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Entrevista a Gianni Dalfiume

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Entrevista a Gianni Dalfiume

En el marco de la séptima Crack Bang Boom, Mariano Sicart charló con el prestigioso dibujante

Italiano de nacimiento, argentino por adopción, Gianni Dalfiume comenzó a trabajar profesionalmente en el dibujo de historietas a los diecinueve años. Casi seis décadas después de aquel debut, tras haber paseado su talento por las revistas de Editorial Frontera, Editorial Yago, Editorial Columba, Ediciones de la Urraca, en diferentes géneros, y transitado el mercado estadounidense, italiano e inglés, inicia su tardío retorno al medio impreso en Argentina.

En 2015 el sello Ferullo Burke editó un lujoso tomo dedicado a su vida y obra, inaugurando la Colección Historietistas. Invitado en la séptima Crack Bang Boom el mes pasado, charló amablemente con CM de ese y otros temas en la entrevista que reproducimos a continuación.

¿Primera vez que viene a Rosario, en calidad de invitado por la profesión?

La primera vez, sí. Porque estaba un poco alejado de este mundo que tantas satisfacciones me dio, pero estoy volviendo. Despacito -risas-

¿Qué se siente? ¿Cuál es la sensación?

Es gratificante, hay mucha gente que recuerda cosas que yo no, que sabe más de las historietas que yo. Cuando hicimos la presentación de este libro, con el editor, primero en Puerto Madero, después en Tucumán, había gente que sabía más del personaje -Jackaroe- que yo. Me preguntaban: ¿por qué en tal episodio le cambió el revolver, y en tal otro le voló el sombrero? Eso a mí me sorprendió, gente que recordara esas cosas.

Antes de este libro, que es reciente, vino la colaboración para La Duendes, en 2013, con el libro ‘¡Bairoletto!, el bandido rural y otras historias’, ¿cómo fue esa experiencia?

Eso fue un poco el arranque de todo esto. Un día me llama por teléfono Alejandro Aguado, el director de La Duendes, queriendo hacerme un reportaje. Yo vivo en Rodríguez, le dije, a él le quedaba un poco a trasmano, desde Comodoro Rivadavia -risas- El caso es que apareció, hicimos la entrevista, que subió a Internet, y después empezamos a republicar material. Junto con Bairoletto, que tiene guión de otro muchacho -Otto Carlos Miller-, salen varias historias con guiones míos. Ese fue el puntapié inicial. Yo le digo siempre que le agradezco ese movimiento, porque a partir de ahí surge esto del libro-homenaje, incluso el Bairoletto sacó una segunda edición, ahora, un poco más grande que la otra. La verdad que no sé, a mí me está asombrando.

Además, le estoy dibujando a él, como guionista, un trabajo sobre una persona local, del sur, que a comienzos del 1900 fue una especie de pionero, con una vida de personaje de historietas, la verdad. De origen lituano, ya de chico los padres lo iban a buscar cuando salía a jugar y andaba en las tolderías de los Tehuelches, imaginate. Después fue piloto de avioneta, conoció a Antoine de Saint-Exupéry, también. Un tipo con una historia increíble. Incluso hay gente interesada en Francia por este trabajo, me dijo Aguado. Vamos a ver qué pasa, pero estoy trabajando en eso ahora. Ya debo haber hecho unas veinte páginas, pero son como ochenta, o sea que faltan unos cuantos meses todavía.

Usted se había dedicado a la plástica cuando dejó la historieta.

Un poco sí, y a la escultura también, que siempre me gustó bastante. Me acuerdo que  iba al taller de Marino Santamaría, que es un reconocido pintor, y me decía siempre que yo hacía todo un poco bien, pero no que no me dedique a todo por que es una locura. ‘Enfocate en la historieta, que es tu laburo y te da de comer, lo hacés bien, tenés éxito, y de las otras artes, elegí una’, porque es mucho el dibujo artístico, la pintura, la escultura. Y es cierto, no te alcanza la vida. Primero hay que laburar, para que te salgan las cosas más o menos, no es gratarola, no te cae del cielo el conocimiento, te cae de la experiencia. Ahora yo veo todo como un dibujo, estoy en una cola del banco y hago una viñeta. Boludeces que uno hace, pero no podés dejar de dibujar.

¿Cuál es su opinión al respecto de Editorial Columba, con la que está tan identificado profesionalmente, y de la que tanto se ha hablado después de su cierre entre artistas, periodistas y público en general, tanto a favor como en contra?

Mirá, mi postura es que era una fuente de trabajo como no hubo en Argentina respecto a la historieta, ni antes ni después. Era importantísima. Está bien, hay contreras, que apuntaban a la producción y decían que era una máquina de picar carne. No. La máquina de picar carne es uno mismo. ¿Sabés cuántas veces lo tentaron a -Cacho- Mandrafina para que hiciera cuatro o cinco historietas por mes, y con buena plata? Y el tipo hacía una, o dos quizás. Nada más.

¿Para conservar la calidad del material?

