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Relatos salvajes : Reseña de Johnny Jungle

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Relatos salvajes : Reseña de Johnny Jungle

Edición realizada por la Editorial Municipal de Rosario de una obra francesa que traza, desde el humor, paralelos entre la mítica figura de Tarzán y su mayor intérprete en el séptimo arte, Johnny Weissmüller, ficción y realidad abordada por Mariano Sicart.

Edición rosarina para Argentina de una obra francesa que traza, desde el humor, paralelos entre la mítica figura de Tarzán y su mayor intérprete en el séptimo arte, Johnny Weissmüller, ficción y realidad abordada por Mariano Sicart.

Desde octubre de 1912, año en que se publicó su primer relato en All Story Magazine, Tarzán, la inolvidable creación literaria del novelista estadounidense Edgar Rice Burroughs ha sabido trascender el lugar y momento histórico en que fue concebido, logrando instalarse en la memoria colectiva mundial. El paso del tiempo, las sucesivas adaptaciones de sus aventuras a diferentes formas expresivas, tales como el cómic, la radio, televisión y el cine, otorgaron al rey de la selva un lugar de privilegio en el patrimonio cultural humano que solo comparte con algunos otros pocos personajes ficticios. Al margen del medio impreso, en la gran pantalla el hombre-mono será por siempre Johnny Weissmüller, aquel austriaco campeón olímpico de natación que lo interpretara en doce películas desde los años treinta, quedando así irremediablemente ligado a él.

La primera parte de la novela gráfica francesa Johnny Jungle, escrita por Jean-Christope Deveney (Bang), dibujada por Jerôme Jouvray (Lincoln), y coloreada por Anne-Claire Jouvray, fue originalmente editada por Glenát el año pasado, siendo recientemente publicada en nuestro idioma por la Editorial Municipal de Rosario, en un álbum de 76 páginas a color en formato europeo de impecable factura en lo que respecta a presentación y papel, que incluso llegó a ganar el premio ‘Mejor edición argentina de historieta extranjera’ en la última edición de Comicópolis, galardón que se suma a otros tantos obtenidos del otro lado del Atlántico. La traducción corrió por cuenta de Paz Giorgiadis, de buen trabajo. Puestos a criticar, no hubiera estado demás la inclusión de un prólogo que contextualice y/o presente con mayor precisión el material ante los lectores de nuestro país.

   En este abordaje francés, los autores ofrecen una relectura del mito de Tarzán, bajo una impronta de parodia del género de aventura cuya trama enlaza hábilmente tópicos ampliamente conocidos por el gran público que, no obstante, están trabajados desde una perspectiva adulta, lo que redunda en una interesante vuelta de tuerca en torno y alrededor del protagonista, apelando al humor, la acción y el drama, desde la utilización de una amplia variedad de recursos que abrevan, incluso, en el absurdo, generalmente con buen criterio.

Sumergiros en el infierno verde!

Desde una desordenada habitación de hotel en México, un hombre de avanzada edad enfundado en una bata, aguarda con impaciencia el regreso de Brenda, su mujer, intentando no bajar la guardia frente a sus misteriosos perseguidores, a quienes califica de espías y chacales. El es Johnny Jungle, quien procede a recordar su historia en primera persona a través de un extenso flashback propiciado por una borrachera, que ocupa el grueso del libro y arranca desde su misma infancia en la selva africana durante los años veinte, donde creció bajo los cuidados de la simia Moota, a quien reconoce como madre. Junto al simio Kinka, su hermano de liana, se fue relacionando con las demás especies por medio del único lenguaje que respetan, la violencia. Enfrentándose a todos logró imponerse entre ellos, a fuerza de dar y recibir golpes, destacándose, también, en la práctica de la natación.

Por aquellos tiempos, tenía por todo contacto humano su amistad con el Padre Helmut, hombre de fe alemán que se había instalado en los límites de la selva, viviendo acompañado de su managuillo, el simpático chimpancé Karl-Adam. De él aprendería su característico grito intimidatorio y la comunicación a través del idioma, por medio de la lectura. Claro que todo cambió una mañana de tantas, cuando junto a Kinka atisbaron entre el follaje a un grupo de realizadores cinematográficos dirigidos por el ambicioso Roderic Griffin III, director empeñado en rodar un documental que retrate su particular visión etnocentrista de la vida en la selva, con una mirada que falseaba lo real según su conveniencia. De hecho, un grupo de extras iba a desempeñarse como nativos, y hasta la ignota actriz norteamericana Jane Sullivan -referencia a la irlandesa Maureen O’ Sullivan, actriz que interpretase a Jane Parker en Tarzán, The Ape-Man, primera película protagonizada por Weissmüller en 1932, con dirección de W.S. Van Dyke, para la Metro Goldwyn Mayer-,  tendría a su cargo el papel de una intrépida exploradora.

