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Cielos rojos y mundos que mueren

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Cielos rojos y mundos que mueren

La importancia del evento que acaba de finalizar su primera mitad recorriendo las series superheroicas de Warner Channel,  y el camino recorrido para llegar hasta este momento, en perspectiva

Allá por 2012, mientras Cristopher Nolan completaba su trilogía sobre el hombre murciélago en los cines, la cadena televisiva de bajo presupuesto TCW estrenaba Arrow, serie live-action basada en el arquero esmeralda, muy deudora del tono sombrío de las últimas producciones de DC en la gran pantalla que, sin embargo, funcionó artísticamente muy bien durante sus tres primeras temporadas, para cambiar ese enfoque inicial de tipo adulto a uno más orientado hacia el público juvenil de allí en más, manteniendo, no obstante, parejos índices de audiencia en su país de origen. Este giro fue algo que tardíamente Warner comenzó a replicar en sus franquicias cinematográficas, entendiendo -por fin- que no todos sus films basados en superhéroes deben responder al tono impuesto por el realizador Zack Snyder.

Con el tiempo, esta propuesta para la pequeña pantalla de los productores Marc Guggenheim y Greg Berlanti, se convirtió en el buque insignia, la piedra angular, de lo que hoy conocemos popularmente como Arrowverse, segmento televisivo de la señal norteamericana que cuenta en la actualidad con un total de cinco shows semanales centrados en superhéroes, The Flash  (2014), Supergirl (2015),  DC Legends Of Tomorrow (2016), Black Lightning (2018) y Batwoman (2019), aparte de la mencionada Arrow, que termina su derrotero televisivo en la presente -octava- tanda de capítulos.

Es cierto, asimismo, que con mayor o menor ambición según los productores y showrunners convocados, las diferentes series siguen la fórmula impuesta allá lejos y hace tiempo por Smallville (2001-2011), de Alfred Gough y Miles Millar. Esto es, una amenaza rotativa semanal para el héroe, más el desarrollo a largo plazo de un plot central que implica el surgimiento de un nuevo villano al que enfrentará el protagonista en el final de temporada. No obstante ello, es preciso destacar que los realizadores han logrado implementar interesantes variantes en torno a este -en apariencia- esquemático modelo narrativo, como los flashbacks que narran los años de Oliver en la isla, durante las primeras cinco temporadas de Arrow, presentados en forma intercalada con el presente propuesto, o una curiosa desestructuración por el lado del humor a las rígidas premisas que establecen tradicionalmente los viajes temporales, en la poco seria tripulación de la Waverider, que convierte a  DC’s L.O.T. en un caso bastante particular.

Tímidamente, también, a medida que cada una de estas propuestas se fueron consolidando entre el público, comenzaron los cruces entre un programa y otro, al estilo de las sagas propias del medio impreso en el que se basan, pasando de simples -pero emotivos- team ups a verdaderos crossovers de varias partes, con tramas que comenzaron a vincular fuertemente a los diferentes personajes, tomando como referencia algunas recordadas macrosagas contemporáneas de DC Comics. Así se sucedieron Invasión!, en 2016, Crisis On Earth X, al año siguiente, y Elseworlds, en 2018, donde tiene lugar la primera aparición del siempre ambiguo Monitor, personificado por el actor LaMonica Garrett.

 

De esta manera llegamos al megaevento de este año, Crisis On Infinite Earths -sí, como la fundamental maxiserie de Marv Wolfman y George Pérez de 1985/1986- que involucró en sus tres primeras partes, de un total de cinco, los novenos episodios de la quinta temporada de Supergirl, la primera de Batwoman y sexta de The Flash. No es la idea hacer un racconto de los sucesos previos, ni spoilear sobre lo visto hasta ahora; la intención de esta nota, por el contrario, es valorar la importancia del suceso en sí mismo, poniendo en perspectiva su significado en el contexto televisivo actual. Igualmente, para quien no siga las series y quiera disfrutar mejor la experiencia poniéndose al día, aclaramos que las entregas anteriores de Arrow y The Flash están fuertemente ligadas, un tanto menos Supergirl, y prácticamente nada, Legends, Batwoman y Black Lightning, que recién ahora se suma oficialmente al universo.

El mayor acierto de la producción pasa por el hecho de que los guionistas a cargo, a diferencia de otras oportunidades, esta vez parecen haber entendido la magnitud de la obra que han decidido adaptar, así como su influencia implícita. Recordemos el contexto en que se concibió la macrosaga, con la manifiesta necesidad por parte de DC Comics de reordenar su línea de publicaciones de cara a los lectores, tras medio siglo de incurrir en incoherencias creativas en los diferentes títulos del Multiverso, que los editores no pudieron/supieron encauzar.

Por eso mismo, resulta saludable el visionado del presente crossover, ya que, con todas sus dificultades al descubierto -escaso presupuesto, extensión, que limita el abordaje de conceptos y situaciones, en lo técnico, y algunas carencias narrativas-, sobresale la idea de que se asiste en verdad a un punto de inflexión que marcará un antes y después en las ficciones implicadas, con el destino final de Oliver Queen como cereza del postre. No solo eso, sino que también han sabido reconocer el camino previo, homenajeando a muchos shows y films pioneros en la materia, como el Batman de los sesenta, el The Flash de los noventa, las Birds Of Prey de 2002/2003, Smallville, y hasta el hombre murciélago de Tim Burton por partida doble, ya que además de la película propiamente dicha, hay un gran guiño a las series animadas surgidas a posteriori. Todo un lujo, que alcanza incluso a la cinta Superman Returns (2006), de Bryan Singer, primera gran producción de Warner Bros en el nuevo siglo ligada al entorno superheroico.

Hoy en día la oferta televisiva en materia de cómics adaptados es una realidad variada y concreta, propiciada tanto por cadenas de aire como por las múltiples plataformas de streaming, que acaparan diversos targets de televidentes. Este momento ha sido posible por el enrome trayecto iniciado y recorrido desde hace siete años por el Arrowverso, de eso no cabe la menor duda. Con sus pros y sus contras, Crisis On Infinite Earths reafirma y festeja eso en cada minuto. En un mes, los dos capítulos restantes -uno con guión del propio  Marv Wolfman- marcarán el final del épico y trascendental evento.

Muchos, seguramente, podrán afirmar que no se trata más que de fuertes dosis concentradas de fan-service enmascaradas en golpes de nostalgia. Otros, preferirán seguir soñando con las muchas emociones que semanalmente un modesto  universo de superhéroes brinda en la pequeña pantalla. Permítanme contarme entre estos últimos e invitarlos a disfrutar de una Crisis que desborda espíritu y amor por el género superheroico. No se van a arrepentir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

#Culturanerd - Periodismo de corte fantástico

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