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Vida y obra de Mikilo: El gran héroe mitológico autóctono

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Vida y obra de Mikilo: El gran héroe mitológico autóctono

Primera parte de una reseña por la trayectoria editorial del gran héroe mitológico autóctono. Por Mariano Sicart.

Primera parte de una reseña por la trayectoria editorial del gran héroe mitológico autóctono.

Cosa e’ Mandinga

MikiloLeyendas, tradiciones y mitologías pertenecientes a pueblos indígenas o de origen criollo, fueron recopiladas por Rafael Curci para crear al personaje que, basado en una leyenda diaguita, cobraría forma definitiva gracias a los lápices de Tomás Coggiola y Marcelo Basile, viendo la luz en su propia novela gráfica “Mikilo: el retorno de un mito”, editada por el sello independiente –fundado por los mismos artistas- Tridente Cómics, en 1999.

‘El encuentro’ arranca con el arribo del antropólogo Adolfo Sosa a Santiago del Estero, para visitar a su padre convaleciente, Hilario. Antes de morir, éste le relata una historia que desconocía. Hace cuarenta años y junto a su fallecida madre Angélica, ambos aprendieron hechicería en las cuevas de La Salamanca. La pareja no podía tener hijos, por lo que Angélica decidió pactar con Mandinga un trato que consistía en que, a cambio de conservar su primer hijo, Adolfo, ella debía entregarle el segundo, que nacería mitad hombre, mitad bestia, Mikilo, junto con el alma propia y la de su marido, una vez que ambos fallecieran.

Ahora que eso ha ocurrido, el Diablo reclama sus almas, por lo que Adolfo deberá encontrar los huesos de su madre y enterrar ambos cuerpos en camposanto, para que puedan hallar la calma. No estará solo en la tarea, su hermano se presenta para ayudarlo. Mikilo posee torso de hombre, ojos de águila y piernas de ave, además del característico rabo del diablo. Con la ayuda de la Luz Mala, llegan a la cueva del Caá Pora, a quien nuestro potagonista reduce, logrando así hallar los restos de su madre. La Umita los conduce por el monte durante la noche, para llegar al cementerio antes del alba.

En el lugar, el maligno aparece para cerrar un nuevo trato. A cambio de los cuerpos y las almas de sus padres, promete convertir a Mikilo en un hombre normal, su mayor anhelo. La traición parece consumarse cuando su apariencia física comienza a cambiar, claro que solo dentro de un círculo de fuego, como parte de un conjuro con el que intenta engañarlo. Cuando el maligno intenta tomar la vida de Adolfo, su hermano reacciona y lo enfrenta, derrotándolo a fuerza de golpes. Finalmente, las almas de sus padres descansarán en paz. Mikilo decide dejar Santiago del Estero y acompañar a Adolfo de regreso a Buenos Aires, en Banfield, para conocerse mejor y darle una mano en su trabajo.

Esta primera historia es la de mayor extensión y constituye lo más logrado del volumen. Ilustrada por Coggiola, correcto dibujante de buen desempeño en lo anatómico y gestual, muy acorde para plasmar las diferentes ambientaciones, además del clima entre cotidiano y fantástico que exige el relato. Las tintas de Basile acompañan bien el estilo despojado y agreste del dibujo, logrando una narrativa siempre dinámica y ágil, que atrapa al lector desde el comienzo.

El relato ‘Lucía’ se inicia cuando el Padre Rivera los convoca a San Ignacio, en la precordillera andina, lugar en el que una historia de amor prohibido da origen a las apariciones del Alma Mula. En ‘El Palmar de las almas’ es Laura Hollman, exalumna de Adolfo, que los conduce a El Palmar, para vengar la injusta muerte de cientos de indios guaraníes, rescatando esas almas de las manos de un siniestro monje cristiano.

Estas dos historias complementarias son algo más breves; están íntegramente a cargo de Curci, que como dibujante resulta bastante rústico en sus trazos, faltándole dominio sobre el manejo corporal y la perspectiva. El guión cumple con creces, sirviendo además como presentación a lo que será de allí en más la serie, el particular dúo protagónico en viaje por el interior del país resolviendo situaciones inexplicables, que luego serán volcadas al papel por Adolfo.

El comic que ya es leyenda

MikiloLa próxima saga, desarrollada durante los primeros tres números de su propio cómic book, aparecido en el 2000, siempre con Curci en el guión, secundado por Coggiola en dibujos y Basile entintando, se titula simplemente ‘Patagonia’. Allí se dirigen al leer el artículo de un diario que detalla ciertos fenómenos inexplicables en esa región. Tras toparse con una procesión fantasma integrada por espíritus de diferentes tribus huyendo de sus tierras, ayudarán a Machi, una joven bruja Mapuche, a enfrentar al poderoso hechicero Kaskoyuh. Para ello tendrán que batallar contra varios Puro-huesos, peligrosos esqueletos vivos, defendiendo un poblado indígena del ataque de los Chochones, extraña raza de espíritus vampiros. Y vencer al temible gigante sureño Trauku, contando con la ayuda del Basilisco.

Ya en el extremo sur de Argentina, el enano Sompalhué, segundo del hechicero, presenta al bestial Short, a quien deberá doblegar Mikilo para conocer a su enemigo. Un inesperado giro en la historia otorga el protagonismo a Adolfo, en la lucha final a bordo de una canoa sobre el mar austral contra el verdadero villano, Soikatén, un peligroso calamar gigante que solo podrá ser derrotado con la ayuda de ‘cuarenta guerreros’. Esta trilogía es la aventura más extensa y ambiciosa de las publicadas, historia redonda por donde se la mire. Los obstáculos a superar en la cruel travesía están bien planteados y mejor resueltos, llevando a un inesperado final.

