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Cómics de culto: El misterio llamado Gardel

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Cómics de culto: El misterio llamado Gardel

Allá por el año 2009, el guionista Carlos Sampayo y el dibujante José Muñoz daban forma a una apasionante novela gráfica que revisaba los aspectos más controvertidos del mítico cantante rioplatense. El libro fue finalmente publicado en 2011 por la editorial española Libros del Zorro Rojo y hoy lo reseñamos en exclusiva para Central Mutante.

Allá por el año 2009, el guionista Carlos Sampayo y el dibujante José Muñoz daban forma a una apasionante novela gráfica que revisaba los aspectos más controvertidos del mítico cantante rioplatense. El libro fue finalmente publicado en 2011 por la editorial española Libros del Zorro Rojo y hoy lo reseñamos en exclusiva para Central Mutante.

C.G: – Olvidate de las mujeres. Aparecen y se acabó la broma.
Farra de hombres y timba moderada.
– Pero Carlitos, ¿y el amor?
C.G: – El único amor verdadero es el de la madre.

 

Para empezar, vale aclarar que me importa menos el nombre de Carlos Gardel (muerto trágicamente hace casi ochenta años, y muy ajeno a mí emocionalmente) que el de los autores de la novela gráfica. Con esto quiero señalar que cualquiera hubiera sido el personaje retratado –de hecho, estos artistas trabajaron hace muchos años sobre la figura emblemática de Billie Holiday- lo mismo hubiera sido. En cualquier caso, la marca Sampayo-Muñoz me obliga.

Y es evidente que, a estos autores, la música y los mitos populares les tira, algo que los diferencia radicalmente como artistas. No es muy común que el cómic se mueva en dichos terrenos y, cuando lo hace con talento, florece algo nuevo, extraño, inexplorado. (Robert Crumb trabajó, en su momento, sobre la emblemática figura del escritor de CI-FI Philip K. Dick; hace muy poco Warren Ellis y Michael Allred sobre Emilio Bacardi, el célebre creador de la popular marca de Run cubano, para citar algunos ejemplos).

La novela gráfica Carlos Gardel: La voz del Río de la Plata pretende examinar los aspectos más controvertidos de la figura de “el zorzal criollo”, que no fueron pocos. Pero examinar es eso, simplemente: no arrojar luz, porque eso hubiera dado pie a pura ficción -polémica ficción, tratándose de una persona real- o hubiera erigido a los autores en un altar de jueces que, en este caso, no tendría razón de ser. En uno de los prólogos, los autores van más lejos y afirman que éste es un Gardel imaginario, porque “él mismo invitaba a la conjetura y evitaba precisiones”.

¿En donde nació Gardel? Nadie parece saberlo. ¿Era Gardel un homosexual reprimido bajo una fachada de amor incondicional a su madre? Quien sabe. ¿Estaba Gardel a tal punto des-comprometido políticamente, que lo mismo le daba cantar para socialistas o conservadores? Quizá. ¿Era un ludópata? Cómo saberlo. El guión de Carlos Sampayo se mueve en el fangoso terreno de las probabilidades, insinuando (y hasta provocando), pero nunca cayendo en el vacío de la afirmación o la exactitud, lo cual no hace más que agigantar el misterio que envuelve a la mítica figura.

La historia del pasado, no obstante, es tratada desde la actualidad y el personaje clave es Romualdo Merval, un anciano psicótico que conoció y admiró a Gardel en sus años mozos, lo envidió casi hasta enfermarse y hasta está convencido de haberlo matado. Finalmente, en los últimos momentos de su vida, cree ser Gardel. Este personaje viene a simbolizar esa suerte de necrofilia popular por ciertas figuras (la mayoría, con una connotación sexual elevada), que hacen que finalmente se conviertan en mitos e identidad. A tal punto lo sabe Sampayo, que recrea un programa de televisión absurdo donde un sociólogo y un estudioso de Gardel discuten sobre si el popular cantante de tangos es o no “la figura argentina intachable del siglo XX”, en todo caso un título ridículo y sin sentido pero, para casi todos, conclusión que se hace necesaria y vital.

Si el guión es original, el dibujo de José Muñoz la rompe una vez más. Aunque con los años su trazo se hizo un poco más rayado (no tan límpido como en aquellas historietas de Alack Sinner que publicara Fierro en los `80s) y los claroscuros que son su marca ya no sean tan asiduos (aunque, de hecho, están), el maestro apela a otros recursos para seguir en lo más alto de la vanguardia y volarle la cabeza a propios y extraños.

Por ejemplo, la caricaturización de los personajes de relleno, que no pretenden ser más que un homenaje del dibujante a sus ídolos de la década del 50 y 60: hay reminiscencias de Tardi, Torino, Battaglia y quien sabe cuantos más. También hay una gran documentación de la estética de Buenos aires en los primeros años del siglo XX, y una gran cantidad de secuencias oníricas (como la del momento mismo del accidente que terminó con la vida de Carlitos, intensamente bella y dramática) y pinceladas magistrales página tras página. En definitiva, un trabajo genial que confirma a José Muñoz como un “dibujante de dibujantes”, aquel que innova y al que todos sus colegas admiran.

Y en lo que a excelencia se refiere, la edición de Libros del Zorro Rojo no se queda atrás e impacta desde la calidad del papel (no plastificado, pero sí un poroso de excelente calidad y grosor), la información de los autores en las solapas, un texto de Julio Cortázar sobre Gardel (originalmente aparecido en la emblemática revista Sur), un prólogo sobre la identidad a cargo de Oscar Zárate y varios textos de Sampayo y Muñoz, que le dan al libro un ropaje literario importante y lo hacen, también por sus grandes dimensiones, un objeto hermoso pero sobre todo honorable, para guardar para siempre en el anaquel de las joyas.

Porque si Gardel cada día canta mejor, que nos queda decir de estos autores.

 

 

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