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Risas Heladas – Las Tierras del Oso

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Risas Heladas – Las Tierras del Oso

En un extenso tomo de reciente aparición, Milenario ediciones y Locorabia editora recopilaron una obra del iniguablable Carlos Vogt, creada originalmente para Europa. Mariano Sicart te cuenta de qué se trata

Poco pero bueno

Resulta cuanto menos curiosa, la escasa cantidad de trabajos editados en el país durante el último tiempo, a propósito de la obra del eximio Carlos Enrique Vogt. El principal motivo para que ello suceda, seguramente, tiene que ver con que sus personajes más populares estuvieron durante décadas ligados a Editorial Columba, y fueron cocreados con el maestro Robin Wood que, sabemos, en la actualidad tiene un acuerdo con ECC España por el que le otorga a este grupo editor prioridad para republicar gran parte de su obra en nuestro idioma, hecho que termina siendo un impedimento para que ese material sea comercializado por sellos nacionales.

No obstante ello, Pepe Sánchez, el inefable agente local del Centro de Espías Sofisticados, tuvo sendas recopilaciones a cargo de Thalos Editorial (‘Pepe Sánchez’-2004-, reeditado bajo el título de ‘Operación Retrueno’ -2005- ), y Doedytores  (‘El regreso del que te jedi’ -2008-, y ‘Nuestro hombre en la Amazonia’-2009- ) que devolvieron al mercado nacional diversas etapas de su vasta trayectoria impresa. También de la primera -y extinta- editorial mencionada es el entretenido tomo de época ‘Abbeyard de Scotland Yard’, con un particular efectivo de la policía inglesa tratando de atrapar al mítico Jack, el destripador, trama escrita por Viviana Centol. Demás está mencionar que todo este listado de trabajos es sumamente recomendable.

Después, no hay mucho más, a excepción del número 82 de ‘Fierro-La Historieta Argentina’, de Agosto de 2013, dedicado por entero al western, que recupera un unitario gestado en colaboración con Héctor Germán Oesterheld, nada menos, de 1959, titulado ‘Hermanos’, para las páginas de la mítica ‘Hora Cero’, de Editorial Frontera, y algunos capítulos de ‘El Quebrado’, que datan de 1962, íntegramente a cargo del dibujante, publicados originalmente en ‘Misterix’, de Editorial Yago. Esto era así hasta hace unos meses, cuando mediante una acuerdo de coedición celebrado entre el flamante sello local Milenario ediciones, propiedad de Alejandro Radeff, y Locorabia editora, vio la luz ‘Las Tierras del Oso’, título que abarca veinte unitarios inéditos, escritos y dibujados por el artista entre 2011 y 2013 para el mercado italiano.

De Canadá con humor

Tras una buena portada diseñada por Pablo Colaso sobre dibujos del maestro, el prólogo del editor y un simpático prefacio firmado por el propio creador, se presentan las diferentes historias autoconclusivas, que tienen en común el hecho de transcurrir a fines de 1800, principios de 1900, en los bosques salvajes de Canadá y el territorio de frontera con Estados Unidos, y una loca galería de personajes protagónicos que van y vienen haciendo de las suyas como quien no quiere la cosa, con mayor o menor suerte según el caso, por las sucesivas viñetas.

Estos relatos de época de doce páginas de extensión transitan diversos subgéneros, sin nunca apartarse mucho del costumbrismo que tan bien maneja Vogt. Hay un marcado predominio de la aventura, pero siempre mechada con la comedia de enredos, los pequeños dramas familiares-existenciales y hasta ciertos pasajes de intriga y acción, incluso. Después, los recursos empleados en cada ocasión son tan conocidos como efectivos, desde el gag físico, las situaciones absurdas, pasando por los ingeniosos juegos de palabras sobre nombres y apodos de los personajes, las diferencias idiomáticas, hasta la flora y fauna -con los célebres caballos pensantes- del contexto elegido. Abundan también, los lugares comunes, siempre abordados con una vuelta de tuerca argumental, con la sana intención de sorprender al lector. En ese sentido, la efectividad del chiste a veces se logra con creces y otras no tanto, según el remate elegido en cada oportunidad.

Lo que hace que todo ese arsenal de mecanismos creativos tenga coherencia y verosimilitud es el estilo de dibujo. Reconocible a golpe de vista, con ese trazo claro, cuidado, de gran expresividad a la hora de dar carnadura a cada uno de los personajes, ya sean protagónicos o secundarios, que también es capaz de generar cambios de ritmos inesperados cuando la trama así lo requiere. Su sólida narrativa, fruto del talento y la enorme experiencia acumulada con los años, que sabe sortear sin dificultad páginas con gran cantidad de cuadritos, motivo de crítica constante a la producción de Columba en general, y ese particular cuidado por el detalle en lo referente a fondos y sombreado para crear diferentes climas. Un verdadero deleite visual para el lector.

