Cómics
Siete vidas para reír
Análisis de Eloísa, volumen recientemente lanzado por Pictus Editorial, que recupera el tramo final de la tira Jim, Jam y el Otro, íntegramente a cargo de Max Aguirre
Hace algunos años, cuando finalizó la publicación de su clásica tira Jim, Jam y el Otro, que aparecía en la contratapa del diario La Nación, y cuenta con tres libros recopilatorios oficiales hasta el momento, Jim, Jam y el Otro (2009), Editorial Sudamericana, Pólvora y chimangos (2012) y Margaritas y chanchos (2013), ambos de Pictus Editorial, el historietista Max Aguirre (Hurlingham, 1971) inició lo que es de alguna manera la continuación directa de aquella historia centrada en el devenir cotidiano de tres jóvenes amigos. La autorreferencial Genio y figura, que ocupa la contratapa del mismo matutino desde entonces, tiene al propio creador como coprotagonista, puesto que la simpática, inquisidora y traviesa gata Eloísa termina eclipsándolo la mayoría de las veces.
El impredecible felino pasó de secundario de lujo en la previa a personaje casi central de la actual tira, cuando es regalado por la versión anterior del artista a la nueva. Este obsequio, medio tramposo, trajo aparejado un cambio de estilo en el look visual de la minina mestiza, que ahora luce menos voluminosa, más estilizada. Sin embargo, esta suerte de enroque entre personajes es más común de lo que parece en el ámbito del humor gráfico nacional, Clemente y Bartolo, del recordado Caloi, pueden atestiguarlo, pero no es el único caso, el tanguero Prudencio, de Fernando Sendra, perdió protagonismo y hasta el nombre de su propia tira, al aparecer Matías.
Había una vez, tres amigos y una gata
En Abril pasado salió a la venta el primer volumen compilatorio de las viñetas que la tienen como figura excluyente, gentileza de Pictus Editorial, como parte de la colección Factor Fantasía, que lleva su nombre por título y cuenta con 96 páginas a todo color en el clásico formato apaisado (14 x 20 Cm.). En la práctica, esto es una suerte de continuación directa de las tiras de Jim Jam y el Otro, aunque con participaciones reducidas del querido trío protagónico, recuperando material originalmente publicado entre 2009 y 2013.
Sin spoilear demasiado, lo cierto es que la sorpresa del tomo pasa por la mayor participación dada a Moreira, el perrito de la rubia, con una personalidad totalmente opuesta a la de la gata. Los intentos del can por ganarse su amistad y la dinámica entre ambos, siempre efectiva, sobresalen entre el resto de las interacciones, sea con la Mariposa, el pajarito Cabecita Negra, la Hormiga, o el Pato Patricio, con el que también tiene buenos momentos -al decidir salir a la aventura-, no obstante.
Después, se destacan los dos segmentos en la veterinaria, por las inesperadas consecuencias que acarrea el primero, breve, y la desopilante participación del pelado y el veterinario, en el segundo, algo más extenso. El extravío del felino al subir a un árbol y no saber cómo bajar deriva en un tramo muy logrado, también, sobre la mitad del libro, con su dueño recorriendo el barrio para hallarlo; rastreo que implica un par de interesantes conversaciones con vecinos, y hasta la participación de dos geniales bomberos, Llamas y Madariaga, a los que recurre con una solicitud de asistencia técnica, una vez que logra ubicar a su mascota.
En el medio, al principio y sobre el final, complementan sendos instantes en los que la introspección y el existencialismo -de ella y su dueño humano-, ganan terreno de la mano de notables reflexiones de índole urbana, no exentas de cotidianeidad y fantasía, que tienen lugar al interior del departamento en el que transcurren sus días o en locaciones barriales cercanas.
El apartado referencias da para todo, hay una muy simpática que involucra la célebre tira norteamericana Krazy Kat, de George Herriman, otra centrada en la popular canción ‘Mi Unicornio Azul’, de Silvio Rodríguez, y hasta una mención a los contemporáneos Angry Birds. Aguirre emplea muy bien este gastado recurso argumental, logrando siempre sorprender, por lo inesperado de las situaciones generadas para su inclusión.
Desenredando el ovillo
Max Aguirre hace tiempo dejó atrás el status de ‘joven promesa’ (ambos, en realidad), para convertirse en un artista con una voz fuertemente personal, reconocible ante propios y extraños. En su particular estilo conviven muchas y variadas miradas de distinta índole, que conjugan el respeto por la rica tradición del humor gráfico argentino con la preocupación por temáticas socioculturales contemporáneas.
Experiencia y talento se conjugan en su trazo, efectivo a fuerza de una síntesis de precisión, dinamismo y correcto manejo de los tiempos requeridos para el gag visual. Eloísa se convierte así en una tira divertida, cuyo disfrute tanto leída en forma segmentada como recopilada, está asegurado. No menos importante es el hecho de que la serie es apta para todo público, chicos y grandes van a encontrar motivos para reír al recorrer esta selección de viñetas. Una lectura que induce a reflexionar con una sonrisa. Vale doble.