Johnny se vería encandilado por la joven mujer, con quien viviría un apasionado romance que lo alejaría definitivamente de la selva. El principal argumento con que el realizador convencería a la pareja tendría que ver con la similitud entre la vida de Jungle con Tarzán, de quién muestra un cómic que adapta sus aventuras. Con la premisa de llevar su historia al cine en mente, se produce la partida rumbo al continente americano. Una escala no programada del buque en que viajaban, originada por los oscuros manejos del realizador, acaba con éste detenido y los tórtolos varados en Francia. Pero allí mismo surge otra oportunidad para ellos, propiciada por el magnate estadounidense Douglas Pierce. En París, las competencias olímpicas del verano de 1924 ven a Jungle surgir como flamante campeón de natación, posibilitando el ansiado arribo a América.

Un casting para un papel en una comedia musical al que Jane se presenta, acompañada por Johnny, deriva en una serie de equívocos que lo llevan a audicionar para The Ape-Man, film que narra la historia de un humano criado por monos en lo profundo de la selva africana. Obviamente, termina imponiéndose entre los demás actores, lo que abre definitivamente las puertas de Hollywood para él, que conoce a la blonda Maureen Parker –otra referencia a la primera Jane del celuloide-, con quien viviría un romance dentro y fuera de los sets de filmación. El estrellato está a un paso, los problemas de pareja y personales, como su adicción al alcohol, también. Intentando recobrar el camino, decide vincularse formalmente con Jane. Durante la celebración del casamiento, tiene lugar un breve reencuentro con Kinka, a la manera de los viejos tiempos, que deriva en la certeza de que New York, es ahora su lugar en el mundo.

Es entonces cuando de modo abrupto, volvemos al presente. Un médico y dos enfermeros, los famosos ‘chacales’, se llevan por la fuerza al alcoholizado anciano del cuarto que ocupaba en aquel hotel del principio, sin mediar palabras. Así culmina la primera parte, con una serie de preguntas que el lector deberá adivinar apelando a sutiles detalles diseminados en las páginas previas. Al menos hasta que salga a la venta el segundo volumen, momento en que se confirmen o no las sospechas al respecto de quién es verdaderamente Johnny Jungle, cuánto de lo que sabemos acerca de él es cierto y que otro tanto es producto de su afiebrada imaginación.

Relatos salvajes

Dejando de lado el presente propuesto sobre el principio y final de la trama, con el ocaso del personaje, lo que ocurre dentro del flashback esta sabiamente hilvanado mediante una estructura narrativa orquestada en sendas secuencias temáticas, cada una de ellas precedida por uno de los afiches publicitarios de las películas protagonizadas por Johnny, mientras que a modo de cierre, se nos ofrece lo que sería el crudo de una entrevista a personajes secundarios que aparecen en cada etapa, filmadas en diferentes momentos de su historia.

De esta forma, asistimos a sus iniciáticos años en el entorno selvático, primero, para luego evidenciar el recuerdo que un anciano Padre Helmut tiene de él. Conocemos, a continuación, los momentos que atravesó el difícil idilio de Jungle y Sullivan desde su primer encuentro hasta la decisión de dejar Africa, período coronado por las palabras del inescrupuloso realizador Roderic Griffin III, quien se presenta como el descubridor de la conocida estrella. Los pormenores de la travesía y la providencial performance deportiva del protagonista en el viejo continente culminan con el testimonio del hawaiano Duke Kahanamoku, el nadador que debió vencer en su camino a la gloria.

Lo expuesto evidencia el oficio de Deveney para mantener el interés del lector a través de las páginas, mediante una elaborada trama en la que la acción nunca decae. La buena labor del guionista es complementada por Jouvray, cuyo trazo maneja muy bien la línea clara, con una impronta personal que abreva también en la caricatura, manejando a la perfección los aspectos gestuales, la anatomía y los fondos, según el relato lo requiera. La aplicación del color acompaña sobriamente los diversos climas que la trama propone, con paletas de tonos apagados en los momentos dramáticos, o de mayor estridencia cuando se desata la aventura.

   No es necesario ser fan del rey de la selva para disfrutar de Johnny Jungle, una bande dessinée pergeñada con la sana intención de entretener a un público adulto, repensando para ello algunos curiosos aspectos constitutivos de la leyenda de Tarzán, en su traslación a diferentes medios masivos de comunicación. Ojalá sea un éxito de ventas en el mercado nacional, y permita también la edición local de otras obras europeas, algo que debería ser habitual en lugar de, como en este caso, sana excepción.

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43 años, Licenciado en comunicación social. Comiquero por naturaleza, casi. Cinéfilo. Voraz lector, ocasional escritor.

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