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Th1rteen R3asons Why: el infierno son los otros

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Th1rteen R3asons Why: el infierno son los otros

13 reasons why es la serie de la que están hablando todos… al menos esta semana. Enterate por qué.

Hannah Baker (Katherine Langford) termina con su vida cortándose las venas en la bañera de su casa. Es el fin de una historia de bulling, maltratos y desidia y el comienzo de la historia de las razones que la empujaron a esa decisión. Trece razones, grabadas en ambos lados de cinco cintas y en el lado «A» de una sexta. La chica no ha dejado una nota de suicidio al uso, sino seis casetes y un pequeño plano dibujado a mano, en una caja de zapatos. Cada persona que escuche sus palabras podrá hacerse una idea de por qué hizo lo que hizo… y que parte de la culpa le corresponde.

 Hannah and Clay

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

La serie comienza con Clay Jensen (Dylan Minnette) recibiendo en la puerta de su casa la caja con el legado de Hannah. Escucharemos con él las cintas y nos iremos metiendo en el microuniverso de la Preparatoria Liberty High. Mientras Clay va uniendo las piezas de ese horroroso rompecabezas que es la muerte de su amiga, las personalidades y motivaciones de cada uno de los implicados van quedando al descubierto y vemos cómo y a qué precio ascienden o descienden en la escala social de la escuela secundaria. Pero atención: no se trata de una de esas «historias de preparatoria» a las que el cine y la tv nos tienen acostumbrados, un desfile de estereotipos divididos entre populares y perdedores. Los personajes tienen una dimensión de la que suelen carecer los protagonistas de esa clase de historias.

Ahí está para demostrarlo Justin Foley (Brandon Flynn), que es estrella del equipo de baloncesto (¡Go, Tigers!) y uno de los chicos más populares de la escuela. Pero también es el desdichado habitante de un hogar desintegrado por una madre adicta y un desfile de padrastros abusivos. Y aunque esto no justifique sus acciones, su amigo Bryce Walker (Justin Prentice), tampoco tiene una auténtica familia: sus padres millonarios se la pasan viajando mientras él se las arregla para crecer solo. La porrista Jessica Davis (Alisha Boe) sí tiene padres que la aman y escuchan, pero busca en la botella el alivio a sus problemas. Por su parte Courtney Crimsen (Michele Selene Ang) es la hija de un matrimonio gay que no se atreve a asumir su propia sexualidad justamente por miedo a que la opinión pública «culpe» a sus padres. Solo cuatro botones de muestra que bastan para entender lo lejos que están estos muchachos de ser The breakfast club.

Y detrás de todos ellos, separados por un abismo de distancia, están los adultos. Los adultos que no saben, que no entienden, que muchas veces ni se preocupan por entender, pero que aun cuando ponen toda su voluntad apenas si logran arañar la superficie de la espesa capa de hielo que los separa de esas criaturas a la vez indefensas e implacables que son los adolescentes.

 Alex

RASGUÑA LAS PIEDRAS

Por trece razones (tal su título en español) trata con una seriedad descarnada temas tan espinosos como el bulling, el acoso, la violación, el slutshaming (discriminar a una chica por considerarla «fácil»), la sexualidad, la depresión, las drogas, el alcoholismo juvenil y la violación. Les aseguro que después de verla, se preguntarán cómo se las arregla nadie para terminar la escuela secundaria medianamente sano.

Y ya que hablamos de la escuela ¿cuál es el papel que tiene en todo esto? Aparentemente, ignorar todo lo posible y negar lo que no puede ignorar. Cuando Justin se pasa varios días fumando marihuana y falta a los entrenamientos, el Entrenador se lo cruza en la calle y lo único que le dice es que vuelva a las prácticas… y se ponga unas gotas para los ojos. Cuando la señora Bradley, cuya clase trata precisamente sobre la comunicación, recibe un escrito que es evidentemente obra de alguien que sufre de depresión lo único que hace es leerlo, decir algunas palabras genéricas de consuelo y continuar. No es exactamente desinterés. No es precisamente desidia. Es algo mucho peor: es la naturalización de esa clase de situaciones. Y la demostración más extrema de esta horrible dinámica se da cuando el consejero de la escuela, el Señor Porter (Derek Luke) le hace a una alumna que viene a denunciar que fue abusada por otro estudiante preguntas como «¿Habías consumido alcohol? ¿Le dijiste explícitamente que NO?»

