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La batalla de los dioses: Una desilusión que crece cual Genkidama

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La batalla de los dioses: Una desilusión que crece cual Genkidama

La creación de Akira Toriyama volvió a los cines, con un buen numero de pantallas, con sus voces originales, con una amplia difusión y con una abultada carga nostálgica.

Dragon Ball Z Battle of Gods. Dirección: Masahiro Hosoda. Origen: Japón. Duración:  Minutos

 

Es difícil expresar en breves palabras lo que significó la franquicia Dragon Ball para el público latinoamericano, en concordancia todavía más complicado resulta evaluar un film en el que la lucha es también con uno mismo y con palabras tales como niñez y nostalgia.

Dragon Ball es, junto con un puñado de series como Saint Seiya y Sailor Moon la encargada de dar forma e instaurar términos como el de otaku, anime o manga. Cierto es que para el público mas adulto las primeras reminiscencias del país de oriente llegaron con series como Mazinger Z o la masacrada Robotech; pero es innegable que mucho del boom del anime en Argentina, y del desembarco masivo de series e incluso canales íntegramente dedicados a la temática, se lo debemos a Goku y sus amigos.

Habitualmente suelo bromear y afirmar las diversas similitudes que encierra la serie con aquella obra de Roberto Gomez Bolaños llamada el Chavo. En líneas generales ambas son siempre actuales e inmortales y son año tras año descubiertas por nuevas y nuevas generaciones. Basta recordar que Dragon Ball concluyo como serie regular a fines de 1997 con la conflictiva Dragon Ball GT, en la que Akira Toriyama (creador del manga original) tuvo casi nula participación. Desde allí y hasta la fecha es casi imposible hallar un momento en el que la serie haya dejado de emitirse ((Hace unos años y en concordancia con el aniversario numero 20 de Dragon Ball Z, Toei Animation comenzó a producir Dragon Ball Kai (una suerte de remasterización y resumen de la saga Z, pero que sin embargo no concluyo))).

Dragon Ball forjo su propia leyenda y es una cita ineludible para cualquier otaku que se precie de tal. Es por ello que no debería asombrarnos esta nueva vuelta de la serie con Dragon Ball Z La Batalla de los Dioses, ni mucho menos los satisfactorios números que cosecho en Argentina en sus dos primeras semanas en cartel.

Dragon Ball volvió a los cines, con un buen numero de pantallas, con sus voces originales (Mario Castañeda y René García dieron el presente), con una amplia difusión y con una abultada carga nostálgica. Sin embargo en ciertas ocasiones la nostalgia no alcanza y allí mismo es cuando aflora una desilusión tan grande como una genkidama.

Muchos dioses, escaso espíritu.

La historia toma forma apenas unos años después de la etapa final de Dragon Ball Z que narro la lucha con Majin Boo. En ese tiempo despierta Bills, Dios de la destrucción, luego de un sueño en el que se afirma la existencia de un Dios Saiyajin. De esa manera emprende un viaje hacia la Tierra con la intención de medir sus fuerzas y enfrentarse con ese dios que pregonan sus sueños.

La historia es por demás de sencilla, algo que no sorprende si tenemos en cuenta la totalidad de filmes con los que cuenta la saga. Historias sencillas brindaron el presente siempre, el problema es que lo hicieron con una duración mucho menor y casi siempre con un aliciente que en esta curiosamente brilla por su ausencia. El sello distintivo de la saga, ese que se prolongaba durante infinitos capítulos, aquí pasa sin pena ni gloria: los combates  no existen y si se presentan lo hacen de manera tenue y esporádica.

Resulta inentendible que la cinta falle en esos aspectos que hicieron de la franquicia algo único. De esa manera esta nueva entrega es un híbrido fallido entre las primeras aventuras de Goku, esas en las que el humor y la inocencia prevalecían, y su segunda mitad.

La seguidilla de chistes infantiles es tan pronunciada como la falta de atractivo y peso del enemigo de turno. Bills no provoca ni empatía ni rechazo, ni siquiera temor, simplemente existe como podría no hacerlo. Muy lejos de la tensión que personajes como Freezer y Cell provocaban.

La gran mayoría de los personajes secundarios de la serie también se dan cita, aunque muchos de los mismos ni siquiera cuentan con diálogos (casos como el Yamcha o Ten Shin Han son una verdadera lástima).

La animación no deslumbra pero sí es correcta y acorde al producto que se presenta y es por lejos el aspecto más saliente de la película.

Dragon Ball Z :La batalla de los dioses es  pasajera y olvidable, una cinta que lamentablemente no cuenta ni con las herramientas ni con las ansias necesarias para ofrecer un producto independiente, y no solo un móvil para el recuerdo.

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Su título reza que es periodista, casi un 007, pero es lo de menos. Lo verdaderamente importante es que todavía sueña con lo que va a ser cuando sea grande.

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