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Tristeza de la ciudad

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Tristeza de la ciudad

El volumen uno de ‘Los Archivos de Ray Collins’, de Editorial Misterix, dedicado al notable policial negro Sad City, o Larker, que combina historieta y narrativa, abordado por Mariano Sicart.

El volumen uno de ‘Los Archivos secretos de Ray Collins’, de Editorial Misterix, dedicado al notable policial negro Sad City, o Larker, que combina historieta y narrativa, abordado por Mariano Sicart.

Doble impacto

Eugenio Zappietro, 80 años, más conocido por su seudónimo, Ray Collins, es uno de los guionistas de historieta más importantes que ha dado nuestro país. Vigente en el medio desde 1960, cuando debutó en la revista Misterix, de Editorial Abril, escribiendo la serie ‘Joe Gatillo’, dibujada por el maestro Carlos Enrique Vogt, lo cierto es que siempre tuvo un reconocimiento  escaso por parte de la crítica especializada, más no por los lectores que alguna vez hayan tenido contacto con su obra. Transitó todos los subgéneros conocidos en diversas editoriales, colaborando con la gran mayoría de los dibujantes del mercado, desde entonces hasta hoy. Como si su vasta producción para Argentina, Italia o España fuera poco, guionizó fotonovelas y ficciones televisivas nacionales, siendo además un consumado novelista y cuentista que hace del policial -llegó a desempeñarse como Comisario en esa fuerza de orden público, y es desde 1992, director del  Museo Policial de Buenos Aires-, su fuerte.

Silvestre ‘Frank’ Szilágyi, 67 años, fue alumno del célebre Alberto Breccia y debutó profesionalmente en 1969 dentro de la Editorial Dante Quinterno, en las páginas de la célebre Patoruzito. Hacia 1972 logra publicar en Editorial Columba, haciendo pie en Intervalo, primero, para luego pasar al resto de las revistas del sello, llegando a trabajar con Robin Wood, Alfredo Grassi y Ricardo Ferrari, entre otros. Allí coincidió con Collins en el western ‘El Solitario’. Para el exterior, lo más destacado de su producción quizás haya sido su paso por ‘The Panthom’, el clásico personaje de Lee Falk, que dibujó para la editorial norteamericana Moonstone Publishing, a fines de la década pasada. El último material suyo editado en el país antes de esta obra fue la serie fantástica ‘Magia’, que lo tenía como autor integral, publicada en la extinta revista Comic.Ar, donde también ilustró un episodio de ‘Mikilo’; ambos entre 2009 y 2011.

‘Larker’ comenzó a tomar forma en la cabeza del guionista por 1988, siendo concebido como un policial negro ambientado en una ciudad norteamericana ficticia y corrupta con un cuestionable agente de policía proveniente de New York como protagonista; la idea original era que Angel ‘Lito’ Fernández se encargue de ilustrarla, algo que no sucedió debido a la gran cantidad de trabajo que tenía por entonces. A mediados de los noventa, el autor reflotó el proyecto, ya con el nuevo dibujante a bordo, para una revista ítalo-española de efímera existencia. Se produjeron 16 episodios, 5 de los cuales vieron la luz en la segunda época de Puño Fuerte, en nuestro país, durante 1996. Una selección de 8 capítulos unitarios es lo que se republicó a mediados del año pasado en el presente tomo, con el agregado de dos breves novelas como bonus track.

Camino a la perdición

Rompe el hielo ‘Un sudaca en Nueva York’, donde un policía argentino enviado allí para la detención de un narcotraficante, accede a pasar una accidentada última noche en compañía del teniente Larker, quien detesta a ‘chicanos y sudacas’. Dos hombres diferentes que, sin embargo, tienen la desdicha de compartir un mismo destino, ser policías. Ocho impredecibles páginas donde es bien empleado el recurso de la primera persona a cargo del secundario para dar cuenta del protagonista. ‘Mala moneda’, de once páginas, se inicia con el ahora sargento Larker ya en Sad City, impidiendo el  asesinato de una joven adinerada por parte de unos mafiosos. Las ramificaciones de ese acto, tanto a nivel personal como político, son exploradas con maestría en un relato que se las ingenia, también, para presentar interesantes y complejos personajes secundarios.

