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House of Cards: el castillo de naipes acabó por derrumbarse

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House of Cards: el castillo de naipes acabó por derrumbarse

Tras el escándalo por acoso que apuró la intempestiva partida de Kevin Spacey, Netflix estrenó este mes la última temporada de House of Cards y acá te contamos lo (poco) que podés esperar de ella.

Advertencia: al igual que la serie sobre la que trata, esta nota recicla viejos subtítulos que seguramente no le quedan tan bien como a las notas en las que fueron utilizados originalmente.

House of cards (2013 – 2018) fue durante mucho tiempo la «nave insignia» de Netflix, al tratarse de una de sus primeras producciones originales en ser aclamada por la crítica y el público. La historia del congresista Francis «Frank» J Underwood, epítome del político corrupto, dispuesto a todo para llegar a la cima, atrapaba irremediablemente a la audiencia. Mucho tuvo que ver con ello el guion, adaptación de las novelas del británico Michael Dobbs. Pero gran parte del peso de la serie descansaba sobre su protagonista: Kevin Spacey. Tras cinco temporadas, el programa comenzó a sufrir un inevitable desgaste y cierta pérdida de calidad, pero el innegable carisma del actor, unido a una producción impecable y buenos secundarios, lograron mantener la serie a flote. De todos modos, se sabía que la sexta iba a ser la temporada final. Pero todo se complicó cuando Spacey recibió una serie de denuncias por acoso sexual y el escándalo fue tal que Netflix tomó la decisión de desvincularlo totalmente del show (no solo era protagonista, sino también productor ejecutivo).  La responsabilidad de mantener el interés de la audiencia y darle un final acorde recayó sobre Robin Wright, cuyo personaje, Claire Underwood Hale fuera la esposa y compañera de tropelías de Frank y terminó la temporada anterior enfrentada a él.

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (EL SUBTÍTULO MAS USADO POR JOTA)

La sexta temporada consta tan solo de ocho episodios en lugar de los trece que componían todas las demás entregas y eso ya es una señal de alerta. Es como si los showruners Frank Pugliese y Melissa James Gibson de entrada nos estuvieran diciendo «Nos sacaron al protagonista cuando ya teníamos bastante metraje, esto es todo lo que podemos hacer, no pidan más. Y cualquier detalle que no entiendan, un hechicero lo hizo»

Empezamos con la noticia de que Francis Underwood ha muerto, en circunstancias que inicialmente no están claras. Claire tiene que lidiar con las personas con las que su marido había hecho trato, particularmente los hermanos Annette (Diane Lane) y Bill Shepherd (Greg Kinnear), responsables de Shepherd Unlimited junto al hijo de Annete, Duncan (Cody Fern). La empresa que comandan lleva muchos años siendo el poder tras bambalinas y cuando La Señora Presidenta decida hacerles frente no la tendrá muy fácil. Otra piedra en el zapato de la Comandante en Jefe es Doug Stamper (Michael Kelly) cuya inquebrantable lealtad hacia Frank no ha disminuido por el pequeño detalle de que este último ya no juegue para el equipo de los vivos. De todas todas, un panorama por lejos no tan interesante como el «Underwood versus Underwood» que hubiéramos tenido si Kevin hubiera comprendido que «NO MEANS NO».

La sombra del exprotagonista campea sobre la serie con tanta intensidad como la de su alter ego ficticio lo hace en la Casa Blanca. Está claro que, pese a su innegable talento, a Wright el protagónico le queda grande, sobre todo cuando la obligan a imitar la costumbre del actor de «romper la cuarta pared». Cuando Kevin Spacey miraba directamente hacia la cámara y hablaba con el televidente o le hacía un guiño, se trata de un gesto íntimo que establecía una complicidad con el espectador. Pero lo que resultaba tan natural para él, en ella se ve impostado y es hasta molesto. Ya la temporada pasada había hecho un primer uso de esta técnica, cuando nos dijo: «No es que yo no supiera que ustedes estaban ahí. Sino que tengo sentimientos encontrados sobre ustedes. Dudo de sus intenciones y soy ambivalente en cuanto a la atención. Pero no lo tomen como algo personal. Opino igual de casi todo el mundo». Esa única frase, pese a resultar extraña, parecía implicar que no habría más intentos de comunicación de su parte («piensen lo que quieran sobre mí, me trae sin cuidado») y por mi parte habría podido vivir con eso, pero los responsables del programa no opinaron lo mismo y así terminamos teniendo que «hablar» con Claire.

El desarrollo de la trama es dispar. Tiene sus altibajos, sus puntos de interés y alguna que otra sorpresa (no tan sorpresiva). Los personajes nuevos no llegan a tener una identidad propia y algunos de los viejos conocidos se desdibujan, pierden su esencia, cuando no directamente la vida. Ni siquiera Viktor Petrov (Lars Mikkelsen), uno de los secundarios más fuertes, se salva de este deslucimiento colectivo. El final es inesperado, no porque resulte sorprendente en sí mismo, sino porque si no están atentos al transcurso de los capítulos, la serie se les va a terminar sin que lo noten. Les juro que tuve que dejar de ver un episodio cuando faltaban 20 minutos y si no miraba la lista no me daba cuenta de que era el último.

TRISTE Y SOLITARIO FINAL (EL SEGUNDO SUBTÍTULO MAS USADO POR JOTA)

Pese a que la serie ya venía decayendo paulatinamente y la decisión de terminarla resultaba más que acertada, es evidente que la caída en desgracia de Kevin Spacey impidió que se le diera, aunque más no fuera, una muerte digna. Cualquiera que haya visto todas las temporadas no tendrá más remedio que ver estos ocho episodios, pero háganlo sabiendo que no encontraran en ellos nada de lo que hizo grande a la serie.

#Culturanerd - Periodismo de corte fantástico

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