Por supuesto, cuando toda la situación les estalla en la cara, la reacción de la escuela no es mejor que la de los estudiantes. Individualmente cada uno procesa su parte de culpa de una manera distinta, pero colectivamente intentarán cargarle el muerto a otro. A quién sea. A la propia víctima, si es necesario.

TRISTE Y SOLITARIO FINAL

Libro

El guion es impecable, tanto que dan serias ganas de leer la premiada novela de Jay Asher de la cual es adaptación. Sin golpes bajos, pero también sin un ápice de piedad con el espectador. Aunque para ser absolutamente sincero, a veces los diálogos resultan un poco… rimbombantes. Se nota la voz del autor hablando por boca de los protagonistas. Otra crítica que se le ha hecho a la serie es el incidente que desata todos los problemas de Hannah: una foto tomada por Justin la noche en que le da su primer beso. Ella se está tirando del tobogán y su pollera se levanta, dejando a la vista su ropa interior. Cuando la foto se viraliza, corre la voz de que Justin y Hannah «lo hicieron» en público y comienza el slutshaming. La lectura que algunos hacen de este episodio, es que la reputación de una chica «pura» se vio arruinada por un rumor. El mensaje oculto sería entonces que lo que le ocurrió es terrible solo porque «no hizo nada», mientras que, si en realidad hubiera tenido sexo esa noche, se lo tendría merecido. A mí me parece que esa es una lectura muy parcializada. Tal como yo lo veo, la idea es que no importa qué haya sucedido, los rumores pueden destruir la vida de una persona y una mentira da la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga tiempo de ponerse las botas. No importa cómo vivas tu sexualidad, no escaparás a la condena. No creo que ni el libro ni la serie estén pecando de mojigatos, prejuiciosos ni discriminatorios aquí.

Las actuaciones son tan buenas como el libreto. Si me veo obligado a destacar miembros del electo, tendría que empezar con la debutante Katherine Langford. En un principio, cuando la idea era hacer una película, el papel de Hannah estaba destinado a Selena Gomez, pero ella finalmente desistió y se quedó con el rol de productora, por suerte para Kat y para nosotros. También debo nombrar a Dylan Minnette (David Shephard en Lost, Rex Britten en Awake) especialmente en las escenas que comparte con Christian Navarro (Jorge en Vinyil, Sidekick en The Tick), cuyo personaje Tony es posiblemente el más querible y también el menos arruinado de los jóvenes. Y entre los adultos, a Kate Walsh (Gina Hess en la serie Fargo, Dra. Addison Montgomery en Grey’s Anatomy) y Brian d’Arcy James (Mark en Time Out of Mind) que se ponen en la piel de los padres de Hannah y lo hacen a conciencia. Las diferencias entre las escenas anteriores y posteriores al suicido son impresionantes, una pintura aterradoramente realista de lo que la pérdida de un hijo le hace a una persona y a una pareja.

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¿CONTINUARÁ?

Si bien la historia tiene un formato que no admite continuación (descartando la posibilidad de encontrar un segundo juego de cintas), hay fuertes rumores de que podría haber una segunda temporada. En parte gracias a las declaraciones del autor del libro, quién dijo que le gustaría ver como continúan las vidas de algunos de los personajes tras el final de la novela (y como continúa ingresando dinero en sus arcas, de paso). No entraremos en detalles para no spoilear, pero es cierto que los destinos de ciertos protagonistas penden de un hilo; tan cierto como que cuando una serie resulta tan exitosa, nadie quiere matar a la gallina de los huevos de oro. Por mi parte, preferiría que el escritor demostrara su talento poniendo manos a la obra con una historia nueva y que la producción se abocara a crear algo distinto en lugar de seguir ordeñando la misma vaca. Mas sagas no es precisamente lo que hace falta ni en la literatura ni en la televisión.

Hablando de finales, el de esta serie puede resultar un poco anticlimático por lo naif. El mensaje de que «debemos aprender a cuidarnos unos a otros» es un poco soso, demasiado Indio Solari para mi gusto. Pero a pesar de ese resbalón final, con una conclusión que no está a la altura de lo expuesto en la trama, Thirteen reason why es una historia sobre la forma en la que, por acción o inacción, influimos en las vidas de otras personas. Y sobre lo poco conscientes que somos de ello. Es una historia sobre las acciones y las consecuencias, sobre los prejuicios y los rumores. No es fácil de ver, es dura, es dolorosa. Pero vale la pena.

 

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