‘El vagabundo y la dama’, de diez páginas, se inicia con un grupo SWAT sitiando en las afueras de la ciudad a un veterano de la guerra de Irak y su cómplice, perseguidos por el secuestro extorsivo de una muchacha de clase alta, a la que retienen en unos galpones portuarios. Larker, contratado para la ocasión por una amiga mexicana de la chica, tratará de ir en su rescate.  El mundo del boxeo es retratado crudamente en las doce páginas de ‘Cierta clase de mujer’, donde un púgil novato es amenazado por la mafia local para dejarse vencer en una pelea a cambio de no lastimar a su pareja. Paralelamente, el policía deberá atender los reclamos de una madre preocupada por su joven hijo, quién está obsesionado con obtener el amor de -precisamente- la misma mujer, de oscuro pasado.

Varias son las historias que confluyen en ‘El tren’, violento y sexual relato de diez páginas con más de una vuelta de tuerca que tiene lugar durante un trayecto ferroviario en el cual el sargento oficia de guardaespaldas de un candidato presidencial. Una monja y su hermana, ninfómana, un muchacho que acaba de romper con su pareja, ciertos matones enviados a ajustar cuentas con la amante del político y unos gangsters que pretenden volar la formación; juntos en un viaje con resultados inesperados. El capítulo ‘Ratas de mi calle’, de once páginas, da cuenta de viejos amores y venganzas, odios familiares y errores cometidos de uno y otro lado de la ley. La búsqueda de justicia por la muerte de un compañero de la fuerza termina corriendo el velo de la corrupción y miseria que salpica a todos y cada uno de los personajes, en mayor o menor medida.

La trama de ‘Los “Idus” del bastardo’, en once páginas, involucra en un asesinato a un productor cinematográfico misógino y perverso, una actriz de Hollywood en ascenso y su hermana, ambas abusadas durante la infancia, un fiscal corrupto asociado a la pedofilia y un guardaespaldas excombatiente. Las pistas son confusas y en el intento por hallar la verdad el oficial cometerá un error que derivará en su alejamiento de la policía. ‘Zona franca’, de diez páginas, es una violenta y graciosa historia de venganzas cruzadas, que se inicia con Larker queriendo dar cuenta de un compañero por haber entregado a otro a un mafioso para su ejecución, al tiempo que una sádica mujer de su pasado ligada al tráfico de drogas contrata a un mercenario con varias guerras en su historial, para liquidarlo de una vez y para siempre.

El estilo de escritura de estos unitarios es directo y al filo, sin medias tintas, con la necesaria dosis de acción que el relato requiere por el solo hecho de pertenecer al género negro, siempre acompañado de un elevado grado de violencia, aunque condimentado sabiamente con momentos dramáticos, jocosos, y hasta poéticos en ocasiones. Siempre existe ese final inesperado, nunca del todo feliz para los personajes. La faz gráfica asiste con solvencia cada episodio; de escuela clásica, el trazo del dibujante hace a la identidad y expresividad de cada personaje, luciéndose tanto en la elaboración de fondos como en el tratamiento de las secuencias de acción, aún cuando la sobrecarga de viñetas, en ciertas páginas, pueda tornar algo confusa la narrativa.

La letra escarlata

Algo así como la cereza del postre, es el agregado de dos breves relatos literarios ambientados en Sad Town -como figura en los mapas la peligrosa urbe-. ‘La balada del peregrino’, que se inscribe en el siempre incierto ámbito del espionaje internacional entre países, además de presentar a un simpático y porteño agente de Interpol en la ONU, y ‘La balada de Sad City’, donde en los días previos a la Navidad un crimen de alto perfil ligado a una elección política en ciernes, sacude la tensa calma de los habitantes de la urbe y sus celebraciones con imprevistas derivaciones.

En ambos se luce la pluma de Collins, haciendo gala de un ritmo tan medido como pensado, que hace de la construcción de personajes, el manejo del suspenso y la ambigüedad en los diálogos un verdadero festín para la lectura. Arrojadas en forma precisa con la intención de sumar riqueza a los argumentos desarrollados, las referencias literarias, comiqueras y hasta de la actualidad, no pasan desapercibidas para nadie. Del mismo modo se percibe esa saludable desconfianza hacia la mirada mediática sobre política y economía en las sociedades, proceso de globalización mediante.

Bienvenidos sean “Los Archivos Secretos de Ray Collins” al mercado nacional de historieta. Un acto de justicia que andábamos necesitando.

 

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