Secuela + Precuela = Pastiche

Las comparaciones son odiosas, pero a veces también necesarias. Este es el caso. Corría 2012 cuando Marvel cerraba la denominada ‘fase 1’ de su elaborado plan de expansión cinematográfica con The Avengers, de Joss Whedon, y uno no podía más que rendirse ante una película que lograba lo impensado, hacer coexistir a los máximos superhéroes de la editorial, previamente presentados al espectador en films ‘solistas’ de diferentes estudios, incluso, en una aventura épica. Mientras tanto, en DC, propiedad de Time Warner desde 1976, a alguien se le escapaba la tortuga. Ellos también querían recaudar fortunas, y a algún ejecutivo se le ocurrió hacer lo mismo con la Justice League. La gran pregunta fue entonces, ¿cómo?

Zack Snyder demostró ser un director al menos competente a la hora de trasladar entornos comiqueros a la gran pantalla, prueba de ello son Watchmen, 2009, y The Man Of Steel, 2013, con la que consiguió darle una interesante vuelta de tuerca a Superman. La idea, entonces, fue animarlo a que él mismo arruine su propia secuela, obligándolo a presentar bajo la forma de precuela a la ‘santísima trinidad’. Así llegamos a Batman Vs. Superman: Dawn Of Justice, título largo si los hay, como los 151 minutos de metraje. Su principal problema es argumental, los múltiples flancos que abre, muchos de los cuales no llega a cerrar convincentemente. Dividir protagonismo entre tres personajes era una apuesta arriesgada. El hilo narrativo se corta por lo más delgado, el guión, en este caso, que nunca termina de cobrar forma. Pasan muchas cosas simultáneamente, y no todas tienen el impacto que deberían. Otras, esperables, directamente no pasan.

Las actuaciones están a la altura. Ben Affleck compone un resuelto Batman, algo desvirtuado cuando llega a matar sin empacho -queridos guionistas-, y un interesante Bruce Wayne, contra todos los pronósticos. Henry Cavill hace lo que puede con lo que le tocó en suerte, no es poco. Gal Gadot aparece poco, pero deslumbra en su papel. El elenco de secundarios es un verdadero lujo. Van a odiar a Jesse Eisenberg en la piel de Lex Luthor, por su sobreactuación y lo poco que tiene que ver con el personaje, aunque, nuevamente, el problema es la trama. Ni él ni Doomsday llegan en ningún momento a representar rivales de peso. Por lo demás, los aspectos técnicos de la producción son impecables. En tal sentido, no fallan ni la música ni la fotografía, aunque la edición presenta ciertas fisuras, producto de la duración, supongo.

No es una mala película, apenas correcta, cumple parcialmente con lo que se propone. Las referencias comiqueras a futuro sorprenden, pero podrían haberse evitado en función de dar mayor fluidez al relato y no dejar afuera al público no entendido. Que se entienda, tampoco esperaba más, sabiendo de qué venía la mano. O un poco sí, por los nombres en juego, una buena historia, épica. Lo dicho, las comparaciones son odiosas.

También podes leer la crítica de Cristian Oliva aquí.