 Parte por parte

‘La caza del Ciervo’, narra una jornada de enseñanza impartida por un indio adulto a un joven aprendiz de la tribu, en la que se verán involucrados por cuestiones azarosas un policía montado y un asaltante de caballos.  ‘La suerte de Alex Anders’, presenta a un carismático buscavidas y ocasional cazador de animales, que reaparecerá con gran protagonismo a futuro. En esta ocasión, asistimos a cómo se le complica la empresa de acompañar a una molesta anciana hacia un fuerte, en territorio agreste durante un cruel invierno. ‘Un hombre llamado Reno’, muestra a un intrépido cazador de recompensas y su inteligente yegua ‘Silvia’, auxiliando a un cazador cuya carga de pieles fue robada por unos atracadores. ‘El duelo’, relata cómo un veterano comisario y su joven ayudante deben ir a una reservación indígena, indagando sobre un altercado.

‘El caso de Benny Quinn’, vuelve sobre el personaje de Anders, esta vez tratando de ayudar a un amigo acusado de asesinato, en compañía del desequilibrado abogado Walter. ‘Buenos vecinos’, cuenta el periplo de una joven y su improvisado guía en ocasión de tomar posesión de un rancho lindante a un territorio indígena. ‘A la caza de un hombre’, devuelve a Alex, para contarnos la vez que casi atrapa a un fugitivo buscado por la Ley, y las complicaciones padecidas. También centrado en el cazador, ‘El trampero’, narra su ocasional alianza con un policía montado para bajar a un osezno de lo alto de un tótem indígena. En  ‘Junto al arroyo’, el protagónico recae en una perra siberiana que busca la ayuda de un policía montado y un pianista de saloon para su dueña, atrapada en su cabaña entre el fuego cruzado de indios y bandoleros.

‘Hijo-del-viento’, es, además del título del relato, el nombre del caballo de Anders, obsequio de un Jefe Iroqués al que le salvo la vida en cierta ocasión, que aquí se relata. ‘El vendedor ambulante’, es un comiquísmo episodio a propósito de dos buscavidas, un blanco y un carapálida, en gira por varios condados del norte vendiendo tónicos milagrosos. ‘El ídolo’, vuelve sobre la difícil relación de Alex con los indígenas, esta vez a propósito de un valioso y codiciado tótem.  ‘Los asaltantes’, trae de vuelta a Ringo Reno, para narrar su accidentada persecución de una banda de asaltantes de trenes a la que logra detener. El típico robo caminero a una diligencia es lo que ofrece ‘Viaje accidentado’, con un mujeriego joven encabezando un particular pasaje, y unos bribones bastante poco profesionales.

Dos nativos dan una mano a un Capitán de la Montada para capturar a dos ladrones de banco en el tierno ‘Un chistido en la pradera’. ‘Drama en la aldea’, es un disparatado capítulo en el que Anders pasa de ayudar a una nación india contra unos bandoleros, a asociarse con estos, por una cuestión de polleras. ‘El ladrón’, relata una partida de caza entre dos amigos que desconfían entre sí, con jocosos resultados. Siguen otras dos historietas centradas en Alex Anders, en ‘Los zorros azules’, los esfuerzos de una buena racha de caza  chocan con la codicia de un banda de delincuentes, mientras que ‘La mina abandonada’, narra un inconveniente acaecido en el interior de una excavación, de la que será rescatado por una joven nativa Crow. El cierre llega con ‘Los pistoleros’, con el cazador de fugitivos Reno perseguido por unos crueles pistoleros.

Pasando en limpio

La sensación que queda al finalizar la lectura del volumen es satisfactoria, uno se queda con ganas de saber más de esos personajes con los que no es difícil empatizar, porque Carlos Vogt los presenta con sus aciertos y miserias, y eso los vuelve entrañables. La edición es cuidada, y el precio sensato, en relación a la cantidad de páginas. El único detalle que presenta algo de ruido, rompiendo la armonía que debería tener la lectura, es el uso de la tipografía ‘Comic Sans’ en el rotulado, detalle que atrasa sobremanera. Algo a corregir en caso de reediciones.

De cualquier modo, es una alegría reencontrarse con el tipo de sonrisas que el veterano historietista propone, aquellas que se obtienen aplicando una fórmula creativa que más de uno puede llegar a suponer naif, gastada o en desuso, frente al todo vale con el que muchos ‘humoristas gráficos’ de la nueva camada pretenden justificar su ‘estilo’, que en la práctica es un compendio de mal gusto y una constante apelación a lo escatológico, ambos tópicos de los que suele hacerse más abuso que uso en la actualidad. Lamentablemente. En última instancia, y más allá de los gustos personales, no deja de ser saludable que en el mercado nacional haya todavía lugar para propuestas gestadas con el tono ‘clásico’, que este gran profesional del medio practica y defiende desde hace décadas, en compañía de diversos guionistas, o tomando él mismo la responsabilidad total del trabajo, como en este caso. Un gran acierto editorial. Que se repita.

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