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Análisis: 24 Live another day

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Análisis: 24 Live another day

Tras cuatros años fuera del aire y con la promesa incumplida de una película a modo de continuación, uno de los programas más innovadores, adictivos e impredecibles de la TV norteamericana, retornó a la pantalla del canal Fox en Mayo pasado bajo el formato de una miniserie de doce capítulos, con el subtítulo ‘Live Another Day’.

Retrospectiva

Enmarcada en el menospreciado género de acción, y con un nombre al menos curioso, 24, había debutado en 2001. Jack Bauer, su protagonista, –interpretado por Kiefer Sutherland-, era agente de un ficticio servicio de inteligencia estadounidense, la Unidad Antiterrorismo. CTU. La historia arrancaba de madrugada, con él en su casa, junto a su esposa Teri y su hija adolescente Kimberly. Pronto sería convocado de urgencia al servicio debido a informes que señalaban al Senador afroamericano y próximo candidato a Presidente, David Palmer –al que daba vida Dennis Haybert-, como posible blanco de un atentado durante su gira de campaña. Las cosas se complicarían, tanto en el trabajo, donde además de la amenaza debe convivir con Nina Myers, compañera y examante, como a nivel familiar, debido a que su hija se escapa del hogar para asistir a una fiesta, siendo allí secuestrada.

El argumento promocional se centraba en lo novedoso del formato, ya que sus creadores, Robert Cochran y Joel Surnow, idearon el envío bajo la premisa de narrar un día en tiempo real, con cada capítulo de una hora de duración, en una temporada de veinticuatro entregas. El argumento fragmentaba la narración en diferentes escenarios-personajes, desarrollando varias situaciones en paralelo. Esta idea se reforzaba apelando a la división de la pantalla en varios cuadros que mostraban acciones simultáneas, siempre con el reloj digital en el centro marcando el transcurrir de los minutos.

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El salto temporal ocurría entre temporadas, con prolongados períodos de tiempo entre el final de una y el inicio de otra, dando lugar a sustanciales cambios de contexto y elenco. Fueron ocho temporadas, totalizando 192 capítulos hasta el año 2010. Entre la sexta y séptima temporada, la huelga de guionistas demoró el envío por casi dos años, espera que fue mitigada con el telefilm “24-Redención”, que se emitió en 2008.

Los enemigos a los que se enfrentó Bauer en esos ocho días incluyeron grupos fundamentalistas árabes, administraciones gubernamentales corruptas, carteles de drogas mexicanos, separatistas rusos, servicios de inteligencia extranjeros y un largo etcétera. El precio a pagar siempre fue alto, la pérdida de su vida personal y grupo familiar por motivos varios, ser secuestrado y torturado durante un año por un grupo paramilitar chino dirigido por el fanático Cheng Zhi, renunciar a su trabajo y quedar como prófugo ante la justicia internacional, incluso, en el final de la octava temporada.

Mientras la serie conseguía gran cantidad de premios por su realización técnica y nivel actoral, sus detractores crecían casi a la par que sus defensores, dividiendo a la crítica. El principal debate tenía que ver con si para los productores el fin justificaba o no los medios; avalar la tortura a prisioneros, la xenofobia racial o la invasión a las libertades personales, en el nombre de la seguridad estatal. Quienes señalaron a la serie como imperialista por manejar estos tópicos, frecuentemente olvidaban el ambiguo juego político que ésta exponía, dejando en evidencia los intereses económicos que agitan las piezas en el tablero de la geopolítica actual. Quienes defendían la ficción ciegamente, probablemente hayan olvidado que fue puesta al aire por uno de los grandes conglomerados multimediáticos norteamericanos, alistado en la derecha republicana. Ni lo uno ni lo otro. Uno de los mayores méritos de 24 es que su visión enseña al televidente a desconfiar de las generalidades, y que lo turbio siempre rodea a la política.

¿El último día?

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Con una trama ambientada en Inglaterra, la nueva mini-temporada encuentra al fugitivo Jack Bauer tratando de impedir un atentado terrorista por parte de una célula liderada por Margot Al-Harazi, quien ha logrado hackear un sistema de defensa norteamericano que controla la operatividad de drones de guerra. La peligrosa activista amenaza con atacar diez objetivos civiles de Londres si el Presidente estadounidense Jack Heller –William Devine-, de visita oficial en el país, no se entrega a ella. En el medio, los servicios rusos que siguen su rastro y hasta el peligroso chino Cheng Zhi, quien trata de aprovechar la delicada situación para inducir una guerra entre China y EE.UU. Claro que Bauer no estará solo en la difícil misión, la exanalista informática de CTU Chloe O’ Brian, ahora integrada a un grupo de hackers que divulgan archivos de inteligencia clasificados de diversas potencias mundiales, y la agente de la CIA en el Reino Unido Kate Morgan, prestarán su ayuda.

Vueltas de tuerca inesperadas y la tensión en constante crescendo, dieron al show un nuevo medio-día a la altura de sus mejores épocas, que, no obstante, deja al espectador esperando una continuación. Dicen que el reloj volvió a correr por última vez. Esperemos que no. Siempre que las cosas se han puesto difíciles, Jack ha demostrado tener resto para una vuelta más.

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