en 1992, poniendo el eje en la cobertura que los medios hicieron de el. El sensacionalismo morboso fue la norma, con periodistas diciéndole a la madre de una de las adolescentes asesinadas, que sostenía una foto de su la niña «abrace a su hija, abrace a su hija» mientras que otros discutían si las chicas estaban con la regla o si sus pezones habían sido quemados. Cuando se inició la persecución de los sospechosos, un semanario llegó a publicar un reportaje con uno de ellos, completamente falso, en el que el supuesto asesino incluso posaba junto al periodista: luego se supo que se trataba de un modelo argentino, que aseguró no saber el destino de las fotos.
Esta miniserie es una denuncia contra el amarillismo, y una crónica mucho más imparcial y seria del estremecedor crimen.