La revista pasó a formato fanzine a partir del número cuatro, debido a la situación económica de 2001. Al equipo creativo inicial se suman el aceptable Sergio Ibáñez en dibujos, y Ariel Olivetti, colaborando con muy buenas portadas en el tercer y cuarto número. El poético relato que marca el debut de Ibáñez como dibujante se titula ‘El señor de los pájaros’, está centrada en el mítico Pombero y unos gorriones. El equipo artístico original complementa con dos historias. ‘Un Dios de trapo’ encuentra al dúo protagónico en el norte del país buscando al Pujllay, muñeco de trapo que encarna al espíritu de la cosecha, fugado en medio de la celebración en su honor. ‘La piel del lobo’ relata un rudo encuentro de Mikilo con el Lobizón, que es vencido por medio de un ritual practicado por Adolfo.

La historia central del quinto número, dibujada por Ibáñez, se titula ‘Yaguarón’ y es un homenaje a la novela ‘Moby Dick’, de H. Mellville, solo que ambientada en nuestro mar y con un ser mitológico prehispánico, que se tragará a Mikilo, en lugar de la ballena. ‘La caja de plagas’, con arte del tándem Coggiola-Basile, muestra a Adolfo interpelado por un rudo inspector de policía en una comisaría al respecto de un cofre embrujado cuya apertura desata una plaga de langostas. La trama sirve como un resumen de lo acaecido previamente en la serie, y presenta un final tragicómico.

El sexto número presenta dos historias, la primera con lápices de Ibáñez y la segunda con los artistas habituales en la faz gráfica. ‘El sabueso de Santa Mónica’ transcurre en Tucumán. Cuando varios cadáveres aparecen en un ingenio azucarero las sospechas apuntan a El Familiar, un perro negro salvaje y endemoniado cuya aparición se vincula a pactos para la obtención de riquezas. Adolfo y Mikilo descubrirán que nada es lo que parece, a través de la participación de una bella mujer, y los hijos del dueño del ingenio. ‘La ciudad encantada y el rocío’ transcurre en Cañada del Sauce, Córdoba, con los protagonistas descubriendo una urbe habitada por conquistadores españoles devenidos en vampiros, condenados a esa existencia por un brujo de la tribu que asolaron al saquear sus riquezas.

MikiloEl primer relato del número siete, con arte de Coggiola y Basile, lleva por título ‘Las tres brujas’, y sitúa a los hermanos en un poblado Toba donde la tierra parece estar maldita, donde solo una vieja higuera custodiada por tres misteriosas lechuzas se mantiene en pie. ‘Una leyenda junto al fogón’, con dibujos de Ibáñez, es una lograda adaptación a historieta y en lengua Toba de un poema épico perteneciente a ese pueblo aborigen. Cierra ‘Las ramas del Saúco’, dibujada en un efectivo estilo funny tipo animación por el Estudio Kaboom. Cuando un jocoso y pequeño diablillo entrega a Adolfo unas ramas de Saúco, éste las arroja al fuego y aspira el humo que generan queriendo liberar a sus demonios internos, con simpáticos efectos.

El octavo número contiene cuatro historias de diversa extensión y factura. Ibáñez dibuja ‘La Llorona’, que se desarrolla en el sudoeste de Buenos Aires. Adolfo y Mikilo, tras los restos de un viejo asentamiento Querandí, encuentran a la mujer del título, que busca a sus hijos, por ella asesinados, para romper su maleficio, obtener el perdón de Dios e ingresar al Cielo. Mikilo decide no ayudarla, para que su mito sobreviva. ‘Huaca Mamüll-El cuero del río’, con arte de Leonel Castellani y el Estudio Kaboom, acontece durante una jornada de pesca en la Laguna de Lobos. El ser del título, acostumbrado a devorar el ganado vacuno de la zona, ataca a los hermanos en defensa de su territorio, al sentirse invadido.

Los últimos dos autoconclusivos están dibujados por Coggiola y Basile. ‘La historia sin fin’ transcurre en el mítico Parque Chas, barrio capitalino en el que desaparecen varios chicos sin explicación. Unas raras máscaras africanas halladas en cada lugar, llevan a la policía a pedir la ayuda de Mikilo, que contará con la asistencia de Batú, espíritu de un esclavo negro ahorcado hace tiempo, acusado falsamente de matar a jóvenes y robar su calzado. El verdadero culpable de aquellas y estas desapariciones es Butolo, demonio portador de las máscaras que será vencido por Mikilo. Los chicos reaparecen, pero la historia del raptor y su perseguidor africanos se repetirá cada vez que un par de zapatillas cuelguen sobre cables de electricidad en alguna ciudad.

‘Un milagro de Navidad’ es un final perfecto para esta fructífera etapa del personaje en su propio título, cuya cancelación se da en este número debido a la situación económica del país hacia fines de 2001. Narra la noche del 24 de Diciembre en la casa de Mikilo y Adolfo, que reciben inesperados invitados, el equipo creativo de su propia revista, La Umita, el verborrágico Puro-Hueso, y Machi, la hechicera Mapuche. Entre bromas y cuestionamientos al carácter imperialista de la celebración, Adolfo, que por primera vez en mucho tiempo se siente en familia, confiesa que lo único que envidia de los norteamericanos en esa época del año es la nieve. Mediante un hechizo, la bruja genera mágicamente una nevada en Banfield, volviendo inolvidable la nochebuena.

Gracias a Ariel Avilez, amigo y paisano de Lagash.

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43 años, Licenciado en comunicación social. Comiquero por naturaleza, casi. Cinéfilo. Voraz lector, ocasional escritor.

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