Dominadores y dominados: The Master (Paul Thomas Anderson)

The Master (Estados Unidos/2012). Guión y dirección: Paul Thomas Anderson. Reparto: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Laura Dern. Duración: 144 minutos.

The Master, es casi como el grueso de la filmografía de Paul Thomas Anderson, única, distinta y difícil de digerir. Pero ojo, esto no es un problema, incluso si la digestión ofrece resistencia los obligo a que acompañen el film con un boldo o una buscapina, pero dejarlo pasar no es una opción. Por eso la premisa es detenernos y prestar atención, porque el cine de Anderson no tiene ningún punto en común con la industria a la que pertenece. Y eso, créanme, es bueno.

Anderson, que por suerte solo comparte apellido con el también director de la saga Resident Evil, es un realizador supremo, un “jugador distinto” si de futbol se tratase. Prueba de ello, y es una prueba demasiado recurrente en mí, es Punch – Drunk Love; una cinta del año 2002 en la que actúa Adam Sandler y que aquí conocimos como “Embriagado de Amor”. Anderson da la posibilidad a Sandler de explotar su costado dramático y obtiene sin dudas la mejor actuación de su carrera.

Hace años circula una anécdota, que dudo si es cierta pero sin la cuál todo esto que decimos seria un poco más aburrido, que recrea el momento en el que Anderson propuso el trabajo al cómico de Saturday Night Live. Lo sentó en su oficina delante de cada uno de los films que el actor había realizado y con un brusco movimiento los arrojo al suelo diciendo “Olvidate de todo esto”. El olvido le duro poco.

The Master tiene como telón de fondo la primera etapa, la del nacimiento, de la “Cienciología”. Una etapa en la que aun no era la religión que lo famosos pregonan por estos días sino una especie de método de superación personal. El título, que en la vida real correspondería al fundador de la religión Ron Hubbard, sirve para retratar de manera concisa el tema principal del film: la dicotomía AMO-ESCLAVO, MAESTRO- DISCIPULO.

La última cinta de Anderson, que no cosecho ni un solo premio en los Oscars y que bien que así sucedió, de eso se trata: de manipulación y relaciones de poder. De esa manera el director ha recurrido en numerosas ocasiones al contrapicado que pone la mirada del espectador en ese estado de dominación.

Joaquín Phoenix interpreta a Freddie Quell, un exmarino que regresa después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, y que concentra la mayoría de los traumas que el grueso de los soldados debió sufrir en su intento por reacomodarse al sueño americano. Quell tiene una mirada ausente y postura encorvada, y es adicto al alcohol y a otras sustancias.

Este progresivo derrumbe lo lleva a conocer a la contraparte del film: al maestro del título Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman). Dodd es la antitesis total, un líder brillante y seductor que brinda básicamente una imagen de éxito.

Las actuaciones son uno de los puntos fuertes del film puesto que plasman de manera potente este choque de polos opuestos. Existe una gran atracción entre estos dos personajes, con propósitos también disímiles: Freddie halla la protección y la familia que esperaba mientras que Dodd, al sentirse fascinado por el desafío, encuentra el conejillo de indias perfecto para desplegar sus técnicas experimentales.

De manera psicológica podríamos hacer referencia al deseo innato del hombre por el control y la dominación.

Paul Thomas Anderson da forma a una historia que con el correr de los minutos se torna cada vez más compleja y reflexiva, pero que sin embargo logra llevar a la perfección. Las actuaciones son pilares fundamentales del film, tanto de la dupla Phoenix-Hoffman como de Amy Adams, esposa de Dodd, que también extiende este rasgo de dominación respecto a su marido.

Narrativa y estéticamente la cinta funciona a la perfección y presenta una durísima crítica hacia el sistema y la autoridad. Un film audaz y provocador y, si se quiere, el punto culmine en la filmografía del director.