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El Infierno está encantador

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El Infierno está encantador

Ponemos bajo la lupa el tomo que recopila en forma completa Belzarek, de Gorgona Ediciones, a dos décadas de su creación, obra escrita por Gustavo Schimpp y dibujada por Horacio Lalia

Quien crea que la experiencia de Hacha en el medio nacional se circunscribe a apenas seis revistas y cuatro especiales, se equivoca. Sobremanera. La Asociación de Creativos de la Historieta Argentina surgió a mediados de los noventa como una forma de resistencia, frente común, si se quiere, de los profesionales nacionales, que veían como las políticas económicas y culturales impulsadas por el menemismo repercutían sobre los otrora pujantes sellos locales. Ediciones Récord y Editorial Columba fueron las últimas en bajar las persianas, por lo que la antología editada en asociación con Símbolo Editorial, primero, para escindirse totalmente tras el tercer número, después, se planteó como una manera de mantener la presencia en nuestro mercado. Una de las duplas participantes del proyecto, que llegó a su final durante el mismo, fue aquella que integraron el guionista Walter Slavich junto al dibujante Horacio Lalia, encargada de guiar durante años a Nekrodamus, desde las páginas de Skorpio.

Su aporte para la publicación, El Inquisidor, se vio interrumpido ante la posibilidad que surgió para el autor de escribir ficción televisiva en Canal 9, concretamente, los libros de la recordada miniserie El Garante, junto a su hermano Marcelo y Sebastián Borensztein, productor del envío que, en la práctica, terminaría signando su alejamiento del ambiente comiquero. Pero todo final implica también un comienzo. Por recomendación de Quique Alcatena, Gustavo Schimpp  se reúne con el consagrado artista oriundo de Ramos Mejía para decidir si continuaban el serial iniciado con Slavich u optaban por algo nuevo, manteniendo el subgénero de Terror Gótico, que fue lo que terminó ocurriendo.

Así es que, en el cuarto número de Hacha, especial Esquizoópolis, de Diciembre de 1996, las últimas dos páginas presentan brevemente al nuevo personaje, despidiendo simultáneamente al temible Inquisidor. Una serie de casualidades entre las que se cuenta la llegada al país de la editora Elisabeth Haroche, representando al sello francés Albin Michael, en busca de material de creadores nacionales, determina que entre 1999 y 2000 se editen en aquel país los dos primeros tomos de la obra, a todo color en el clásico formato álbum europeo, a razón de 44 páginas por entrega. Con el tercer y último volumen ya terminado por los artistas, la editorial interrumpió sus actividades, primero, para quebrar después.

El fuerte conservadurismo de los editores italianos en materia de Catolicismo -no olvidemos que el trabajo involucra a parte de la plana eclesiástica en la Europa del medioevo– impidió tiempo después su publicación en dicho mercado. Diecinueve años después, merced al esfuerzo autogestivo llevado adelante por uno de los padres de la criatura, el propio Schimmp, en su carácter de editor a cargo del sello Gorgona Ediciones, logró que Belzarek viera la luz, por primera vez en forma completa, en su blanco y negro original, para nuestro país. El tomo de 150 páginas, en formato 23 x 16 cms. (mismo de Ecos de Mundos Posibles), con un prólogo que lleva la firma de Diego Arandojo y diseño de portada a cargo del amigo Pablo Colaso, fue presentado en la décima edición de Crack Bang Boom, para distribuirse en el circuito de comiquerías nacionales, tiempo después.

Estoy hecho un Demonio

La historia está ambientada en Europa, siglo XIV, pleno medioevo, transcurriendo en diversas locaciones de Francia e Italia, e incorporando algunos sucesos verídicos en el argumento; si nos centramos en nuestro mundo, ya que también hay importantes pasajes que tienen lugar en algunos lugares del Infierno, siendo de la partida, además, hasta los entornos del mismo Purgatorio.