Pero, lógico. Vos sos la máquina de picar carne. Columba iba a su negocio, ponían guita y querían sacarle rédito, ése era el negocio de ellos. Lamentablemente es así. Estamos en una sociedad de consumo, o sea, las revistas se venden. Uno va y come, tiene que laburar y todo. Que por ahí el material no sea lo excelente que pudo haber sido es otro tema. Se traduce también en situaciones económicas del país, a veces.

No sé, no le podían pagar lo que le pagaban a -Alberto- Breccia, a mí o a otros, ponele, en ese entonces. Absurdo, hay una diferencia. Bueno, el de abajo, el que ganaba dos mangos, se vivió quejando. Y ahora llora por que no está Columba. Los pibes esos que despotricaban, lloran, te lo aseguro. Más de uno cambió el discurso. Yo soy amigo de todo el mundo, pero viste, a veces le tirás por la cara algo de lo que dijeron, por que te da bronca. Hubo como una persecuta contra Columba, que realmente no dio resultado. Simplemente esto se produjo por defectos de concepciones económicas de ellos, algo pasó ahí. Pero yo creo, honestamente, que es una picardía que haya desaparecido Columba.

Hasta te pagaba el aprendizaje, si querés. Los tipos te veían un poquito de calidad y te daban un laburito, vos ibas aprendiendo y cobrabas. Y afilabas las uñas ahí. Todo el mundo trabajó en Columba, hasta -Hugo- Pratt; hizo un solo laburo, pero lo hizo.

Usted siempre estuvo muy asociado con el western, aunque haya trabajado otros registros. En todos estos años de carrera, ¿quedó algún género que le hubiese gustado transitar?      

Vos sabés que no, por que hice muchas cosas en Columba, con mayor o menor suerte. Hice virtualmente de todo para ellos, hasta adaptaciones de películas. Guerra, cowboys, aventuras. No me daban otras cosas, por que ya me habían encasillado un poco, pero yo mismo me había encasillado también. Por que me encanta el tema, a mí me gusta la aventura, el espacio abierto. No me gusta el policial, por ahí leerlo sí, pero no hacerlo.

Alguna anécdota de Jackaroe que quiera compartir con nosotros, más allá de aquella que tuvo que ver con ‘revivir’ de alguna manera, a partir de sus trazos al personaje.

Es verdad eso, sí. Después, en ‘Gente’ le hicieron algunos reportajes a Robin Wood, y en uno hay una foto en la que se ve que está sobre la mesa escribiendo, y hay unas páginas de Jackaroe dando vueltas. Yo las reconozco, a lo mejor otros no. Muchas veces él veía algún detalle que yo le ponía en la ropa o algo, y por ahí lo magnificaba, haciendo una historieta alrededor de eso, se iba retroalimentando. Wood es un tipo muy inteligente, uno de los mejores guionistas que yo haya leído. Hay gente que está en contra de eso, pero no me importa. Cada uno tiene su opinión.

¿Cómo ve el medio actualmente, sin editoriales grandes ya, pero con tantos sellos independientes esforzándose por recuperar un mercado nacional de historietas?

Lo veo en desventaja con lo extranjero, que nos ha tapado. Es lo que decía un poco Oesterheld, la lucha de él era contra eso, contra los superhéroes, las mexicanas, que se reimprimían allá. Pero insisto, está el otro lugar, hay otra parte que no es así, aunque las pequeñas editoriales hoy están en desventaja contra eso, que nos rodea y se ha impuesto, manga y superhéroes. No es fácil sobrevivir. Por que se edita no mucho, son microediciones. ¿Si no las vendés, qué hacés? Es una inversión que no se recupera. Es todo un lío el circuito en sí. Tengo confianza en los chicos, por que hay unos dibujantes de puta madre, pero claro, muchos laburan para afuera.

Yo en un momento compartía un poco esa idea de -Alberto- Breccia que decía que se iba a acabar, y después cuando se fundió Columba, pensé que se cumplía lo que el viejo decía, pero entonces ves que hay como una reacción, un resurgir de la cosa. Hay unos versos muy lindos de José Martí, que dicen ‘vi salir de entre los escombros, volando las mariposas’. Yo tengo confianza en la energía de los chicos, pero acá con la industria en sí, no sé qué va a pasar.  

Por último, ¿qué podemos ver suyo, nuevo o no tan nuevo, en breve, material que vaya a publicarse, por ejemplo, ese capítulo de Jackaroe reeditado en el número dos de Rebrote?

No vi lo último, usaron una tapa también. Lo vi en Internet, pero no lo tuve en mano, iba a ir a la presentación y se me complicó. Pero, aparte del proyecto con Aguado que te conté, está el sello editor del libro -Farullo Burke-, que quiere republicar ‘Un tal John Juan’, que salió en ‘Turay’ en los setenta. En su momento salieron cuatro capítulos, pero yo hice siete, tres no se vieron nunca. Yo tengo fotocopias de los originales, y las estamos retrabajando para hacer un libro con la totalidad de la obra, ya se está haciendo la tapa, en color. Va a salir apaisado, pero en formato más grande que el original.

Bien. Muchas gracias por su tiempo.

No, gracias a vos.

 

 

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