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Stranger Things: Orgia de referencias

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Stranger Things: Orgia de referencias

Impresiones acerca de la reciente producción exclusiva de Netflix. Por Cristian Oliva.

Existe un gran dilema acerca de la valoración que tengo respecto a Stranger Things. La valoración se pierde y fluctúa frente a mis deseos de tomar distancia, de alejarme de esa manada que a viva voz, escribe y contagia proclamando que se trata de una obra maestra. No se equivoquen, Stranger Things  es una gran serie. Su corta temporada de solo 8 capítulos atrapa, contagia y sirve para alimentar lo que bien había sabido conseguir  instalar desde mucho antes de su estreno: el amor por los 80s, por el cine fantástico y de aventuras con el que muchos crecimos. 

Entonces me pregunto, ¿es posible tomar esa distancia? ¿Es posible obviar las incontables referencias y con ellas las incontables sonrisas que expuse con cada uno de sus capítulos?

Si así lo consiguiese podría decir que Stranger Things no deja de ser un producto que ha sabido explotar comercialmente al máximo el concepto de nostalgia. Que la misma distrae e impide darnos cuenta que su historia funciona pero que lejos está de ser novedosa ni maravillosa. Es cuanto mucho adecuada,  destilando en cada uno de sus pasos una nula originalidad. Arriesga poco, o en todo caso,  lo justo y necesario.  Allí se presentan todos los clichés que podemos imaginar: animadoras, los típicos abusones, hermanos mayores, el primer amor, nerds, frikis, bicicletas, música de “The Clash”, monstruos, poderes sobrenaturales, un pequeño pueblo y una vasta cantidad de etcéteras que nos parecerán entrañables y necesarios.

Sin embargo Stranger Things cuenta con valores propios, elementos que nos permiten atenuar la culpa que mencionaba párrafos arriba. Una culpa nacida por el simple hecho de brindarle a la serie una entidad de clásico instantáneo sin justificación cierta…o por lo menos sin una justificación basada en el tiempo (requisito indispensable si hablamos de clásicos). La serie presenta un nivel técnico envidiable, una ambientación perfecta, una sólida narración y algunas actuaciones, sobre todos la del trió protagonista, cuanto menos sobresalientes. Goza de buen ritmo y de una cantidad de capítulos justa.

Resulta incluso un ejercicio rico y entretenido buscar cada una de las referencias con las que dialoga el film con sus pares. El cine dialogando con el propio cine…y en este caso particular Stranger Things mantiene una charla con “ET”, “Encuentros cercanos del tercer tipo”, “Los Goonies”, “Alien”, “Pesadilla en Elm Street”, “Poltergeist”, “Stan By me”  y “El Vuelo del Navegante” por solo citar algunos ejemplos.

El revival de los 80 no es reciente, no lo es en el cine y mucho menos en tv. Pero Stranger Things no es Super 8 y tampoco “Kung Fury”. La serie escapa de la mediocridad, del concepto de plagio y de repetición para hacer de sus referencias un gran homenaje.

Con tan solo unos días de su estreno la serie ha conseguido posicionarse en el puesto 16 de IMDB como una de las mejores series de la historia. No es casual, la serie trabajo para eso desde el minuto cero. Todo es artificial, todo es producto de una gigantesca campaña de marketing  fríamente calculada. Un inmenso truco, una completa farsa.

Pero al fin y al cabo quién tiene ganas de descubrirla.

Su título reza que es periodista, casi un 007, pero es lo de menos. Lo verdaderamente importante es que todavía sueña con lo que va a ser cuando sea grande.

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