Esto es así porque el guión, desde una tercera persona omnisciente, plantea dos grandes subtramas estrechamente vinculadas entre sí, que van compartiendo espacio conforme avanzan, hasta su definitiva resolución en forma conjunta, sobre el último acto. La primera involucra al monje benedictino de mediana edad Chretien de Beziers, dedicado al miniaturismo en una abadía ubicada en Las Cevenas, cadena montañosa que se extiende sobre el centro-sur francés, donde ha habitado durante casi toda su vida. Sus apacibles rutinas cotidianas pronto abandonan esa condición, a partir de unos perturbadores sueños y visiones que comienzan a atormentarlo por las noches. Ignora él su verdadero origen, pero pronto éste lo alcanzará. Su demoníaco padre y la Santa Inquisición de la Iglesia Católica Romana, a través del maquiavélico Monseñor Giovanni Di Casale, quien también responde a intereses ocultos, se disputarán el destino final del involuntario protagonista.

La segunda subtrama tiene lugar en un convulsionado inframundo, donde se tejen los oscuros hilos de los sucesos que tienen lugar arriba. Una de las ideas de mayor interés que plantea el guionista tiene que ver con una corte de subalternos para Lucifer, compuesta por doce Demonios, en un claro paralelo con los apóstoles de Jesucristo, que tienen bajo su mando los distintos estamentos de aquel lugar. Al iniciarse el relato, Belzarek, tercero en la jerarquía, descubre un complot para destronar al mismísimo Príncipe del mal, orquestado por Beelcebuth, el ‘señor de las moscas’ y Belfegor, ‘señor de la oscuridad’, primero y segundo al mando, en compañía de otras cinco casas inferiores más. Malherido y a punto de morir, debe buscar un nuevo cuerpo para reencarnar, por lo que recurre a Chretien, su vástago humano, con intención de completar la sucesión. El proceso de cambio será, desde este momento, el leit motiv de ambas líneas argumentales, entrando en conflicto el bien y el mal, con varias revelaciones y giros al interior del relato, que no conviene adelantar mucho.

Arte Infernal    

Si algo se puede objetar a la faz argumental es cierta tensión en su estructura interna, que se traduce en un desbalanceo -por momentos muy marcado- en el espacio que adquiere el plan infernal para alterar el frágil status quo imperante, en relación a la historia que involucra al monje en nuestro mundo. Claro que esto, al momento de la lectura, no hace sino acentuar el suspenso, acrecentando el interés por saber cómo seguirán desarrollándose los sucesos. El final funciona muy bien, cerrando convincentemente todos los hilos argumentales, aunque no está exento de múltiples interpretaciones. Algo sin duda buscado. Una mirada atenta podría dar cuenta de cierta ambigüedad alrededor del destino último del demonio protagonista y su herencia humana,  que habilita una cuota de optimismo en torno al rol de la fe, en un contexto a todas luces desesperanzador, sin ir más lejos.

El apartado artístico es, a todas luces, majestuoso, con un elevado grado de detalle en cada una de las viñetas, tanto las ambientadas en ese oscuro medioevo -empleando destacadas referencias documentales arquitectónicas- como las que transcurren en los diversos estamentos del averno, donde Lalia desarrolla una imaginería visual apabullante, en escenarios y diseño de personajes. Todo esto desde una trabajada puesta en página, que aprovecha el formato de unidades narrativas compuestas por 22 páginas para impactar en los momentos claves de acción, descomprimiendo la tensión en aquellos instantes donde prima el dramatismo. Para ello se vale de un verdadero arsenal de recursos gráficos, que incluyen  tramados, difumino, efectos de luces y sombras en perfecto equilibrio. Deleite visual pensado para el disfrute del lector, merced a la acostumbrada conjunción de talento y oficio, que los años no hacen sino mejorar. En este sentido, es altamente meritorio que la publicación haya preservado el blanco y negro original, tan caro al gran lapicista bonaerense.

Parece mentira que estemos ante lo que es -hasta ahora- la primera colaboración de estos dos grandes creadores. Un recorrido por el material sin ese dato contextual, ceñido únicamente a la consideración artística, hablaría más de una complementación y entendimiento fogueado a través del tiempo, en lugar de un debut, como es el caso. Esperemos que lo promisorio de Belzarek en las carreras de Lalia y Schimpp  se traduzca en nuevos trabajos conjuntos. Tal y cómo han quedado las cosas al final del tomo para los personajes de uno y otro lado, no resultaría descabellado  considerar una secuela para esta gran obra. Total, soñar no cuesta nada. Generar pesadillas en los lectores, a ellos tampoco.

 

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43 años, Licenciado en comunicación social. Comiquero por naturaleza, casi. Cinéfilo. Voraz lector, ocasional escritor.

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